¿Por qué cazar?

¿Deporte? ¿Entretenimiento? ¿Ecologismo? ¿Superpoblación? Para nosotros, y estoy seguro de que para muchos de vosotros, le pueden poner la etiqueta que quieran y llamarlo en cada momento como más oportuno crean. Pero todas estas definiciones, con sus respectivos argumentos, no son más que pura demagogia.

Portar un arma, esperar agazapado en un sitio a que tu víctima pase y con premeditación apretar el gatillo, acabando con su vida de un tiro certero, no tiene otro nombre que asesinato. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, asesinar es matar con premeditación, alevosía, etc., y en nuestra opinión la caza no es más que eso, asesinar animales.

Varias son las modalidades de esta práctica, y no podemos entender ninguna de ellas bajo ningún concepto. Por ejemplo, el tiro al pichón, donde un indefenso pichón, después de pasar varias horas encerrado, es lanzado por una máquina a gran velocidad sin miramiento alguno, para seguidamente caer abatido por un cazador. Otras como la montería, igualmente cobarde, y quizás la más practicada para asesinar a los animales de gran tamaño. Se realiza en una zona de varias hectáreas y consiste en esperar los llamados «puestos», donde se sitúan cazadores armados, a que otro grupo con jaurías de perros sueltos espanten a sus víctimas conduciéndolas a la línea donde serán avistados y alcanzados por múltiples disparos. Muchos de estos animales huyen heridos y su muerte todavía se hace más lenta y agónica. También otras veces se usan trampas, como el parany, técnica utilizada para capturar aves y que, a través de las llamadas perchas, esperan a que el ave se pose para atraparla, una vez se impregna en una materia viscosa que utilizan llamada visc. En otras prácticas se emplean aves cautivas para que atraigan con su canto a otras y a su vez caigan presas. Todo esto sin hablar de otras consecuencias que trae la caza como el plomo, que año tras año queda abandonado en el campo y humedales, siendo las aves acuáticas las más afectadas por la ingesta de perdigones al confundirlos con piedras que les ayudan a ingerir el alimento. España es uno de los países donde el plumbismo es más acusado. O, por otro lado, los perros que son adiestrados para atacar a otros animales como los jabalíes, y que en muchas ocasiones salen malheridos también a raíz de estos enfrentamientos.

Los defensores de la caza se escudan en varios argumentos, y quizás el más usado es cuando dicen que la caza «controlada» es buena porque ayuda a mantener en equilibrio la naturaleza, que evita la superpoblación y que, gracias a ello, un cazador dentro de este planteamiento se considera un buen ecologista. Esta defensa de la caza está bien vista por la sociedad en el sentido de que todo lo que hace alusión a la ecología goza de una cierta simpatía últimamente. Pero si lo analizamos un poco más detenidamente, yo preguntaría: ¿cuándo hemos visto ciervos, liebres, perdices, muflones…cerca de las ciudades o en grandes manadas? Obviamente nunca, la superpoblación se puede dar en ocasiones y en ciertos casos, pero como para sentenciar de por vida la defensa de la caza más bien no. En cuanto a que la caza sirve para mantener el equilibro, que nosotros sepamos, la Naturaleza y la Tierra siempre se han mantenido en equilibrio por sí mismas. Y el que no lo crea o simplemente tenga interés en el tema, que mire los años del planeta y cuándo empezó el ser humano a habitarlo.

Dicen también que lo hacen por disfrutar de la naturaleza, sentir la libertad que ofrece, pero ¿cómo se puede sentir una persona libre a la vez que está arrebatando la vida a otros seres vivos?

Con un poco de empatía, podemos deducir que la caza para nada es una práctica lícita. Significa una forma más de explotación animal, en este caso por diversión. No hay ninguna necesidad. Hoy en día y partiendo de que fuese ineludible el consumo de carne, tienes toda la que puedes querer o necesitar en cualquier supermercado; es absurdo salir al monte en busca de más víctimas inocentes. Ni podemos ni queremos entender qué pasará por la mente de un cazador cuando finalmente aprieta el gatillo sobre su víctima indefensa.

Si hay gente interesada en este y otros temas de defensa animal, en la provincia hay algunas asociaciones dedicadas a esta actividad. Por ejemplo, en Villena tenemos a RYTA, colectivo de respeto y tolerancia animal. En Alicante también está AlicanteAnimalista, grupo bastante activo en el último año. Y aquí, entre Elda y Petrer, se encuentra Fauna Libre. Si queréis participar en este gran y ético movimiento, podéis contactar con faunalibre@hotmail.es, para disponer de información sobre esta y las diversas asociaciones que se extienden por la provincia.

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