Los acontecimientos se sucedían
sin tiempo suficiente
para cicatrizar las heridas:
Se rompían parejas,
se enloquecía,
se mataba a gente…
y no se acudía al psiquiatra.

Alguien recurría
a las POESÍA,
a los relatos,
a las novelas,
haciendo suya
la REALIDAD experiencial
del último «maldito».

Pero TODO pasa
y NADA queda
en el Padecimiento continuo
pues no es lo mismo
SER que PARECER.

Se terminaba una era
de líneas negras
en el horizonte blanco.
Pero más allá de la escritura,
de las palabras…
se esconde,
se vela la fragilidad,
la sensibilidad,
la compasión,
el autocastigo,
el remordimiento,
la benignidad,
la flaqueza;

en resumen,
la humanidad del INDIVIDUO.

Una HUMANIDAD
que desprovista de POESÍA
se convierte en el mayor defecto
del HOMBRE.

Entiéndanme.

Cuando hablo de POESÍA
hablo de amor,
de morir sufriendo
mientras se sonríe mirando a la NADA,
a la inmensidad.

Hablo de arrepentirse ante la vida
que no vendrá.

Hablo de escribir a cualquier
mujer que pasa por la calle,
que no conocemos
y que nunca será nuestra
para salvarnos de nosotros mismos.

Hablo de las noches eternas
y las madrugadas que las suceden
cuando uno se aísla del mundo
en un estudio forrado con cartón;
rodeado de libros
con autores
que jamás le decepcionan
y con los que se puede
debatir sobre su obra
porque ya están muertos.

Hablo del ejemplo que éstos
nos brindaron al anteponer
su trabajo a su NOMBRE.

Hablo de no ser más que el recuerdo
anónimo en la calmada vida de las MUJERES
que compartieron una etapa fatigosa
de su existencia por nuestra culpa.
Debemos agradecerles,
que aun con trastornos psicológicos,
nos dejaran entregarles
lo ÚNICO
que teníamos
y que merecía
la PENA.

LA POESÍA

Se termina la humanidad
y TODOS sabemos qué significa esto.

AHORA sólo queda cargar con la cruz
hasta el monte calvario
para una CRUCIFIXIÓN en solitario