Manto
de negrura
OSCURA;
opaca
NOCHE
de silencio,
duelo
y MUERTE.
La pena
sólo
es la sombra
de los talones
de la tristeza.
Mi DOLOR
terminará
cuando
tus LABIOS
dejen
de guardarme
LUTO.
Quizá
una estela
desde Altea
ilumine
la golondrina
de mi pecho
haciendo
yacer
de él
VERSOS
sobre
amantes
fugaces,
CARNE
y SEXO.
Tal vez
la FE
en el dedo
índice
es sólo
VIRTUD
de los grandes,
pero a mí
todavía
me quedan
centenares
de POEMAS
en busca
de la RIMA
perfecta.
Esa
que describa
los ojos
de la mirada
furtiva,
el largo
cabello;
enredadera
de SUEÑOS
y fantasía,
los pechos
de orgasmos,
el vientre
sideral,
la flor
del DESEO
donde
libar
el flujo
de la VIDA
que sacie
mi lengua
bífida,
como
mi EGO
carnal,
divergiendo
entre
la ETERNIDAD
de un carpe diem
(en madrugadas
de sudor y saliva)
y la FUGACIDAD
de los restos
más prosaicos.
Seguiré
solo.
No seré
caminante
sin camino
sino marinero
navegando.
Obrero
del AMOR.
Proletario
de los VERSOS
aunque
mi escasa
«belleza»,
(puramente
conceptual)
sea
uno
de los muchos
defectos.
Aun
con todo,
sueño
con Pizarniks
sentadas
frente a mí
en una cama
enorme
que me desnuden
el ALMA
y me deshojen
el CUERPO.
Libertades
que perdonen,
brindándome
segundas
oportunidades,
y más
MUJERES
valientes
que me usen
como sábana
en madrugadas
de frío
e INVERNO.