Pese a la crisis y sus efectos en los bolsillos ciudadanos, la Lotería de Navidad sigue siendo intocable para muchos, y pese a que las ventas se hayan reducido, el español siempre tendrá un hueco en su libro de cuentas para un décimo de El Gordo. Eso es lo que se desprende, al menos, de lo que vemos en este mes de diciembre, donde la Navidad parece alimentar la esperanza de muchos y las administraciones hacen su particular agosto mientras la nieve se posa en nuestros tejados.
“Se ha reducido la venta, al menos a nivel local se aprecia. Con la crisis se compra menos cantidad y se comparte entre varias personas”, recuerda Isabel Villaplana, propietaria de las administración de lotería más populares del valle, ‘La Frontera’ (a caballo, como su nombre indica, entre Petrer y Elda), «pero no se renuncia a un décimo». No obstante, los datos hablan por sí solos: según las asociaciones de consumidores, las familias de la Comunidad Valenciana recortarán sus gastos en lotería un 37% este año. Por otro lado, los datos referidos al 2008 aportados por Loterías y Apuestas del Estado (LAE) muestran la caída de más de un 6% en la venta de lotería en la provincia de Alicante.
Para Isabel, algunas entidades, como las asociaciones con fines benéficos, continúan vendiendo a buen ritmo, pero otras se «han visto afectadas por los recortes del presupuesto, por ejemplo muchas filas y escuadras de Moros y Cristianos nos han devuelto décimos que no han podido vender». Sin embargo, sabe, pues desde 1986 lleva “vendiendo ilusión”, como ella misma declara, que los más de 2.320 millones de euros a repartir en premios que dejará este año El Gordo alientan al consumidor a seguir soñando, y es otro tema el que preocupa a los loteros, la liberalización del sector.no hay nada, crisis incluida, capaz de ahogar esta práctica con casi doscientos años de vida.
Dos siglos de tradición en peligro
El primer Sorteo de Navidad se celebró en el año 1812, el mismo año en el que la Lotería Nacional como la conocemos hoy llegó a España. Tan solo cinco años después, en 1817, ya funcionaban 497 administraciones de Lotería. Hoy en día la cifra asciende a más de 4.000 establecimientos autorizados y casi 6.000 puntos de venta mixtos. En ellos se distribuyen los conocidos décimos de lotería, que constituyen en si mismos toda una tradición. Desde 1960 el preciado trozo de papel incluye imágenes de diversos temas, por ejemplo en los décimos navideños se representa el nacimiento de Cristo.
A escasos siete días del sorteo más importante del año, las administraciones viven en un constante ajetreo de llamadas y colas de espera: todos quieren el número que han visto en sueños o la combinación que creen estadísticamente perfecta. Esta imagen podría no volver a repetirse el próximo año si se llevan a cabo los puntos 32 y 34 de los Presupuestos Generales del Estado para 2010, que contemplan la liberalización del juego público y la implantación de terminales electrónicos que dispensen los décimos.
La nueva medida permite a LAE la firma de contratos con cualquier personalidad jurídica que deseé vender lotería. De este modo, la credencial administrativa de los loteros sería sustituida por un contrato comercial y mercantil regido por el derecho privado. Isabel lo tiene claro: “No estamos en contra de la privatización en sí. Lo estamos de las formas. Luchamos por una Ley reguladora del juego y pedimos seguridad”. La polémica esta servida con esta proposición del Congreso de los Diputados, ante la cual las asociaciones de vendedores de lotería y sindicatos se oponen frontalmente.
Según datos estimados por UGT y CCOO se perderían alrededor de 12.000 puestos de trabajo. Por otro lado, la Agrupación Nacional de Administraciones Provinciales de Lotería (ANAPAL) informa que en los próximos dos años entre 1.400 y 3.000 puntos de venta se verían obligados a cerrar.
La nueva norma, que entrará en vigor el próximo uno de enero, no solo podría suponer la privatización del sector, si no que el décimo de lotería tal y como se conoce desaparecería para dar paso a tickets suministrados por máquinas. Este hecho, aunque agilizaría el proceso de obtención de combinaciones deseadas por el consumidor, pondría fin a una de las tradiciones más importantes de la Navidad española.
Un país de números
Aunque es en Navidad cuando el español más dinero gasta en el juego, lo cierto es que existe “afición” hacia las apuestas públicas, como indica Isabel, y eso se refleja a lo largo de todo el año. De entre todos los sorteos que LAE oferta (La Primitiva, Bonoloto, Euromillón, Lotería Nacional, La Quiniela, Quinigol y las apuestas hípicas) los qué más incidencia tienen entre los clientes que visitan la administración ‘La Frontera’ son La Quiniela y la Primitiva. No obstante, todo depende de la franja de edad, ya que son los jóvenes los que se decantan por este tipo de sorteos, mientras que los más mayores son más tradicionales y se decantan por la Lotería Nacional.
Volviendo a la Navidad y a la ilusión que la lotería despierta estos días, es importante no dejar a un lado el Sorteo del Niño. El personaje secundario de los sorteos navideños constituye uno de los juegos que más llaman la atención entre los consumidores experimentados: “El Gordo es la estrella, pero El Niño es más atractivo ya que tiene más premios” cuenta Isabel.
Los juegos y apuestas siempre están rodeados de de mágia y superstición. Por ello no es difícil entender que ciertos números gocen de alta popularidad, como lo hacen el 13, el 17, el 15 o el 69. Mientras que otros como el 1 o el 0 son rechazados por la mayoría. Populares o no, estas combinaciones numéricas llenan de esperanza a muchos, y más en estas fechas, en las que la ilusión es la protagonista.