Tres fueron las asociaciones primigenias de cuya fusión se crearía este grupo de arqueología: El Club de la Juventud, la OJE (Organización Juvenil Española) y el Centro Excursionista. Así, como si del mismo Quijote se tratara, se aventuró este grupo a remendar los entuertos históricos que yacían sobre el suelo de la villa petrolanca; un conjunto de jóvenes, dirigidos en un principio por Dámaso Navarro, que hurgarían entre la tierra en busca de restos históricos con el fin de encontrar evidencias de los asentamientos de nuestros antepasados. La lectura de libros sobre arqueología e historia, el afán promotor de Dámaso Navarro, la esperanza y el romanticismo de un grupo de jóvenes y las leyendas urbanas sobre grandes yacimientos y tesoros enterrados, son algunos de los motivos por los que este conjunto amateur de arqueología se aventuró hacia el túnel del tiempo en busca de vestigios de nuestra historia…
Dámaso, con las ideas muy claras, representó para aquel grupo de jóvenes un ideal a seguir, un intelectual que movía los hilos, un líder dentro de aquellos aventureros que les alentaba cuando las esperanzas daban señal de flaqueza, o cuando las pretensiones se quedaban tan sólo en sueños frustrados. Nunca se perdió la ilusión cuando, de vuelta a casa tras un largo día de búsqueda, sólo se había encontrado montones de piedras irregulares, amorfas, sin ninguna trascendencia histórica y arqueológica.
En Petrer, como en todos los lugares geográficos, hay muestras claras de los errores cometidos tras las excavaciones que han producido que se destruya parte del patrimonio cultural. En 1975, en la restauración que se hizo en el ayuntamiento, se arrasó con termas romanas que residían bajo el suelo. Lo que conllevó la destrucción de este asentamiento romano fue que la posibilidad de estudio de este yacimiento fuera nula, pese a que se encontraran piezas sueltas, ya deterioradas, que imposibilitaron la operación forense del conjunto del yacimiento por parte del grupo arqueológico. Hay que destacar que todas las zonas protegidas que figuran en el Plan General del término municipal se han podido fijar gracias a la labor del grupo arqueológico.
Sin embargo, ¿qué utilidad tiene excavar un yacimiento concreto, y por qué en muchas ocasiones el hallazgo es enterrado de nuevo o estudiado «in situ»? Los yacimientos históricos «hablan» por sí solos, muestran en el sitio en el que se encuentran todo su valor cultural e histórico, y el traslado de las muestras a un laboratorio o a cualquier otro lugar para su estudio provoca la pérdida de casi todo su valor. Por ello, los yacimientos son utilizados como fuentes históricas, aunque tras el exhaustivo estudio de dichas evidencias sean objeto de exposición en un museo como muestra del patrimonio encontrado, del legado cultural de una zona geográfica en concreto. De ahí la gran importancia de que el estudio más concienzudo se haga en el lugar exacto de los sondeos, para evitar la destrucción de pruebas y el deterioro de las muestras.
Un ejemplo claro de la importancia de los hallazgos es, entre otros, el que se produjo en Caprala. En esta zona fueron encontrados restos de cerámica de gran calidad. Tras su estudio se llegó a la conclusión de que los dueños de estas vasijas debían de tener un alto «status» social, ya que la gente menos pudiente no podía permitirse comprar una cerámica tan cara para la época. Muestra que conlleva al análisis final: el asentamiento de algún señor rico o perteneciente a la nobleza.
En fin, es evidente que este grupo arqueológico ha luchado durante tres décadas para buscar, tasar y estudiar el patrimonio local, que a la postre es un patrimonio universal, un patrimonio de todos. Por ello, es importante que la gente valore este trabajo, estos hallazgos culturales, con el fin de que pueda conocer su historia, y que se le dé una mejor educación a todo el mundo para que se preserve estos yacimientos.
Un apoyo incondicional
Sin embargo, este grupo de jóvenes de los años 70 no se quedó sólo en las historias románticas de Stevenson y su Isla del Tesoro, sino que buscaron profesionalizarse en el oficio, buscando apoyo de maestros y gente entendida en este campo, así como un estudio más serio de esta ciencia. Cada quince días se reunían y uno exponía un tema, que si bien a principio podía carecer de carácter científico, conforme avanzaban los años, los temas eran más serios y con mejor método de estudio. Así se introdujeron dentro de la historia «empapándose» de la vida del Imperio Romano, o de los hombres del bronce, de los árabes, y de todas las civilizaciones cuyo interés podía despertar en ellos un afán de aprendizaje que les llevaría, en cada expedición, a buscar de forma material lo que hasta entonces sólo habían leído en los libros o escuchado por boca de alguno de sus compañeros. Por este motivo, su «gula» por saber más sobre civilizaciones antiguas les llevó a seguir los pasos del Centro Excursionista de Elda, con los que comenzarían a practicar métodos de excavaciones en el Monastil, o las enseñanzas de los profesores Enrique Llobregat, director del museo arqueológico de Alicante, y José María Soler, descubridor del fabuloso tesoro de Villena, maestros que les ayudarían a conocer nuevos métodos arqueológicos y quienes les impartirían cursillos para ampliar la teoría sobre esta ciencia. Lo que muestra que el interés de este grupo arqueológico les llevaría, dentro de lo poco que se sabía, a no ir por libre en su estudio, sino que estaban apoyados por profesionales que les mostrarían cual es el camino más certero a la hora de salir en busca de «tesoros» y hallazgos históricos.
El molino de la Foradá
Como todo buen científico, el Grupo Arqueológico buscó de sus objetos hallados en los yacimientos la forma de experimentar, de primera mano, la utilidad de los utensilios encontrados; como hicieron con el molino descubierto en la Foradá. Primero se dató el instrumento con el carbono 14 por el profesor M.J. Walker, cuya fecha mostró que era del año 1.500 a. C, de la Edad de Bronce I valenciano. Después se buscó la forma de empleo de este molino; así que en casa de Dámaso se probó hacer pan al estilo antiguo con dicho artefacto; aunque el experimento no resultó todo lo bien que los miembros desearon, la experiencia fue positiva. La conclusión final de la fabricación del pan, que todo el grupo probó y que resultó ser casi incomestible, fue que la elaboración de éste requería un fuego de leña y no de butano, ya que se necesitaba una combustión lenta del fuego para que el pan se cociera debidamente.