Construyendo el camino hacia las relaciones igualitarias

Por todas y todos es conocido el problema de la violencia de género, a pesar de esto, para muchas personas parece que todavía es considerado como un problema ajeno, una situación que nunca pasará por nuestras vidas ni la de nuestros allegados. Sin embargo aún quedan muchos retos que conseguir en igualdad, especialmente en el seno de las relaciones afectivas de pareja.

El concepto del amor ha sido construido y cementado por muchos mitos y ocultando, en algunas concepciones, desigualdades y obstáculos que, lejos de ayudar al desarrollo personal, encierran limitaciones y cadenas que, en el silencio, son difíciles de detectar.

Los medios de comunicación: series, dibujos, revistas, películas, radio, canciones, cuentos infantiles, etc. presentan las relaciones de pareja ausentes de conflictos, con roles muy diferenciados por sexos y todavía con los mismos mitos que creíamos superados, como el de la media naranja (este mito viene a decir que cada persona somos media naranja y para completarse has de buscar tu “otra media naranja” lo que te dará la felicidad- o la infelicidad si no la encuentras o la mantienes).

Los modelos presentes de los que disponemos influyen a toda la sociedad, aunque más especialmente en etapas de la vida como la infancia y adolescencia, donde se crean patrones de pensamiento y comportamiento y cuando se comienzan las primeras relaciones afectivas íntimas. Por esto se hace necesario, que a través de la educación formal se haga un esfuerzo para romper esta cadena.

La comprensión de este problema tampoco puede hacerse, no tiene sentido, únicamente de puertas hacia dentro (ámbito privado) sino que está vinculado a: la violencia normalizada entre seres humanos, las estructuras sociales y estructuras de poder (jerárquicas, asimétricas) y por supuesto con las vivencias de la masculinidad y de la feminidad, ya no como características del individuo sino como construcciones socioculturales.

Nos encontramos en un momento de cambio, antes hombres y mujeres tenían un rol de género muy marcado y una división del trabajo muy establecida a pesar de las excepciones. Y aunque esta diferenciación no ha desaparecido totalmente sí coexiste con una falta de modelos, que como mínimo desorienta y desconcierta, en muchos casos.

Ante este panorama nos encontramos construyendo nuevas bases en las relaciones afectivas, muchas veces acertando, y sintiéndonos en crecimiento compartido y facilitado por la persona a la que queremos, y otras veces equivocándonos, siguiendo patrones de sumisión-dominación hasta un despertar y toma de conciencia en los mejores casos, o bien con una ruptura ante el desentendimiento o evitando el hacer muestra y entrega de nuestros sentimientos más profundos ante un miedo al fracaso por falta de referentes sanos.

Existen claves y maneras de diferenciar si una relación está, o no, basada en la igualdad. O dicho de otro modo, si se caracteriza por el buen trato y es una relación saludable, o si por el contrario se basa en dinámicas de maltrato y por tanto es perjudicial, tanto para la persona agresora o dominadora como para la persona conocida como “víctima de violencia de género”.  Sin embargo, a pesar de que esta diferenciación es compleja y difícil de ver desde dentro de la relación, son muchas las personas que consiguen con su fortaleza salir de esta relación y dar un vuelco a su vida reconsiderando los valores principales de la vida. A esta capacidad del ser humano se le ha llamado resiliencia.

Antes de hacer mención a estas características creo necesaria algunas aclaraciones que a menudo aparecen difusas en la prensa o televisión: la violencia en una relación afectiva puede darse en todo tipo de parejas: homosexuales (lesbianas y gays), heterosexuales (pudiendo ser ejercida tanto por el hombre como por la mujer, aunque esta segunda sea menos frecuente), en bisexuales y transexuales (la transexualidad no es una orientación sexual). Igualmente, aunque podría haber matices, no hay distinciones en la edad ni en la clase social. Por último, cuando se hace referencia a violencia, estamos englobando los comportamientos y actitudes que buscan condicionar, limitar o doblegar la voluntad de la otra persona por medio de coación emocional, física, sexual, económica o social, y por tanto no únicamente hablamos de violencia física.

Ahora sí, una relación saludable, basada en el buen trato y la igualdad, es aquella que permite el desarrollo de las dos personas que formen la pareja, en la cual ambas puedan expresar libremente su opinión y ser escuchadas, tener libertad sobre su cuerpo y para la toma de decisiones y poder consensuar aquellas propias de la vida en común, respetar la intimidad de la otra persona, así como repartir equitativamente la carga de las obligaciones comunes. Además será muy beneficioso el mantener los contactos y vida propia además de la compartida con la pareja. Superemos el mito de la media naranja, se sigue siendo dos personas con una relación común compartida. Si la relación es positiva para cada uno de sus miembros, la satisfacción en la relación afectiva y sexual está asegurada y los conflictos que se presenten podrán tener una resolución efectiva.

No ocurre lo mismo en las relaciones desiguales, en aquellas en las que una de las dos personas no dispone de los mismos derechos y libertades. Las relaciones en las cuales se producen desigualdades no suelen tardar mucho en manifestarlas, aunque sí comienzan de un modo muy sutil, y justificadas por concepciones patriarcales del amor (celos, “no puedo estar ni un momento sin ti”, “sería capaz de todo por amor”, “si no quieres que vaya con tus amigas/os es porque no me quieres” etc)  y se produce un “efecto de bola de nieve o espiral” en la cual cada desigualdad que se produce se ve sumada a otras posteriores creando tensiones y malestar psicológico que se une a un desconcierto y confusión. Una causa de este sentimiento de confusión a menudo es la doble apariencia de quien abusa de su influencia dentro de una relación afectiva, ya que al exterior de la relación parece una buena persona, comprensiva y atenta a las necesidades de su pareja.

Es muy común que estas desigualdades sean detectadas antes por alguien externa,  ya que la persona agresora, que violenta durante un tiempo de forma psicológica, física, económica, social o sexualmente, conoce bien a su pareja y trabaja sus creencias, autoestima, desprestigiando sus capacidades y habilidades, ignorándolas o incluso humillando a la persona por sus comportamientos o creencias, a esto se le conoce como “efecto bonsai”. Recortando sus potencialidades y dando la forma que se desea: conformismo, normalización de la violencia, aceptación, adaptación y sumisión.

Estas relaciones no son beneficiosas para ninguna de sus partes. La persona que agrede presenta deficiencias cognitivas, afectivas y conductuales que son reforzadas, aumentando su frustración e inseguridad que busca resolver mediante abuso de poder, de forma que cada vez su ira, y descontrol de sus impulsos, irá en aumento. También tendrá efectos devastadores para las personas que son agredidas directa o indirectamente, efectos que crecen a medida que el ciclo de la violencia se repite y agrava.

Aún así, las personas somos capaces de afrontar hasta la situación más extrema con un apoyo social adecuado y con la colaboración de toda la sociedad rompiendo el silencio, eliminando los obstáculos de la segunda victimización (aquella causada a las víctimas por instituciones públicas ante la justificación de la agresión o la negativa a creer en el testimonio de la víctima) y no siendo impunes ante los abusos, ya sean el limitar las salidas con amigas y amigos, humillar y aislarte de tus seres queridos, o ser forzada/o a mantener relaciones sexuales. Por todo ello creo muy necesario el aumentar los esfuerzos para garantizar la educación sexual y afectiva y la promoción de la igualdad, en todos los ámbitos y especialmente en el período de educación obligatoria.

Frase: “Dos personas en armonía son como dos cuerdas de la guitarra, cuando una suena aquella de su mismo tono la acompaña con su vibración”.

Gracias Carlos por la conversación y el momento que inspiró esta frase.

 

Pilar López Moreno – Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y Monitora de Educación Sexual por la Fundación Sexpol de Madrid, actualmente continúa su formación en Especialista en violencia de género.

7 thoughts on “Construyendo el camino hacia las relaciones igualitarias”

  1. Gracias por este artículo Pilar, espero que sirva para que tod@s reflexionemos al respecto ¡ojala algun día las relaciones de «pareja» lleguen a ser relaciones entre PERSONAS!

    Enhora buena y a seguir!

  2. Felicidades! la unión con la esencia de cada persona respetando la responsabilidad moral.
    Aprender amar durante toda nuestra vida.

    Carmen desde Menorca..Un fuerte abrazo Pilar.

    1. Muchas gracias Martha, Carmen y Sonia,

      Es importante que hablemos y reflexionemos sobre las relaciones íntimas y empecemos a visibilizar las desigualdades para tomar conciencia y comenzar a construir una vida con igualdad en las relaciones interpersonales que permitan conseguir un día la igualdad en las estructuras sociales e institucionales.
      Agradezco el buen recibimiento que ha tenido este artículo y os animo a todas y todos quienes lean esta sección a que sugerais los temas que podrán ser tratados en los próximos artículos.

  3. Un poema de la escritora y novelista nicaragüense Giocconda Belli:

    REGLAS DEL JUEGO PARA LOS HOMBRES

    QUE QUIERAN AMAR A MUJERES

    I

    El hombre que me ame

    deberá saber descorrer las cortinas de la piel,

    encontrar la profundidad de mis ojos

    y conocer lo que anida en mí,

    la golondrina transparente de la ternura.

    II

    El hombre que me ame

    no querrá poseerme como una mercancía,

    ni exhibirme como un trofeo de caza,

    sabrá estar a mi lado

    con el mismo amor

    conque yo estaré al lado suyo.

    III

    El amor del hombre que me ame

    será fuerte como los árboles de ceibo,

    protector y seguro como ellos,

    limpio como una mañana de diciembre.

    IV

    El hombre que me ame

    no dudará de mi sonrisa

    ni temerá la abundancia de mi pelo,

    respetará la tristeza, el silencio

    y con caricias tocará mi vientre como guitarra

    para que brote música y alegría

    desde el fondo de mi cuerpo.

    V

    El hombre que me ame

    podrá encontrar en mí

    la hamaca donde descansar

    el pesado fardo de sus preocupaciones,

    la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,

    el lago donde flotar

    sin miedo de que el ancla del compromiso

    le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.

    VI

    El hombre que me ame

    hará poesía con su vida,

    construyendo cada día

    con la mirada puesta en el futuro.

    VII

    Por sobre todas las cosas,

    el hombre que me ame

    deberá amar al pueblo

    no como una abstracta palabra

    sacada de la manga,

    sino como algo real, concreto,

    ante quien rendir homenaje con acciones

    y dar la vida si es necesario.

    VIII

    El hombre que me ame

    reconocerá mi rostro en la trinchera

    rodilla en tierra me amará

    mientras los dos disparamos juntos

    contra el enemigo.

    IX

    El amor de mi hombre

    no conocerá el miedo a la entrega,

    ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento

    en una plaza llena de multitudes.

    Podrá gritar -te quiero-

    o hacer rótulos en lo alto de los edificios

    proclamando su derecho a sentir

    el más hermoso y humano de los sentimientos.

    X

    El amor de mi hombre

    no le huirá a las cocinas,

    ni a los pañales del hijo,

    será como un viento fresco

    llevándose entre nubes de sueño y de pasado,

    las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados

    como seres de distinta estatura.

    XI

    El amor de mi hombre

    no querrá rotularme y etiquetarme,

    me dará aire, espacio,

    alimento para crecer y ser mejor,

    como una Revolución

    que hace de cada día

    el comienzo de una nueva victoria.

  4. Un articulo espectacular el cual nos deberia hacer replantear muchos patrones establecidos
    Pero permiteme que discrepe en algo que se aleja mucho de la igualdad y al logica»(pudiendo ser ejercida tanto por el hombre como por la mujer, aunque esta segunda sea menos frecuente),»
    En este punto si te refieres a la fisica y con ello quieres decir que por falta de capacidad de las mujeres, los hombres son mas lesivos lo comprenderia pero por suerte o desgracia la maldad no tiene sexo y estos comentarios llaman a la desigualdad
    Bueno sin nada mas que decir me despido y agradezco tu opinion y espero que no resulte molesta la mia

    1. Hola «liberado»

      gracias por aportar tu comentario, me gustaría hacer una aclaración en referencia a tu discrepancia:
      esta frase que has encomillado hace alusión a que la violencia dentro de las relaciones afectivas es frecuentemente más ejercida por varones que por mujeres, y las razones más claras estudiadas hasta ahora suelen referirse a aspectos socioculturales. Es decir, no depende de nada biológico o fisiológico, sino que responde a patrones aprendidos (relacionado con conceptos como: misoginia, patriarcado, androcentrismo) que por tanto tenemos la oportunidad de reaprender para poder gozar de igualdad dentro de las relaciones.
      Nuestra historia, y actualidad, está escrita con muchas desigualdades y hemos de hacerlas visibles, aunque con precaución de no incidir más en la desigualdad que en la igualdad.
      Gracias por tu crítica, has creado la oportunidad de centrarnos en esta frase de la cual podríamos reflexionar aún más.
      Un abrazo.

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