Miguel Ángel Máñez ha asumido recientemente el cargo de director económico del Departamento de Salud de Elda, con dos premisas a cumplir en su gestión: eficiencia en la gestión y la transparencia en proyectos y resultados. Para ahondar un poco en estos temas, hemos recuperado de su prestigioso blog, Salud con Cosas, dos entradas que reflexionan sobre ambas cuestiones:
Transparencia: nada por aquí, nada por allá
¡Son los datos! Estamos sufriendo una crisis de datos, un problema que se originó cuando la autoridad sanitaria decidió dar cierta manga ancha a los servicios de salud respecto de la información a suministrar y de su equivalencia. El resultado se ve estos días: aún nadie se ha puesto de acuerdo en la capita, el pago por paciente, el coste por cama o la bondad de un modelo u otro. Pero hoy no hablaremos de eso, pero sí de los datos y de la transparencia.
La transparencia con la sociedad es la protagonista de diversos artículos e informes relacionados con las mejoras que necesita el sistema sanitario. Y es totalmente cierto: mientras el ciudadano no tenga acceso sencillo a todos los datos que le permitan conocer, analizar y comparar indicadores de calidad, funcionamiento y eficiencia del sistema sanitario, seguiremos como hasta ahora. Aunque, y todo hay que decirlo, con esos datos en la calle será necesario que los medios sepan de que hablan y así se eviten problemas como los que cuentan en el blog Más allá del microscopio. Un buen ejemplo de transparencia nos lo cuentan en este artículo de The Economist acerca de los datos de receta farmacéutica en Inglaterra.
Sin embargo, también es necesario que esa epidemia de datos vaya hacia el interior de las organizaciones. Son necesarios datos (fiables, accesibles, a tiempo y útiles) para la gestión y para la competencia interna, datos que permitan saber la mortalidad, el gasto, las estancias, los consumos, los reingresos, etc. de cada servicio. Muchos datos se suministran pero casi como un secreto, y la clave está en que sean abiertos y cualquiera pueda consultarlos, tanto profesionales como ciudadanos. Tener más datos ayuda a trabajar mejor, aunque también puede generar miedo o resistencia en los profesionales, los gestores y los políticos (en algún caso abrir datos implica perder poder).
Lógicamente también debe realizarse dicha publicación por centros. Conocer datos reales de cada centro (para evaluar su gestión), y así poder evitar problemas como el caso del Hospital de Stafford que tuvo unas elevadísimas tasas de mortalidad intrahospitalaria, y cuyo informe final se espera para dentro de unas semanas. De hecho, la investigación que se realizó ya fue comentada en Saludconcosas en el post «¿Demasiada transparencia es mala? El caso del Stafford Hospital«. Sin embargo, que en nuestro país no haya noticias de ese tipo, no sabemos si se debe a que no ocurren cosas así o a que, como hay pocos datos, no se sabe si pasa o no.
La puerta se queda abierta, ahora solo queda que no nos tiremos los datos a la cabeza y aprendamos a vivir en un mundo transparente…
¿El olvidadizo debe pagar?
En una conversación a través de twitter acerca de los pacientes que olvidan su cita con el profesional sanitario y no acuden a consulta, recordamos que en Finlandia existía un pago para estos casos (no lo llamamos copago ya que no se paga por la asistencia recibida).
Así, los pacientes que no utilicen su cita y no la cancelen a tiempo (salvo que haya una razón lógica, como accidente, enfermedad grave, etc.), deben pagar 33,80 euros. ¿Sería esta una forma de mejorar la eficiencia del sistema e impedir que haya cada día varios huecos libres?
Quizás el pago no es la mejor opción, pero no se puede permitir que el ciudadano, ante la gratuidad del sistema, no tenga en cuenta lo que implica la no asistencia a la consulta. El copago por la asistencia en España no parece ser una opción clara, al menos a corto plazo, pero cobrar al que derroche, ¿es legítimo? ¿y ético? Terrenos pantanosos, sin duda. Y más con un ejemplo en el que paciente no paga por la asistencia, sino que es penalizado por el propio sistema.
Como nos cuenta Amalio Rey en este artículo, es necesario que el ciudadano entienda la gratuitud en el marco del sistema sanitario, una mezcla entre gratuidad y gratitud. Porque muchas veces, ante algo gratis, nos cuesta ver el valor que tiene y lo que hay detrás (personas, infraestructuras, tecnología, etc-). Como leímos una vez: con gratuidad, no hay gratitud.
Amigo Miguel angel, efectivamente acertadas reflexiones :
-Me gusta » con gratuidad , no hay gratitud,»
-y me inquieta tu reflexión de que «abrir datos implica en algun caso perder poder»
Interesante este director económico.