Escritos de un joven indecente (XCI): no hagas deporte en otras camas

C

Echo
de menos
ACARICIAR
unas mejillas
sonrosadas
después
de hacer
el AMOR
durante horas
de forma
APASIONADA
y sin descanso.

ABRAZAR
con todo
mi esqueleto
una espalda
plateada;
resplandeciente
por el sudor
que hace
BRILLAR
la columna
vertebral
y la constelación
de lunares
en el manto
CARNAL
del encuentro.

Separar
los pétalos
que conforman
la flor;
comisura
labial
de la vida
(a escasos
centímetros
del vientre
donde se forja
la existencia)
con mi LENGUA
para fluir
en sus adentros
como
la GOLONDRINA
más vivaz surcando
la MAR
del SEXO.

Si una MUJER
me otorgase
el privilegio
de poder
moldear
su CARNE
una NOCHE
gélida
de invierno,
donde
la LUNA
iluminara
la piel
de escarcha
cálida
de su CUERPO,
le haría
el AMOR
con más
PASIÓN
que los guerrilleros,
los SONETOS
de Neruda
o el lobo
aullando
a la NADA,
y con más
DELICADEZA
que las
siluetas
susurrando
sobre
el silencio
del SEXO.

Orgasmos
en la garganta
derritiendo
huesos
y músculos,
gritos
atronadores
que preceden
a los truenos
certeros
en el interior
de su CUERPO.
Lágrimas tras
alcanzar
el cielo,
superar
a DIOS
en las alturas
y abrazar
el nirvana…

No te ofrezco
SEXO
vacío
ni goce
sin palabras
póstumas,
sino
una tierna
MIRADA
en los ojos
cristalinos
al penetrar
lo sagrado
junto a un
«soy tuyo
en este instante
y te amo».
BESOS
con la yema
de los dedos
y un susurro
con tu NOMBRE

a la vena
aorta
de tus LABIOS
cuando
estés llegando
al ÚLTIMO
ORGASMO…

ese
que
nos
hará
LIBRES.

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