Hace algunos años, Petrer tenía su vertedero bajo las laderas de las paredes sur del Cid. Tengo entendido que alrededor del 2009, por motivos legales, se cerró dicho vertedero, se limpió, se rellenó de tierra e incluso se plantaron algunas oliveras.
Algunos años atrás, en un paseo por el campo me sorprendió el griterío de un gran grupo de gaviotas patiamarillas que volaban por la zona y me propuse fotografiarlas. Tras hablar con el responsable del lugar, no puso pegas para montar un hide e intentar retratar los festines que aquellas aves se daban con nuestras sobras. Cabe comentar, como curiosidad, que el escondite que utilicé fue una caja de cartón de un frigorífico, al que le puse encima un pesado palet de madera e hice con mi navaja una puerta y cuatro ventanas, una por cada cara, con un huequecito para abrirlas con un dedo desde dentro.
El día que decidieron bajar estando yo dentro de «mi casita» competían de tal manera por el alimento, que yo podía abrir y cerrar ventanas, sacar el objetivo, e incluso quedarme mirando, que ellas no se asustaban… «Tú mira, mira, que mientras que no salgas de ahí…», parecían decirme.