Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Petrer Mensual nº 52 – abril de 2005.
La importante restauración realizada por la empresa Lagpam en el exterior de la iglesia acaba de finalizar. En las obras han intervenido el Arquitecto, José Llorens, el Director Técnico, Alejandro Perseguer y el Arqueólogo Javier Jover. Los primeros trabajos comenzaron en mayo del 2004 y el pasado 14 de marzo se retiraba el espectacular andamio montado con todas las medidas de seguridad por la empresa noveldense Revestimientos del Mediterráneo, utilizado para restaurar la cúpula y las dos torres laterales del templo, un andamio que se ha llevado el 20% del coste total de las obras valoradas en 300.000 €, y que fue fotografiado el pasado mes de septiembre por Juan Miguel Martínez para esta publicación. Pero cual ha sido nuestra sorpresa al conocer que un bisabuelo de Roque González Poveda, Gerente de la empresa Lagpam, realizó trabajos de restauración en la iglesia, en donde dejó manuscrita una frase que a continuación reproducimos. Este hombre se llamaba Bartolomé Poveda y tenía 17 años, su mensaje fue escrito en una de las paredes del templo en el año 1883. Cientos veintidós años después ha visto de nuevo la luz.
Casi todas las iglesias guardan secretos escondidos. Su historia está estrechamente ligada a los hombres que las construyeron, después el transcurso del tiempo y las casualidades desvelan detalles ocultos y olvidados, como éste que nos sorprende y que nos transporta a un tiempo pretérito. La citada inscripción ha sido debidamente respetada y se puede leer perfectamente. El autor de este mensaje fue el bisabuelo de Roque González Poveda, gerente dela empresa Lagpam, quien quedó más que sorprendido al leer el escueto texto escrito por su antepasado. Roque es un hombre joven de 35 años,que con apenas quince años comenzó a manejar el ladrillo y el cemento. Conoce muy bien todos los entresijos dela iglesia y en 1999 colaboró junto al arquitecto eldense José Llorens en la edición de un libro titulado “Las enfermedadesde la iglesia” (se puede encontrar en la Casa de Cultura) y que dio pie, hace un año, a la restauración del templo muy deteriorado por el paso del tiempo y por la mala calidad de los materiales utilizados en su construcción. El bisabuelo, Bartolomé Poveda (el abuelo de la madre de Roque, Ana Poveda, nacida en Petrer) ya fue albañil, él fue el constructor de los cupulines (pequeñas cúpulas laterales de la fachada) en el año 1883, justo cien años después de que se colocará la primera piedra de la iglesia, el día 23 de agosto de 1783. Con 17 años se subió al campanario de la iglesia y dejó un escueto mensaje escrito en una de las paredes. Dicen que era una costumbre de la época, que esto daba suerte a aquellos artesanos que trepaban, probablemente con escasas medidas de seguridad, hasta lo más alto del edificio, incendiado por primera vez el 21 de junio de 1936.
También se han encontrado dibujada en una de las paredes la imagen de la Virgen del Remedio, un dibujo sencillo cuya fecha no se ha precisado, pero que se supone fue realizado durante el periodo de la guerra civil. El hijo de Bartolomé, Teófilo Poveda, abuelo de Roque, realizó a su vez la reforma de la escalera de acceso a la iglesia que estaba formada a “tres aguas”, también llevó a cabo una reforma en la capilla y en algunos altares. Con el transcurso del tiempo llegamos a la tercera generación de maestros albañiles con el padre de Roque: Lónginos González (ver Petrer Mensual nº 28), nacido en Jumilla, quien ha realizado importantes obras en Petrer, Elda y comarca. Pero al margen de esta sucesión de miembros de una misma familia unidos como si fuesen eslabones de una cadena en torno a las obras de restauración de la iglesia de San Bartolomé, también se han originado anécdotas curiosas que nos cuenta Roque y que nosotros, fieles intermediarios de la realidad y el día a día, les contamos a ustedes amigas lectoras y lectores.
Verán. Nos cuenta Roque que el día en el que se colocó la imagen del patrón del pueblo en la parte superior dela fachada frontal del templo, concretamente el 15 de agosto de 1986, Rosmari, creador valenciano de la escultura, se encontraba supervisando la operación junto a un grupo de obreros, entonces apareció una mujer y les dijo que el día 15 de agosto de 1936 derribaron desde su emplazamiento la imagen del santo que se precipitó hasta el suelo desde la parte más alta de la fachada principal de la iglesia. Todos los trabajadores quedaron sorprendidos por la coincidencia del día, cincuenta años después, pero lo más curioso fue que la mujer les dijo que ella misma recogió uno de los cascotes de la estatua hecha añicos al chocar contra el suelo y les mostró el trozo de piedra con la siguiente inscripción: 15 de agosto de 1936. La consternación fue general entre los que se encontraban realizando la colocación del santo patrón de Petrer, el acontecimiento fue motivo de comentario durante varios días.
Otro detalle curioso y que pensamos puede interesar a los lectores, es la delicada restauración de la cúpula central cuyas tejas fueron cambiadas por artesanos llegados expresamente desde Córdoba para realizar este trabajo. Durante los dos meses más calurosos del pasado verano 2004, estos profesionales residieron en nuestra población con el fin de realizar las obras de cambio de las tejas azules, tan mediterráneas, cuya fabricación se ha llevado a cabo en Tejas Borja de Alicante. La cruz de hierro que corona la citada cúpula fue debidamente limpiada y saneada para fijarla fuertemente sobre una peana de cerámica construida de nuevo. Los trabajos de restauración de la cúpula tardaron cuatro meses en finalizar, resultaron difíciles y los obreros que trabajaron sobre el llamativo andamio contaron con todas las medidas de seguridad exigidas en las normativas actuales.
La culminación de las obras de la iglesia fue la colocación de las dos imágenes de San Pedro y San Pablo, realizadas por el artista Rosmari, flanqueando al apóstol, San Bartolomé. Casi un año después de haberse iniciado las obras, la iglesia luce como nueva. A través de sus muros, nos ha ido contando algunos de los secretos que seguro, todavía guarda. La empresa Lagpam ha seguido los pasos de Bartolomé, aquel chaval de 17 años que dejó escrito este mensaje: BARTOLOMÉ POVEDA ALBAÑIL DE 17 AÑOS DE EDAD SUBIÓ A COMPONER ESTO. AÑO 1883.
Que curioso, hoy en día pones un mensaje en la pared y lo consideran vandalismo y ese mismo mensaje 120 años atrás una anécdota.
Considero que no hay que retorcer tanto la noticia ni el hecho, ni es un mensaje ofensivo, ni ha estropeado ninguna pared pública ni la moral de ninguna persona. Realmente es la acción de un chaval de 17 años con buena imaginación, sin malas intenciones.
Manel, si no lo digo a mal, sino que me parece curioso.