Deambulo
con el mayor sigilo
por la OSCURIDAD reflejada
en la blanca espalda
de un universo
en CALMA
y no me importa la MUERTE
ni la NADA.
Beso la NOCHE
con toda mi ALMA
y me falta
boca,
lengua
y corazón
para tanta belleza…
La beso
con la pasión
del guerrillero
(ocultándole mis lágrimas)
mientras la miro a los ojos:
–«Arrópame aquí adentro
y se mi aliada»–,
le suplico en silencio.
DESEO
que no amanezca,
que la INMORTALIDAD
no sea un privilegio
reservado a los poetas,
que pueda pasar mi VIDA
entera
escribiendo
sin descanso
entre tu manto opaco
y tus brazos de silencio.
Pero llega el alba
y la ETERNIDAD se desvanece
arrebatándomela de entre las manos.
–¡Malditos POETAS.
Burgueses de mierda!–
dónde está la infinitud del CARPE DIEM
AHORA que el amanecer
la aparta de mi
y la MAÑANA
es un desierto de cadáveres
donde YO me siento
uno más
en esta fosa común.
Quién protegerá
mis frías sienes
a plena luz
en esta habitación,
(que es mi tumba),
donde el vaho
envuelve mi cuerpo
solitario.
El mismo que no quiere MORIR
tras haber resucitado
en la OSCURIDAD.
Me marchito
como las alas
de mi golondrina
en el invierno
más hostil
y mi piel
todavía desprende
su aroma.
Estoy muriendo
y no quiero luchar
contra la justicia.
Perdóname, Altea
por no regresar
cuando me reclamaste.
Perdóname, compañero enamorado.
Intenté derramar mis lágrimas
en confesiones incompletas
pero no quise amargar tu alma nueva.
Perdonad mis actos, MUJERES:
AMANTES,
MUSAS,
SIRENAS.
Sé que no fui suficiente HOMBRE,
que mi sexo
no pudo competir
con el de los «vivos»;
esos que os hicieron gozar
conformándose con la mortalidad…
YO preferí escribiros,
follaros con los ojos
mientras os hacía el amor
con toda la carne de mi cuerpo
para que vieseis eyacular
un CORAZÓN
con vuestro nombre dentro.
Porque SÍ,
¡os AMÉ durante el acto!,
y quise detener el tiempo
para enamoraros
pero
sólo fui
la fugacidad
de un recuerdo
que hasta la noche
ha olvidado.