A la crítica coyuntura económica, de la que ya están cansados de leer, se le ha sumado en este retorno de vacaciones varios elementos que están haciendo de septiembre una «cuesta» todavía mayor que la de enero: la subida del IVA, la subida de las tasas municipales y, sobre todo, el pago del IBI. De este último pago, en cumplimiento de un Real Decreto y ya determinado desde principios de año, había tiempo para preverlo y ahorrar, pero su llegada ha supuesto un duro palo monetario para muchas familias y las consultas y quejas a la oficina catastral del ayuntamiento están a la orden del día durante todo el mes. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
¿El impuesto más justo?
Vayamos por partes, definiendo con claridad, en primer lugar, el propio impuesto. En teoría, el Impuesto de Bienes Inmuebles (el IBI) es el impuesto más importante para el Ayuntamiento, por dos aspectos esenciales: la cuantía de su recaudación ( más de 7.500.000 euros anuales, el equivalente a casi 1.300 millones de las antiguas pesetas), y por la posibilidad de redistribución de la riqueza recaudada, puesto que los políticos de turno pueden asignar los recursos obtenidos de acuerdo con sus programas.
Además, podemos considerarlo «justo», en el sentido de que grava progresivamente la riqueza (quien más tiene, más paga), y de su naturaleza también podemos destacar lo asimilado que está entre la población, pues no en vano ha sido conocida tradicionalmente como la «contribución».
Incomprensible para el ciudadano
Hablando en un lenguaje llano, diremos que lo que pagamos cada propietario (contribuyente) por el IBI, a nuestro municipio, es el resultado de aplicar un %, (el tipo), al valor catastral que el Ministerio de Hacienda asigna a nuestros inmuebles (rústicos y urbanos). El valor catastral de nuestros inmuebles está dividido siempre en dos conceptos : el valor del suelo y el valor de la construcción.
Pero a partir de aquí todo se complica, porque resulta difícil para el ciudadano poder llegar siquiera a una comprensión media de la cantidad de conceptos técnicos que se le van a venir encima cuando solicite alguna aclaración a los términos de su recibo : tipología de las construcciones, fondos edificables, coeficientes de doble y triple fachada, antigüedad de las construcciones, espacios comunes, ponencias de valores , normas técnicas, …¡uf!
Así pues, el valor catastral que se asigna a cada uno de nuestros inmuebles acaba siendo un enigma. Al final, el sufrido ciudadano solo sabe que su casa vale tantos euros y que el catastro dice que tiene tantos metros. Y no hay más, tratar de recurrir lleva al ciudadano a la indefensión práctica: para intentar recurrir el valor catastral con seriedad, normalmente necesitará contratar los servicios de un técnico especializado en la materia que le costará mas caro que el ahorro posible a conseguir, con lo que por lo general el ciudadano no protesta ni recurre, se achanta.
La subida de este año
Siguiendo lo ya escrito sobre el proceso del impuesto, reseñemos que en este punto interviene entonces la potestad del Ayuntamiento aplicando un % sobre el valor catastral, que en el caso de Petrer era en 2.011 del 0,97 % (uno de los tipos más altos de la provincia) y en este año 2.012 todavía se ha aumentado un 10% (a todos los municipios de España, recordemos que es una imposición del gobierno), dejándolo en, nada menos, que en 1,067 %. Todas las cifras, en este artículo.
Así las cosas, el valor medio del recibo en Petrer aumenta una media de 33 euros y se queda en unos 330 euros por recibo (de los más altos de la provincia también). Pero la realidad es que hay muchas casas (sobre todo las de reciente construcción) que ya pagan entre 500 y 600 euros, y los aumentos serán mucho más tangibles. Igualmente, muchos chalets de las zonas privilegiadas de Petrer superarán este año los 1.000 euros de IBI, y para muchos vecinos, que tienen otra residencia en el campo (más de dos mil casas de segunda residencia hay en Petrer), se encontrarán con un aumento doble en sus recibos.
La idiosincrasia de Petrer
Es por esta idiosincrasia por la que tantas familias están haciendo frente a recibos que no esperaban. Es más, ocurre que en el campo, desde siempre, los vecinos tienden a construir (de manera legal, legalizable o ilegal) un pequeño garaje, un pequeño trastero, una balsita, etc., sin darse cuenta que a ojos de los satélites de la inspección catastral ya no se escapa ni la caseta del perro, y claro, sumando metros de «cuchitriles», muchos acaban pagando más por «un campet» que por su casa del pueblo.
En definitiva, conforme se acerca la fecha de pago límite (5 de octubre), la sombra del SUMA, órgano recaudatorio, se va haciendo más alargada. De hecho, es curioso ver cómo muchos vecinos se han acogido a la posibilidad de pago personalizado que ofrece el organismo, con un «pequeño» interés, e incluso formando un «pack» con el resto de impuestos a abonar mensualmente. Como decía un propietario, que venía de acogerse al mismo, «este año parece que vivo de alquiler». ¿Se sienten identificados?
Simplemente me parece un atraco, perpetrado por ladrones legalizados de guante blanco. Deberíamos no pagar nadie a ver lo que pasa. Menudo susto se llevarían los manda mases, Se imaginan ?.
A la vista de este articulo, me viene a la cabeza que, debe ser facil administrar un ayuntamiento como Petrer, sin tener ni puñetera idea de como administrarlo.