*Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista Alborada nº 38 -1993
El excepcional documento que dio pie a este trabajo fue rescatado por Adela Pérez Albert, «hija de Elda» (como ella misma dice), hace más de cuarenta años. Desde entonces, este antiguo «nodo» cinematográfico en formato antiguo de 16 milímetros ha vivido una peculiar trayectoria. Pasó dos años en auténtico anonimato, paseó por distintas manos durante otros treinta y, en 1991, fue donado al Ayuntamiento, según su originaria dueña, «como patrimonio del pueblo de Elda». Desde entonces, la concejalía de Cultura ha sido la encargada de guiar «el último capítulo» de este hallazgo. Las imágenes, por lo tanto, tienen un curioso valor circunstancial y han servido para rescatar parte de la memoria histórica de nuestra ciudad.
La primera de las escenas descubre una panorámica de lo que era la ciudad por aquellos entonces; un pueblo de edificaciones relativamente bajas que se extendía desde el castillo hasta el antiguo Parque de Atracciones, y cuyos límites en dirección oeste se podrían encontrar a la altura de la Plaza Sagasta. La extensión de Elda en los años 20 conformaba un triángulo (Castillo-Parque de Atracciones- Sagasta), equivalente a una quinta parte de la edificación de hoy en día. La película continua con imágenes de la antigua estación de trenes (que un año después sufriría la primera de las remodelaciones y se encontraba justo enfrente de la actual) y con la llegada del «correo’ a Elda y de numerosas personas que, al haber empezado el cartel taurino primaveral en Alicante con motivo de la festividad de San Juan, se desplazaban a la capital alrededor de las cuatro y media de la tarde.
Posteriormente aparecen escenas de la Plaza de la Constitución, cuyo nombre actual es el mismo, y de la Plaza de Topete, denominada ahora Plaza del Sagrado Corazón de Jesús. Popularmente estos frecuentados espacios se conocían como «Plaza de Abajo’ y «Plaza de Arriba», acepciones que aún hoy en día pueden escucharse, sobre todo, en los más mayores. Tal y como se observa en las imágenes, y tal y como pudimos confirmar con testimonios escritos y hablados, la casi totalidad de la actividad comercial de Elda en los años veinte se desarrollaba en estos dos espacios. Además, muchos de los productos que allí se ponían a la venta procedían de las tristemente desaparecidas huertas de la ciudad. Curiosamente, el único puesto de venta de pescado en esos años era el templete que aparece en el centro de la Plaza de Topete. El domingo, según nos han contado los niños y niñas de aquellos entonces, era uno de los días preferidos por los pescadores o comerciantes de la provincia para traer el pescado fresco a Elda. La escena de la Plaza Sagasta nos muestra una de las primeras imágenes de este emblemático lugar después de haber sido restaurada. Y para recuerdos curiosos la imagen de «el tío sopicas’, el vox populi o vocero, que aunque se sale de plano por aquello de la adecuación del antiguo formato de cine a vídeo, ha dejado en la memoria de muchos sus tonadillas para leer los bandos oficiales y los precios de los alimentos del día.
A mitad de la cinta recuperada, y como elemento protagonista, aparecen las imágenes del antiguo Parque de Atracciones, del que en este número se ha elaborado un extenso reportaje. La casualidad de celebrarse un partido de «foot bal!» (término inglés originario del que procede el castellanizado «fútbol»), acaparó por lo visto la atención tanto de la gente como del cámara, y el reportaje sobre el «Parque» acabó centrado en el encuentro de balompié entre el C.D. Eldense y el Elche C.F. La utilidad del parque era, sin embargo, muy de la «Procesión del Rebañito» nos diversa, tal y como expone Antonio muestra una tradición religiosa que se Juan en su reportaje. Las imágenes perdió con el paso de los años. Se celebraba el día del Buen Pastor, y en ella participaban todos los niños y niñas que habían tomado la comunión ese mismo año. El sacerdote que aparece tímidamente junto a la imagen era D. Miguel Díaz Sánchez, antiguo «cura ecónomo de la parroquia petrerense de San Bartolomé» que fue nombrado «cura propio de Santa Ana» el uno de junio de 1927. Junto a él se han podido reconocer a D. Narciso Catalán Romero, «coadjutor de Santa Ana» y al entrañable «sacristán». La imagen del Buen Pastor que aparece en la procesión fue destruida en la Guerra Civil y, como puede observarse, aparece adornada para la ocasión con las primeras cerezas y las primeras «pereticas de San Juan».
Las escenas del Casino Eldense son, quizá, las más representativas de la época. Por aquellos años el Casino era, como ahora, una sociedad privada, pero tenía una gran afluencia de público tanto fuera como dentro de sus jardines. Se podría decir que era el único escenario lúdico y que todos los paseos y todas las citas tenían que pasar necesariamente por él.
Y con la imagen de la famosa almazara del alcalde Francisco Alonso, que se encontraba al final de la calle Nueva, acaba el material rescatado de las garras del olvido. En esta última parte se ve claramente al entrañable y dicharachero «tacón cubano» acompañado de su segunda mujer, de sus dos hijas Paqui y Espezanza Alonso, y de un mozalbete que no es otro que Emilio Pérez Rosas. Esperancita y Emilio son los protagonistas del último plano. Esta imagen, mejor que ninguna, simboliza la recuperación de este fantástico documento y, sobre todo, la recuperación del recuerdo de esos años. Un recuerdo, ahora sí, que jamás se perderá.
Historia del descubrimiento
A mediados de los años cincuenta, Adela Pérez Albert y su marido, Francisco Poveda Rico, trabajaban en la industria del calzado. Un día cualquiera recibieron el consejo de utilizar fragmentos de celuloide cinematográfico y mezclarlos con disolvente para conseguir un buen pegamento. Adela, ni corta ni perezosa, se puso en contacto con un antiguo operador del desaparecido Cine Coliseo y consiguió en Alicante quince kilos de películas desechadas. «Cuando estaba cortándolas a trocicos me dí cuenta de que en una de ellas aparecía el nombre de Elda, entonces la guardé junto con una de dibujos animados y otra de una fábrica alicantina». Después del descubrimiento, Adela dejó su pequeño tesoro en el interior de un cajón durante dos años pero al final, decidió enseñárselo a Ramón Sellers, propietario del «Coliseo», para poder ver la película de Elda proyectada.
Este fue el principio de una turbulenta historia que hizo que esta reliquia desapareciera de la manos de su propietaria durante mucho tiempo. Después de la primera proyección se hizo una segunda sin la autorización de Adela. Ella se quejó y pidió que le devolvieran la película. Sellers le contesta que ya no la tiene en su poder; que se interesó por ella un empleado del antiguo ayuntamiento gobernado por José Martínez ,»El Aragonés», llamado Justo. Adela, ante las evasivas que recibe de los responsables públicos y con la decisión que le caracteriza, pone el asunto en manos de un abogado. Sin embargo, no hizo falta llegar a los tribunales. Un cabo de la Policía Municipal se presenta por la noche en la antigua casa de Adela, situada en la Plaza Sagasta, y le devuelve la película advirtiéndole que no vuelva a «remover el caso».
Pasaron muchos años hasta que esta buena mujer olvidara el enfado y el susto que pasó con «la peliculita dichosa». Hasta treinta años. Entonces apareció en escena Antonio Poveda en 1983. El antiguo director de la Casa de Cultura y actual responsable del Museo Arqueológico, se interesa por las imágenes y consigue, finalmente, que el Ayuntamiento asuma la responsabilidad de recuperar y difundir la película de los años veinte. En el verano de 1991, la concejalía de Cultura se hace cargo de este antiguo «nodo’ cinematográfico y lo envía al Departamento de Recuperación y Conservación del Instituto Valenciano de Artes Escénicas, Cinematografía y Música. Hace unos meses se recibió en el ayuntamiento un sobre con una cinta de vídeo en la que aparecían las imágenes restauradas. Adela Pérez, por fín, vió el resultado del interminable proceso por el que había pasado su pequeño tesoro. Desde entonces, EMIDESA ha realizado un esfuerzo para que las imágenes pudieran incluirse en este número de ALBORADA de la forma en la que se han presentado; confirmándolas, documentándolas y realizando un vídeo de presentación de toda esta historia en cuatro meses escasos. Ojalá que este trabajo consiga trasmitir el objetivo que perseguía: el cariño por lo nuestro y por los nuestros.
Claves de la película
Las imágenes recuperadas fueron tomadas en la primavera del año 1928 por un reportero valenciano apellidado Coquillar que formaba parte de la empresa valenciana «Apolo Films». Esta grabación fue encargada por el entonces alcalde de Elda, Francisco Alonso (conocido popularmente como «tacón cubano’) para inmortalizar el esplendor del antiguo Parque de Atracciones, situado en los terrenos que actualmente ocupa el pabellón ferial. La localización de estos primeros datos fue posible gracias a la información gráfica del propio reportaje y a los testimonios de alguna de las personas implicadas en la película, como su dueña originaria, Adela Pérez, o los protagonistas del último de los planos, Esperanza Alonso y Emilio Pérez Rosas, que aunque han crecido un poco más conservan intactos sus recuerdos de infancia. Posteriormente, la fecha y la autoría de este material han sido confirmadas con algunos documentos (como la crónica del partido de fútbol incluido en la película, aparecida en el «Idella» del siete de julio de 1928) y con las primeras referencias cronológicas apuntadas por escenas como la «Procesión de El Rebañito’ (festividad religiosa que antiguamente se celebraba el día del Buen Pastor; el cuarto domingo después del Domingo de Resurección). Todo parece indicar, por lo tanto, que la filmación se hizo en dos fines de semana; el domingo 6 de mayo de 1928 (Día del Buen Pastor de aquel año) y el domingo 1 de julio de ese mismo año (día en el que se disputó el encuentro de fútbol comentado).