El mundo de la moda tiembla ante las últimas noticias que denuncian las supuestas ‘actividades al margen de la ley’ de algunas firmas fundamentales en el sector. Y es que, si la semana pasada se ponía en tela de juicio el respeto a las normas laborales de grupos textiles tan importantes como Zara, hace sólo unos días se hacía público en Pekín un estudio en el que se exponen los supuestos atentados contra el medio ambiente y la salud pública en el proceso de fabricación textil de catorce marcas líderes en el sector.
Al parecer, tan sólo un mes después de haber denunciado el descubrimiento de restos de nonilfenol etoxilato (NPE) y PFC, sustancias prohibidas en la Unión Europea, en los vertidos de dos factorías textiles chinas que suministran a muchas multinacionales del sector, este estudio presentado por la organización ecologista Greenpeace, ha podido demostrar la presencia de estas sustancias en la ropa de firmas internacionales tan importantes como Adidas o H&M.
Según la organización ecologista que ha puesto en marcha esta campaña en contra de las irregularidades cometidas en el proceso de fabricación textil, dichas sustancias tóxicas podrían producir graves desarreglos hormonales que suponen una fuerte amenaza para el medio ambiente y la salud pública.
Mientras tanto, las autoridades brasileñas investigan a seis importantes grupos textiles tras varias inspecciones de trabajo en una serie de talleres textiles en la ciudad de Americana en el estado de São Paulo que se saldaron con la liberación de 52 empleados que trabajaban en condiciones análogas a la esclavitud.
De entre ellos, Zara es una de las más perjudicadas por esta operación de regulación de conductas tras descubrirse que los talleres investigados producían para la firma AHA, uno de los proveedores del grupo español.
Es por ello que toda la cadena productiva de la empresa española se ha visto sometida a examen y los sindicatos de la industria textil instan al gigante Inditex a ejercer un mayor control sobre sus proveedores con el fin de evitar este tipo de irregularidades. Situación crítica a la que la compañía ha hecho frente declarando su desconocimiento y oposición a este modo de proceder que atenta contra su Código de Conducta para Fabricantes y Talleres Externos que el proveedor había asumido por contrato. Por ello, le ha exigido la regulación de esta peliaguda situación generada por la subcontratación de un taller con empleados trabajando en condiciones infrahumanas cercanas al régimen de esclavitud.
Sin ánimo de buscar culpables ni señalar a nadie con el dedo yo me pregunto: ¿qué pasa con la industria textil?, ¿cuándo podremos estar seguros de que nuestra moda no atenta contra el ser humano vulnerando los derechos de los trabajadores o incurriendo en acciones irrespetuosas con el medio ambiente o perjudiciales para la salud pública? Y sobre todo, ¿por qué el capricho de unos tiene que ser la pesadilla de otros muchos?