En 2009, en el primer año de vida de esta publicación, publicamos una simple nota informando sobre la presencia de rovellones en el término. Para nuestra sorpresa, fue vista por más de 90.000 personas y es una de nuestras informaciones más vistas de siempre. Días después, la locura por el níscalo alcanzó nuevas cotas con la llegada de decenas de buscadores a nuestro término. Durante esos días, había tal cantidad de coches, por ejemplo en la subida de los Chaparrales, que parecía que regalasen dinero en la cumbre. Fruto de esta presión humana, excesiva para el ecosistema, junto a otros problemas -como la presencia de cazadores furtivos-, la Conselleria, propietaria del terreno, optó a finales de octubre de ese mismo año prohibir el acceso al tráfico a motor en las pistas forestales del Cid y Chaparrales.
Desde entonces, y más en una periódico que siempre ha intentado destacarse por su labor medioambiental, las informaciones sobre el fenómeno tratamos de hacerla con cautela. Sin embargo, y aún con sus riesgos, nos parece absurdo no informar, porque a ningún recolector aficionado se le escapa la realidad: este otoño va a ser histórico en cuanto a la presencia de setas en nuestro término. Se han cumplido todas las condiciones: ha llovido en abundancia, y en general, de manera constante y positiva, como hacía mucho que no lo hacía, y vamos a disfrutar de unos meses exuberantes; sólo necesitamos ahora un poco de sol para que los preciados hongos echen para arriba y se muestren a los paseantes. Lo único que podría privarnos de una temporada excelente son las heladas, que todavía no han hecho acto de presencia.
Así las cosas, ya se han recogido los primeros rovellones; y adjuntamos imágenes de los primeros que han aparecido. Teniendo en cuenta que siempre se corre el riesgo de que se pudran de no recogerlos (tienen un ciclo vital de cuatro-cinco días una vez que se desarrollan), parece que sólo resta hacerlo de una manera ordenada y sostenible.
El preciado hongo es el centro de todas las miradas, pero en nuestro término podemos encontrar otras setas comestibles que no le desmerecen, como las setas de olmo y de cardo. Las setas de cardo, de carne blanca y compacta y color variable, es una de las variedades más identificables, pues siempre crecen cerca de las matas de cardo, de cuyas raíces se nutre. Ello hace que su recolección deba ser muy cuidadosa, cortándola y no arrancándola y prestando atención en no esquilmar el setal. En la cocina es una seta de gran sabor que mucha gente la consume sencillamente a la plancha pero que también acompaña muy bien a la carne y el pescado, ya sea en cazuela, al horno, etc. La otra variedad que también se busca en nuestro término, aunque en menor medida, es la seta de olmo, considerada de menor valor gastronómico que la de cardo, pero sin embargo más abundante. Son setas que se reúnen en grandes grupos, partiendo de una misma base y formando pisos o escalones. No sólo crecen en olmos, sino en otros árboles caducifolios, como chopos o sauces (que no abundan en el término, claro está), y en ocasiones incluso sobre cepas de vid envejecidas. Es muy tradicional su consumo a la parrilla.
Todos los años, desde instituciones oficiales, se recuerdan algunos consejos a la hora de ir a la recogida. Trascribimos ahora algunas de las recomendaciones más importantes:
– En los bosques crecen especies tóxicas que pueden llegar a ser mortales. Es por tanto, absolutamente imprescindible hacerlo con las mayores garantías, por ello es recomendable ir las primeras veces guías de campo y acompañados por expertos. Si se tienen dudas, mejor abstenerse.
– Evitar recoger setas en lugares próximos a las carreteras, industrias o vertederos donde se concentran sustancias tóxicas. En la zona, por ejemplo, antiguamente crecían champiñones en la ribera del Vinalopó; hoy, de haberlos, mejor dejarlas estar, por la contaminación del río.
– Nunca coger más de seis kilos por persona, a partir de ahí se considera aprovechamiento forestal y se necesita permiso especial. Nunca coger, tampoco, tras lluvias fuertes, pues las setas se pudren rápidamente.
– A la hora de su recolección, es muy importante cortarlas con una navaja, y no arrancarlas, y dejar algunos ejemplares para asegurar su reproducción. Colocar en cestas de mimbre y no en bolsas de plástico.
– A la hora de cocinarlas, antes hay que limpiarlas bien y airearlas. Deben consumirse en poco tiempo, mientras conserven el sabor y el aroma, y no es recomendable consumirlas crudas. En caso de aparecer molestias, acudir al médico.
Me ha gustado mucho el reportaje,pero sobre todo las fotografías.
A mi me gustaria mucho poder gustarlos.