En esta MADRUGADA
mi alma aúlla
al SILENCIO
y llora
por la espera
de esperar
lo que NUNCA llega
en VOZ alta:
un motivo certero
para saltar,
como Ícaro,
al VACÍO,
un alto el fuego
permanente,
un BESO
en los LABIOS
de la MUERTE…
Ese ansiado
beso
que cese
el zumbido
del avispero
que son mis SIENES.
Ese final
incierto
que se vislumbra
a lo lejos
y se acerca
desde hace TIEMPO.
Ese ̶ ««adiós» ̶
que asesine
por la espalda
al ̶ «hasta luego»- …
Ese fuego
del cañón
con que tantas veces
has SOÑADO;
el que te apunta
a bocajarro
para no errar
en el intento
y que el tiro
salga por la nuca.
Que las Diosas
son para los inmortales,
que los HOMBRES
soñamos
con unicornios azules
pero necesitamos
caballos sin alas
porque tenemos
PÁNICO
a las alturas
y la LIBERTAD
está
más
allá
del CIELO.
Sólo queda
ESCRIBIR
desde el anonimato,
contar golondrinas
buscando sus ochos
horizontales
en los cuales
se esconde
el futuro.
Viajar a Génova,
recoger caracolas
en la playa
de Altea,
escribir sonetos,
(pues aunque no lo crean
me di un tiempo
al encuadre de sílabas),
recrear
historias
de soldados
enamorados,
o IMAGINAR,
por ejemplo,
cómo sería
una ducha
junto a ELLA;
sintiendo su piel
de SIRENA
cubierta por el agua
CALIENTE
y el CUERPO
enardecido
del que por primera
vez
se siente
POETA
al ver
que sus VERSOS
han desvirgado
corazones
en el novicio
ARTE
de enamorarse
o que acompañan
en las madrugadas
más oscuras
a los perdedores
que ganaron
las VICTORIAS.
Que JAMÁS
pediré
una calle
en mi pueblo
con mi nombre,
que no creeré
en la fama
ni en el prestigio,
que no espero
vivir
a cuerpo de rey
o tener privilegios,
ni por supuesto
cambiaré
mi estilo
triste,
melancólico
o funesto
por las críticas
o los entredichos.
Que SOY
YO
el que no
se soporta
un poco menos,
pero sigo
aguardando,
sin MIEDO,
a que la MUERTE
me sorprenda
después
de poner
el punto
y final
a el que sería
mi último
POEMA.