Aunque pueda parecerlo, no, no está equivocado el orden del encabezamiento de este escrito; después de muchos meses de protestas por parte de la ciudadanía eldense ante la amenaza de la sustitución de la Plaza de Castelar, por algo desconocido y ajeno a nuestra idiosincrasia, estamos asistiendo con dolor e impotencia a la destrucción del último vestigio que evidenciaba nuestra historia como pueblo con personalidad propia.
Para nuestra desgracia y durante muchos años, hemos estado gobernados por personas a las que poco o nada les ha importado ni la opinión ni el bienestar de sus conciudadanos. En un afán de demostrar su prepotencia, y en nombre del mal llamado progreso, han ido borrando las huellas del pasado de un pueblo trabajador y próspero, convirtiéndolo en una sombra imprecisa de aquello que fue. Cada uno de ellos, a su paso por la alcaldía, ha estampado su firma en los muchas veces descabellados y costosos proyectos que han llevado a cabo. Objetivos que una vez conseguidos, se han abandonado a su suerte, convirtiendo a Elda en la ciudad con más ruinas modernas por metro cuadrado, en muchas millas a la redonda.
Ahora le ha tocado a la Plaza de Castelar.
Esta actitud se parece mucho al proceder de un niño caprichoso que una vez conseguido el juguete de sus sueños, lo abandona exigiendo que el próximo sea más grande y costoso.
No se sabe si piensan destruir el murete que marca el perímetro de la Plaza, que por cierto, está construido con piedra de Bateig y sería un verdadero crimen que acabase en una escombrera o en el almacén de un constructor avispado. En realidad poco se sabe del proyecto, solo se sabe el sablazo que nos va a caer. Como si en nuestra ciudad no hubiese problemas más graves y acuciantes en que utilizar esa enorme cantidad de dinero, en el supuesto de que se cuente con ella.
De toda esta serie de despropósitos destaca la actitud chulesca y despótica con que se está tratando a la ciudadanía en esta ocasión; el desdén con que miran hacia otro lado con sonrisas despectivas, cuando se les pide un mínimo de información; sin querer atender las demandas de diálogo, amparándose en la mayoría absoluta, para satisfacer un capricho personal y sin sentido con caudales ajenos. Bueno, no tan ajenos, concretamente, nuestros.
Parece que han olvidado de donde vienen y sobre todo a donde van, con esa actitud tan necia que produce la ignorancia, de considerarse por encima del bien y del mal.
De momento Goliat parece que está venciendo a David, esperemos que en fechas próximas (las de las elecciones), se le pueda dar la razón al pasaje de la Biblia.
Como buenos déspotas, Pedrosa junto a toda su corte, dejan su Arco del Triunfo, a costa de estrangular los servicios del municipio.
Salud y ciencia!