*Nota: este artículo fue publicado originalmente en Alborada 50 – 2006 con el título ‘Hace 75 años fue proclamada la Segunda República’
Ámbito nacional
Fue 1930 un año pródigo en acontecimientos que cambiarían el panorama político nacional. El general Miguel Primo de Rivera, instaurador de la Dictadura, concluyó su mandato de siete años en la presidencia del Gobierno al presentar su dimisión al monarca español. Renuncia deseada y aceptada por el rey D. Alfonso XIII con el propósito de evitar el naufragio de la Monarquía. Por voluntad real, al general Primo de Rivera le sucede el general Dámaso Berenguer, jefe de la Casa Militar del Rey, persona de su confianza que algo tuvo que ver con la tragedia de Annual, en la guerra del Rif. El Gabinete Berenguer apenas gobernó un año e intentó hacerlo con menos rigor que su predecesor Primo de Rivera; por dicha causa, se le aplicó a su mandato el calificativo de “Dictablanda”. Dámaso Berenguer, abrumado por el peso de los acontecimientos, una semana antes de dimitir convoca elecciones municipales a celebrar en toda España el 12 de abril del siguiente año 1931. En realidad, tales comicios serán un auténtico plebiscito en el que se decidirá el cambio de régimen político. Al general Berenguer le sucede en la presidencia del Gobierno el almirante Juan Bautista Aznar quien, transcurridos casi dos meses, también presentará al rey la dimisión de su cargo. Con su dimisión finaliza el periodo dictatorial impuesto por Primo de Rivera en 1923 y se acelera el proceso del final del reinado de Alfonso XIII. Los comicios celebrados el domingo 12 de abril darán el triunfo a la coalición republicana. Dos días después, es proclamada la Segunda República Española y el Rey Alfonso XIII, sin abdicar, abandona Madrid y embarca en la base naval de Cartagena camino del destierro.
En aquel convulso mes de diciembre de 1930, con el general Berenguer en la presidencia del Gobierno, acontecieron hechos que arrastrarían a la Monarquía a su consumación: huelgas, enfrentamientos de las masas con la fuerza pública, intensa actividad conspiratoria de políticos e intelectuales y pronunciamientos en Jaca y Cuatro Vientos. Ambos pronunciamientos fueron reprimidos por el Gobierno y los insurrectos de Jaca, capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, sometidos a juicios sumarísimos, son condenados a muerte. La sentencia se cumplió a primeras horas de la tarde del mismo día de la celebración del juicio; ambos capitanes fueron fusilados ante las tapias del polvorín de Huesca. En la base aérea de Cuatro Vientos, los principales responsables del pronunciamiento, el general Queipo de Llano y el comandante Ramón Franco, héroe de la hazaña del Plus Ultra y hermano del general Franco, corren mejor suerte y logran escapar en avión rumbo a Portugal.
Ante el mal cariz de la situación en el país, el gobierno del general Berenguer establece en todo el territorio español el estado de guerra y decreta el cierre de los centros de los partidos republicanos, ordenando el arresto de sus miembros más destacados. Entre los detenidos en aquellas circunstancias figura casi la totalidad de los componentes del Comité Revolucionario, futuro gobierno provisional de la República. Ésta, proclamada el 14 de abril, tuvo un recibimiento delirante, pletórico de entusiasmo.
Desde el insólito y teatral golpe de estado del general Pavía de 1874, que supuso el final de la efímera y agitada I República, con apenas un año de subsistencia y cuatro presidentes al frente de sus gobiernos, hasta la proclamación de la II República, había transcurrido poco más de medio siglo reinando los Borbones en España; período que engloba las épocas de la Restauración, la Regencia y el reinado de Alfonso XIII. Un sector del pueblo español, hastiado del inmovilismo de los gobiernos monárquicos, apostó y puso sus esperanzas en la naciente II República, aceptada por todos en función de sus intereses. No transcurrirían demasiados días en bajar el nivel de los entusiasmos manifestados en su proclamación. El ambiente político y social, en el transcurso de los cinco años republicanos, fue de mal en peor y, en 1936, se produjo el estallido de la Guerra Civil de tristes consecuencias para España entera.
Escenario eldense
Elda siempre ha destacado por el talante liberal y progresista de sus habitantes. El pensamiento político de Emilio Castelar, sin duda, debió ejercer su influjo en la querencia republicana de los eldenses. De la admiración y devoción del pueblo de Elda por el “gran hombre”, da testimonio el hecho de llevar su nombre una calle, una plaza y un grupo escolar. Además, Elda le levantó un monumento para perpetuar su memoria.
En las tensas y agitadas jornadas previas a la caída de la Monarquía, Elda protagoniza una serie de sucesos que, sumados a los acontecidos en el ámbito nacional, contribuirán a la instauración de la República. Sucintamente, citaremos algunos de los sucesos acaecidos en Elda desde finales de 1930 hasta el mes de abril de 1931, reflejo de cuanto acontecía en la España de aquellos días. La industria zapatera de Elda, a lo largo de 1930, atraviesa una de sus habituales crisis y las huelgas promovidas por los obreros de las fábricas contribuyen a caldear el ya tenso ambiente social; en el pueblo se vive en un clima de crispación y rebeldía. Ante tales circunstancias, la autoridad municipal establece el control de los accesos al pueblo y es obligado disponer de salvoconducto para entrar o salir de Elda. Algunos elementos díscolos desahogan su instinto revolucionario haciendo trizas las placas que dan el nombre del Rey, Alfonso XIII, a la denominada ahora calle Nueva. Sobre mediados de diciembre, a un paso de las fiestas navideñas, dada la gravedad de la situación tras los acontecimientos de Jaca y Cuatro Vientos, se declara el estado de guerra en todo el país y la autoridad gubernativa ordena el cierre del Círculo Republicano y la Casa del Pueblo de Elda. Se procede a la detención de algunos miembros, los considerados más destacados, entre ellos José Maestre Vera y los hermanos Bañón. Los detenidos en esas jornadas permanecerán en prisión en Alicante durante tres meses, hasta su liberación en marzo del siguiente año, un mes antes de celebrarse las elecciones convocadas para el 12 de abril. El miércoles 17 de diciembre, un gentío compuesto de curiosos y elementos perturbadores se congrega en los andenes de la estación del ferrocarril de Elda, y allí se produce un incidente comentado después en las páginas del diario católico El Debate, rotativo madrileño dirigido por el periodista Ángel Herrero Oria, futuro miembro del Sacro Colegio. El escritor e historiador D. Vicente Ramos, Cronista Oficial de la Provincia de Alicante, en su documentado e interesante libro La Segunda República en la provincia de Alicante incluye, íntegramente, la crónica del diario madrileño y, por lo curioso de su contenido, consideramos oportuno darlo a conocer seguidamente: “Sumaban los curiosos cerca de quinientos, y casi no podían pasearse por el andén. Coincidió este instante con el paso del rápido de Alicante. En uno de los coches iba un guardia civil joven que, mientras duró la parada, permaneció asomado a la ventanilla. Un grupo de mozalbetes empezó a insultarlo. Pero al arrancar el tren, los insultos arreciaron y el guardia hizo el ademán de enfilar el fusil sobre el grupo. Ello bastó para encender una ira revolucionaria en el populacho. Se inició por algunos el propósito de levantar la vía. Lanzando gritos subversivos, los revoltosos levantaron uno de los carriles en una extensión de 15 metros y dejaron los trozos de la vía tirados por el suelo. Ocurría la escena a la una de la tarde y con ella quedaba interceptada la comunicación ferroviaria. Momentos después abandonaban la estación los revoltosos.
La interrupción, que duró casi cinco horas, ocasionó la detención de dos trenes, uno ascendente y otro descendente, que era el especial que transportaba las tropas de la Legión, que colaboraron en arreglar la vía. En Elda, abandonada la estación por los huelguistas, éstos, portando la bandera tricolor, proclamaron la República. El Alcalde mandó cerrar las puertas del Consistorio. Al detenerse el tren que transportaba a los legionarios de la Sexta Bandera, mientras unos, como hemos dicho, cooperaban en arreglar la vía, otros marcharon a la población con el objetivo de tomar el castillo, donde había congregados números curiosos, dando la impresión de que se trataba de fuerzas revolucionarias con el ánimo de ofrecer resistencia. Dividida en dos bandas la compañía, avanzaron veloces los del Tercio a paso militar, con las bayonetas caladas y dispuestas las ametralladoras y las bombas de mano. Subieron corriendo por las calles ante la estupefacción de los vecinos y se dirigieron a las laderas del cerro. Los curiosos que coronaban el castillo se precipitaron despavoridos y fueron todos a ponerse en lugar seguro. Un guardia dijo entonces al comandante que no había cuidado, que la gente era pacífica. Y, tranquilizado, éste destacó una sección de cincuenta hombres que enseguida ocupó el cerro. Emplazaron entonces en él varias ametralladoras que enfilaban la plaza de Abastos, donde está el Ayuntamiento y donde principalmente se reunían los revoltosos. El despeje fue general y completo. Sólo un pequeño grupo de rebeldes se sintió con valor para hacer frente a los legionarios. Se dirigieron al Círculo Republicano en busca de armas, pero como no las había, terminaron por recluirse también en sus casas”.
Prosigue el diario madrileño: “Dueña de Elda la Legión y tomado el castillo, implantaron el orden de la manera más rigurosa y enérgica. El jefe del Tercio conferenció entonces con el Gobernador Militar de Alicante, general Cano Ortega, quien le ordenó la detención de la directiva del Círculo Republicano. Un grupo de legionarios se dirigió inmediatamente a la calle de Alfonso XIII, acompañados de la Guardia Civil, que, desde la llegada de la Legión, había salido de su acuartelamiento. Formaron un cuadro a las puertas del Círculo, después de haber colocado una ametralladora a cada lado de la calle. Los curiosos les aplaudían y vitoreaban. El sargento de la Guardia Civil, con una pareja y otra del Tercio, entró en el Círculo sin resistencia alguna. Encontraron allí solamente algunos muchachos y volvieron a salir a la calle a la media hora con unos documentos en la mano. No se practicó ninguna detención, los legionarios abandonaron Elda entre los aplausos de la multitud. Marchó el tren cerca de las seis de la tarde, y la noche transcurrió tranquila”.
Al siguiente día, de madrugada, tras la marcha de los quinientos veinte “novios de la muerte” de la VI Bandera de la Legión, llegaron a Elda los soldados de una compañía del batallón de Cazadores de Tarifa. Éstos permanecieron unos días en Elda alojados en la vieja posada de la calle Maura.
La huelga acabó el 22 de diciembre y hubo doce detenciones. El día 24 de enero de 1931 se levanta el estado de guerra y, a mediados de marzo, los eldenses presos en La Provincial de Alicante son puestos en libertad. Al paso de los días, a medida que se acerca la fecha de las elecciones municipales, las primeras a celebrar en España desde la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera, cobra mayor intensidad la pasión y la actividad política. En Elda, la candidatura republicana la integran Maximiliano García Soriano, Luis Nieto García, Emiliano Vera González, Joaquín Vera Pérez, Aquilino Bañón Sáez, José Ruano Pérez, Martín Llopis Taltavull, Emérito Maestre Pérez, Marciano A. Salgado Sánchez, Vicente Gil Navarro, Luis Arráez Martínez, Miguel Martínez Debés y Juan Lorenzo Carpena. De los actos preelectorales celebrados en Elda, el de mayor relieve tiene lugar en el Teatro Castelar el jueves 9 de abril, ocupado totalmente por un público entusiasta y apasionado que acude al acto a dar fe de su adhesión a la causa republicana. Durante la celebración del mitin, se leen unas cuartillas del alicantino Carlos Esplá, hermano del genial compositor Óscar Esplá. Rodolfo Llopis, también alicantino, líder del Partido Socialista, pronuncia un elocuente discurso. Ambos estaban destinados a ejercer importantes cargos políticos al instaurarse la República en España. La intervención de oradores de la localidad contribuyó a caldear el entusiasmo de los asistentes; fueron constantes las ovaciones y los vítores durante el transcurso del acto político celebrado tres días antes de las anunciadas elecciones.
El semanario local Horizonte, en su número 5 de fecha 11 de abril, vigilia electoral, dedica la edición, casi en su totalidad, a solicitar de los eldenses su voto a favor de la candidatura republicana. El semanario incluye escritos de Carlos Esplá, Luis Nieto García, José Capilla y algún otro que no firma su colaboración. En todos ellos, el fervor por la causa republicana es la nota más sobresaliente.
La coalición republicana-socialista obtiene en Elda una mayoría aplastante en las elecciones del 12 de abril al conseguir 9.029 votos, frente a los 214 logrados por los monárquicos. El triunfo republicano en España se anuncia en Elda en el Cine Coliseo durante el entreacto de la representación de la zarzuela La Dolorosa. El titular de la compañía, Vicente Sempere, exhibe en el escenario una enorme bandera tricolor, la nueva enseña nacional, aclamada por el público. Al día siguiente, en Elda, como en el resto de España, hubo manifestaciones callejeras, donde se hizo patente el sentimiento popular por el triunfo de la República. Gentes alborozadas tomaron la calle pacíficamente, enarbolando la bandera tricolor, cantando y vitoreando al naciente régimen, acompañados por músicos locales, intérpretes del himno de Riego y La Marsellesa. No faltaron en los escaparates de los comercios y en múltiples hogares eldenses las efigies enmarcadas de los capitanes Fermín Galán y García Hernández, proclamados mártires de la II República.
Han transcurrido 82 años desde la proclamación de la II República en España. Acontecimiento alentador de esperanzas en las gentes de nuestro país. Supuso la gran oportunidad para medrar; oportunidad una vez más perdida, como en otras ocasiones, a lo largo de la historia de España. La II República tuvo, como propósito, regenerar la estructura socio-política del país. La República se proclamó, eufórica y pacíficamente, con el ambicioso proyecto de modernizar España. Una España con lastre de analfabetismo, tara impropia de un país civilizador de tantos pueblos de allende los mares. La joven República, en su intento de llevar adelante sus programas renovadores, especialmente en lo social, tropezó con no pequeños obstáculos: la intolerancia y las exigencias de los extremismos existentes en los dos campos de la política, a derecha e izquierda. Pese al cúmulo de dificultades, la República obtuvo logros muy positivos en el ámbito cultural, especialmente en la docencia. Mi generación, hoy vanguardia de la senectud, pudo ser conejillo de indias en la experimentación de los modernos programas educativos de la República. La Guerra Civil abortó los proyectos del régimen republicano y no se dispuso de tiempo suficiente para recoger sus frutos.
Artículo por Julio A. Capilla Bellot.
Fuentes consultadas
· RAMOS PÉREZ, V.: La Segunda República en la provincia de Alicante. Tomo I. Alicante. 1983.
· NAVARRO PASTOR, A.: Historia de Elda. Tomo II. Publicaciones de la Caja de Ahorros Provincial. Alicante. 1981.
· TUÑÓN DE LARA, M.; La II República. Volumen I. Siglo XXI Editores. Madrid. 1975.
· DE LA CIERVA, R.; Acoso y derribo de Alfonso XIII. A.R.C. Editores. Madrid. 1995.
Mi padre conoció a Luis Arraez Martínez (Distrito 3), con el que había tenido debates en diferentes negociaciones en los años anteriores a la guerra, que fue nombrado gobernador de Málaga y que huyó a Valencia cuando se perdió Málaga. A primeros de Abril de 1939 lo cogieron en Alicante y lo fusilaron por haber ostentado un cargo político, acusado de rebelión por los que habían dado el golpe de estado.