Hoy me he levantado preocupada. Podría haberlo hecho cansada, indignada, pesimista, apática o simplemente, con sueño. Pero, es preocupación lo que siento.
Estoy preocupada por un individualismo feroz enquistado en la sociedad. Y porque sólo nos movemos si algo nos afecta de forma directa.
También porque parecemos abocados a una alienación impuesta por los de arriba y asumida, no sé si de forma inconsciente, por los de abajo. Temo chocarme de un momento a otro con robots que me saluden, sin rastro de humanidad.
Estoy preocupada por la ausencia de empatía de los políticos que gestionan nuestro dinero emprendiendo proyectos dirigidos a una élite a la que pocos de nosotros pertenecemos. Y por su abuso de los instrumentos de corte y confección como patrón para solucionarlo todo. También me preocupan las promesas que se esfuman como castillos en el aire y los muchos “donde dije digo digo Diego”.
El abuso de poder, sea político, económico o social y la opulencia desmedida de aquellas instituciones religiosas que claman solidaridad sin predicar con el ejemplo. Estos asuntos entran dentro de mis preocupaciones. También está ahí esa avaricia nunca satisfecha de los que disfrutan de su lujosa existencia terrenal rodeados de privilegios y billetes.
Como no, estoy preocupada por la injusticia disfrazada de una seria Justicia. Y por las noticias que leeré mañana, que preocupantemente me recuerdan a las que se leían en un pasado que nos sonroja.
También por la indiferencia de muchos, a los que sólo les importa que las cosas vuelvan a lo de antes, sin plantearse ni siquiera lo que había antes.
Hoy me siento preocupada por los muchos Narcisos que nos rodean, incapaces de mirar más allá de sí mismos a través de esos espejos que sólo les devuelven sus frágiles imágenes.Y por la gente incapaz de despegarse de su móvil; por los que quedan contigo en persona pero con veinte más virtualmente.
También por aquéllos y aquéllas cuyo referentes en la vida son los tronistas y pretendientes de un programa casposo de la cadena más irritante del panorama nacional. Me preocupa la falta de cultura de la que hacen alarde las Belenes Esteban y los Paquirrines de barrio.
Siento preocupación por los interesados, que sólo dan si esperan recibir. Y por los incapaces de entender que la felicidad está en las pequeñas cosas.
Estoy preocupada por un presente que arrastra pasados y por un futuro que se atisba difuso y descorazonador.
Pero también tengo esperanzas. Aunque, ésas, las dejo para otro despertar.
Y tú, ¿también eres de los que se levantan, de vez en cuando, con un run run en la cabeza?