¿Quién detiene al picudo rojo?

El picudo rojo sigue campando a sus anchas por el valle. Desde que hace algo más de dos años se detectaran las primeras palmeras atacadas por el agresivo escarabajo rojo en chalets privados de Elda y Petrer,  el problema, lejos de ser atajado de forma eficaz y rápida por los organismos competentes, no deja de crecer. Y es que los casos de palmeras afectadas por el Rhynchophorus ferrugineus aumentan, y no sólo en fincas particulares; también comienzan a extenderse por jardines y espacios públicos.

En Petrer, ya han sido tratadas varias palmeras afectadas del Centro Social Juan Millá y de una rotonda de la zona de la Foia. Por el momento, y según ha asegurado a esta publicación la concejal de Servicios, Reme Amat, los ejemplares están controlados y han podido «salir adelante». Peor suerte ha corrido una palmera situada en el Instituto Reina Sofía, que ha tenido que ser podada y retirada para su destrucción. La creciente propagación del picudo rojo por la localidad petrerina ha provocado también los primeros conflictos entre vecinos. Esta misma mañana, dos avisos de vecinos han puesto al ayuntamiento al corriente de dos nuevos casos en Salinetas Bajas. Y es que, si no se actúa sobre la infección, el resto de palmeras están en peligro.

Varios casos de picudo rojo se han dado en el Centro Social Juan Milla.

Otros titulares de fincas de poblaciones cercanas como Elda y Monóvar también vienen sufriendo la voracidad del escarabajo rojo. Y tampoco se han librado algunos de sus espacios municipales. En la localidad eldense, hay varias palmeras atacadas en el Jardín de la Música o la Plaza Castelar. Lo mismo ocurre, por ejemplo, en la Estación de Monóvar.

Las administraciones,  cómplices de la expansión de la plaga

Expertos medioambientales llevan tiempo reclamando a las administraciones más implicación en la lucha contra la propagación de la plaga. Solicitan, principalmente, la puesta en marcha de campañas informativas para los ciudadanos así como que se asuma públicamente la gestión de los residuos de las palmeras privadas ya muertas.  Y es que, los ejemplares que ya han sido devorados por el picudo y no tienen posibilidad de salvarse deben ser talados y trasladados en un breve periodo de tiempo a un vertedero autorizado para su total destrucción,el más cercano en Crevillente, que en estos momentos está desbordado. Pero, los elevados costes del tratamiento y transporte disuaden a muchos propietarios de estas prácticas, y las palmeras acaban mal quemadas o abandonadas a su suerte en contenedores o solares, por lo que el insecto asiático sigue propagándose sin control alguno por nuestro valle.

Y es que,  las actuaciones a seguir con las palmeras infestadas no son accesibles a todos los bolsillos, y más en los tiempos que corren. El precio del tratamiento con insecticidas, por ejemplo, puede oscilar entre los 100 y 800 euros al año, sin que su aplicación asegure la vida de la palmera. La tala también resulta costosa, en torno a los 250 euros, así como la retirada de la misma y traslado hasta una planta autorizada para su correcta eliminación, que podría llegar a los 600 euros.  Un desembolso que en municipios como Petrer y Elda debe hacer íntegro el propio titular.

No ocurre lo mismo, por ejemplo, en otras localidades más sensibles a la problemática como Pinoso, donde el consistorio ya ha puesto en marcha un plan de prevención que incluye un censo de palmeras afectadas, inspecciones periódicas así como los costes del traslado de los residuos a los vertederos autorizados, quedando en manos de los titulares los gastos derivados de la tala o los tratamientos fitosanitarios si la palmera tuviera posibilidad de continuar sana.

En este sentido, el palmerero y experto en arboricultura, Javier Martínez- Miembro del Consejo Local de Medio Ambiente de Petrer- insiste en la urgencia de que municipios como Elda, Petrer y Monóvar se unan de inmediato a las prácticas de Pinoso: «Los ayuntamientos se tienen que hacer cargo de todos residuos de las palmeras, tanto de los públicos como de los privados, ya que son residuos biológicos contaminados y contaminantes. Igual que se hacen cargo de las pilas o el aceite, también deberían asumir la gestión de estos residuos», sostiene. Martínez, advierte además de que lo que está pasando en la actualidad se debe analizar como un ensayo, «una prueba de lo que ocurriría en caso de una epidemia, y sería que nos encontraríamos totalmente indefensos con las administraciones».

Las palmeras que no se pueden salvar deben ser podadas y destruidas en un breve periodo de tiempo para evitar la propagación del picudo a otros ejemplares cercanos.

Petrer estudia ahora un plan contra el picudo

A pesar de que el picudo lleva ya algunos años comiendo palmeras en Petrer, es ahora cuando desde el Ayuntamiento se plantean pasar a la acción ayudando al ciudadano más allá de proporcionarle información sobre los tratamientos a seguir ante un caso de palmera infestada. Y es que, hasta el día de hoy, la responsabilidad del consistorio petrerí se ciñe exclusivamente a las palmeras de titularidad pública, cerca de 1.100 ejemplares censados, para las que se ha destinado una pequeña partida desde Hacienda para su control y posibles tratamientos.

Sin embargo, y ante la creciente propagación de esta plaga de picudo rojo, la Concejalía de Servicios- que asume prácticamente la gestión de este asunto- ya ha celebrado una reunión junto con los técnicos y la edil de Medio Ambiente para comenzar a trazar un plan que frene el avance del picudo, «porque solución no hay», según asegura Conchi Navarro, responsable del área medioambiental.

En este sentido, y tal y como ha detallado a esta publicación Reme Amat, edil de Servicios, este plan vendría a asumir esas reclamaciones de expertos como Martínez, entre ellas la puesta en marcha de una campaña informativa para los ciudadanos-la primera, y última, fue una charla celebrada hace ahora dos años-, así como la gestión de los residuos de palmeras privadas, pues desde el consistorio son conscientes de que «el principal problema que se encuentra el ciudadano afectado es dónde tirar o triturar las palmeras podadas». La próxima semana, las dos concejalías se volverán a reunir para avanzar en su compromiso con el medio ambiente.

Un compromiso similar es el que desde el partido Compromís solicitan al Ayuntamiento de Elda, instando a convocar » el Consejo sectorial de Medio Ambiente para tratar con eficacia estos temas desde el primer momento”.

Insectidas autorizados por las administraciones españolas pero prohibidos por la Unión Europea

Otro de los asuntos relacionados con el picudo y tampoco exento de polémica es el empleo en este combate contra el picudo de algunos pesticidas que ya han sido prohibidos por la Unión Europea. Desde el pasado mes de diciembre, y tal y como explica Javier Martínez, Europa prohibió la utilización de tres plaguicidas de la familia de los neonicotinoides, dos de ellos, el Imidacloprid y el Thiametoxam, recomendados por las administraciones públicas como tratamiento contra el escarabajo. «Estos insecticidas están provocando la desaparición de las abejas, como ya se ha comprobado. No tiene ningún sentido que para salvar palmeras se intoxiquen otras especies», explica este palmerero, que insta al consistorio de Petrer a llevar a cabo un control de los litros que se están vertiendo de estos insecticidas en la localidad.

Martínez, con más de 20 años de experiencia en la arboricultura, habla además de la posibilidad de parar la plaga a través de depredadores naturales: «Hay aves que se comen a los picudos, como la urraca o el mochuelo. Sería interesante aplicar un plan para comprobar si con este método se podría frenar la plaga. Evidentemente no va a acabar con ella, pero estoy convencido de que puede reducirla».

Una de las hojas del tríptico editado por la Generalitat Valenciana sobre los tratamientos a seguir donde aparecen los dos insecticidas prohibidos por la Unión Europea.

2 thoughts on “¿Quién detiene al picudo rojo?”

  1. Este problema puede ser una señal de otros problemas mas graves que se nos vienen encima, en la forma de actuar hará que podamos sobrevivir como especie o perecer. Así de sencillo.

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