Ante el espectáculo en que se ha convertido la política en nuestro país, en el que todo vale, donde hay que posicionarse en un lado o en el de enfrente, no dejando sitio para los libre pensadores, mi negativa personal a entrar en este juego, no me deja criticar la actuación de los que han sido elegidos para representarnos, ya hay demasiadas criticas en todos los rotativos, en las televisiones debates confusos, gritones, donde unos y otros esgrimen las mismas armas para defender y atacar. No me voy a convertir en otra critica, no me siento con ganas para juzgar a nadie, ya que conociendo las artimañas que usan para justificar sus actos, sus mentiras, se que cualquier critica se puede utilizar a favor de quien la recibe, el ser humano tiene esa capacidad. El ser humano es la inteligencia sobre la tierra y es capaz de engañar a sus congéneres, de llevarlos a su terreno, de manipular sus emociones, de hacerles olvidar lo que les conviene y de programar lo que le favorece, aunque sea una realidad sesgada. En todo lo anterior no hay ningún merito, cualquier ser humano carente de escrúpulos es capaz de hacerlo, no hay nada de excepcional ni de superior en ello, cualquiera de nosotros es capaz de mentir, de medrar, de manipular para conseguir satisfacer nuestras necesidades y necedades. Así que estas personas que se acercan a la política llevados por su estomago como decía Platón, que se endiosan y se permiten los privilegios que niegan al pueblo al que deberían servir, se llegan a creer que tienen engañados a todos, que son más listos que todos, que su visión del mundo es la que debe predominar y para ello se arman de razones, de decretos, de leyes, pueden llegar a conseguir fácilmente sus fines, pueden llegar a engañar al mundo, pero habrá alguien al que nunca podrán engañar: a si mismos. Algún día tendrán que enfrentarse a su propio juicio, el más implacable.
Es una carrera de fondo, una huida hacia delante ganando tiempo delante de los demás, actuando para crecer a los ojos de los otros, pero el espejo devuelve la imagen tarde o temprano de lo que en realidad nos hemos convertido, en lo que hemos decidido hacer de nuestro mundo con cada paso que hemos dado, el retrato nos espera, un retrato hecho por nosotros mismos. Cada vez hay que esforzarse en ser impecables, pero no ante los demás, sino ante nuestros propios ojos, a esos que no es posible sabotear.
Desde la critica y la queja no se consigue nada, es una perdida de energía, un movilizar emociones que nos agota al ver que no lleva a algo positivo. Hay que buscar soluciones, hay que trabajar para que lo conseguido hasta ahora en nuestro presente, que es mucho, no sucumba a nuevas dinastías políticas, a nuevos Borgia, a nuevos dictadores disfrazados de democracia. Ya hemos tenido demasiados manipuladores, baste saber Hitler aliándose con Stalin para invadir Polonia y repartírsela, son solamente un ejemplo de que aquí no se trata de idealismos que se imparten para que el pueblo baile al son de un himno, sea el Carasol o la Internacional con la mano o el puño en alto, son los mismos tics, utilizados por unos y por otros para someter a las masas, para hipnotizarlas y lanzarlas a conseguir los fines de unos pocos con el dolor de muchos. Basta ya de que nos clasifiquen para poder mejor manipular, de que nuestras mentes crean que luchan por algo de lo que se apoderan otros, es hora de despertar y de utilizar nuestro potencial individual, el de imaginar como queremos que sea el mundo, nuestro mundo. Pero el imaginarlo y aunque creamos que es mejor no nos da derecho a imponerlo a los demás, solo tenemos que manifestarlo y consensuarlo con otros y así, desde el individualismo conseguir que todos ganemos, cambiar la creencia de que unos tienen que perder para que otros ganen.