Protección total y máximo placer

El verano ya está aquí y el sol comienza a hacer estragos en nuestra piel. Yo tengo una indeseable marca de tirante en el hombro izquierdo que lo demuestra.

Cada verano, se multiplican los mensajes de prevención ante las posibles consecuencias negativas de los rayos ultravioleta sobre nuestra piel desnuda, pero ¿qué pasa con nuestros ojos? Somos muy conscientes de otros efectos nocivos del sol en contacto con nuestro cuerpo como el cáncer de piel, las quemaduras, las insolaciones o incluso las arrugas, pero muy pocos prestamos atención a su incidencia sobre nuestros ojos. Y es que en general, la salud visual no está entre nuestras prioridades médicas.

Me llamarán loca cuando presumo de maxi gafas de sol en los días nublados (no olvidemos que los rayos ultravioleta son perjudiciales todo el año), pero no es que sea una fashion victim incomprendida o una celebrity que huye de los paparazzis, sino simplemente una persona con unos bonitos ojos verdes ultra sensibles al más mínimo rayo de luz. Permítanme que me tome la licencia de piropearme a mí misma, pero es que si no me quiero yo, ¿quién me va a querer?

Cegata practicante, culpable reconocida del uso abusivo de lentillas y adicta a las gafas de sol con más pulgadas que la tele de plasma del salón, soy incapaz de salir a la calle de día sin mi protección básica: mis gafas de sol. Y tampoco es que sea un sacrificio, porque no os voy a negar que me encantan y que si por mí fuera, las contaría por millones. Pero claro, como fiel enamorada de mis delicados ojos no puedo procurarles nada menos que la mejor protección. Así que, protección total para ellos y máximo placer para mí. ¿No es genial?

Es cierto que las grandes marcas de fast fashion nos ofrecen el mejor diseño de tendencia a precio asequible también en gafas de sol, pero temerosa de los efectos nocivos del sol sobre mis ojos, no puedo escatimar para garantizarles una protección 100% frente a los rayos ultravioleta. En estos casos, ¿no será mejor optar por la calidad antes que por la cantidad?

Para gustos…

Sea como fuere, personalmente suelo ser muy cuidadosa a la hora de comprar gafas de sol y, aunque debo admitir que los fabulosos diseños de los grandes imperios de la moda ‘de usar y tirar’ me tientan, prefiero acudir a establecimientos y firmas especializados en los que la protección está más que garantizada.

Enamorada de los clásicos, pero apasionada de los nuevos modelos, me encapricho de unas gafas de sol cada cinco minutos. Mientras bebo los vientos por la reinterpretación ligeramente redondeada de la icónica wayfarer de Ray Ban que popularizó Audrey Hepburn en ‘Desayuno con diamantes’, también suspiro por una de las coloridas maxi propuestas de Boss Orange para esta temporada. Claro que, tampoco podría resistirme frente a otra preciosidad como el  modelo postcards de Prada… Las posibilidades son tantas y yo soy tan débil… ¡Qué gran dilema se me plantea!

Audrey Hepburn en una escena de ‘Desayuno con diamantes’


Nuevo modelo ‘ojos de gato’ de Ray Ban.


Nuevos modelos Boss Orange.


Postcards’ de Prada.

En cualquier caso, por cuestiones de estilo, pero también por salud, las gafas de sol han dejado de ser un mero accesorio para convertirse en un ‘must have’ indispensable en cualquier look. Eso sí, siempre a la luz del día porque, ni el amor por la moda ni la preocupación por el bienestar de nuestros ojos, justifica el llevarlas de noche.

P.D: ¿Habíais pensado otra cosa al leer el titular, verdad? Pillines

 

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