Como cada año y con las lluvias de septiembre, llega la estrella culinaria del campo: el Rovellón o Níscalo. Este codiciado manjar otoñal de tallo corto y color anaranjado es el objetivo de cientos de recolectores que acuden cada año a los sitios habituales como Los Chaparrales o el Cid en busca del bien preciado. Tanta es la fiebre que el año pasado la Consellería de Medio Ambiente se vio obligada a cerrar los accesos, entre otros motivos, por el exceso de “seteros” que acuden en manada con sus vehículos al monte.
A pesar de que el Rovellón sigue siendo el habitual del campo , algunos afortunados se topan a veces con otras variedades poco comunes y más preciadas como es el caso de esta Amanita caesárea, cuya foto nos envía Jose Luis Bonifa. Esta variedad, que a menudo se confunde con la peligrosa Amanita muscaria, sólo aparece en bosques de encinas o alcornoques y es muy abundante en bosques de robles o castaños. El quilo de ese hongo puede llegar a alcanzar los 100 euros, y se considera una de las más preciadas, si no la más, después de la Trufa.
Otro caso es el Boletus edulis, una seta muy apreciada por su sabor dulce (parecida al de la avellana) y su textura, que a veces se confunde con el Boletus reticulatus por su color marrón. Esta, al contrario que la Amanita caesarea, es más común en los bosques de pino como los nuestros. Además suele alcanzar grandes dimensiones, llegando en algunos casos a los 20 cm. de diámetro.
Otra variedad habitual es la seta de cardo. De carne blanca y compacta y color variable, este hongo es una de las variedades más identificables, pues siempre crecen cerca de las matas de cardo, de cuyas raíces se nutre. Ello hace que su recolección deba ser muy cuidadosa, cortándola y no arrancándola y prestando atención en no esquilmar el setal. En la cocina es una seta de gran sabor que mucha gente la consume sencillamente a la plancha pero que también acompaña muy bien a la carne y el pescado, ya sea en cazuela, al horno, etc.
Consejos últiles
La recolección de hongos peligra por su falta de regulación y, en ocasiones, la solución a esta fiebre pasa por impedir el tránsito en las zonas donde más proliferan. Esta creciente afición provoca una llamada excesiva de seteros que, a menudo, cortan el hongo de forma incorrecta o antes de tiempo.
Todos los años, desde instituciones oficiales, se recuerdan algunos consejos a la hora de ir a la recogida. Trascribimos ahora algunas de las recomendaciones más importantes:
– En los bosques crecen especies tóxicas que pueden llegar a ser mortales. Es por tanto, absolutamente imprescindible hacerlo con las mayores garantías, por ello es recomendable ir las primeras veces guías de campo y acompañados por expertos. Si se tienen dudas, mejor abstenerse.
– Evitar recoger setas en lugares próximos a las carreteras, industrias o vertederos donde se concentran sustancias tóxicas. En la zona, por ejemplo, antiguamente crecían champiñones en la ribera del Vinalopó; hoy, de haberlos, mejor dejarlas estar, por la contaminación del río.
– Nunca coger más de seis kilos por persona, a partir de ahí se considera aprovechamiento forestal y se necesita permiso especial. Nunca coger, tampoco, tras lluvias fuertes, pues las setas se pudren rápidamente.
– A la hora de su recolección, es muy importante cortarlas con una navaja, y no arrancarlas, y dejar algunos ejemplares para asegurar su reproducción. Colocar en cestas de mimbre y no en bolsas de plástico.
– A la hora de cocinarlas, antes hay que limpiarlas bien y airearlas. Deben consumirse en poco tiempo, mientras conserven el sabor y el aroma, y no es recomendable consumirlas crudas. En caso de aparecer molestias, acudir al médico.