José María Bernabé, la discreta mirada del talento

NOTA: Artículo publicado originalmente en la revista Festa 2017, en el 75 aniversario de su nacimiento (1942)

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Les veïnes del carrer Mare de Déu anaven de porta en porta, anunciant la bona nova que en casa de la tía Dolors nasquera el 19 de febrer de 1942, un bell i robust nen. Una setmana abans, va arribar al seu domicili la seua filla, Remedios Maestre Rico, la qual es trobava en avançat estat de gestació i anava acompanyada del seu marit, José María Bernabé Reig, els quals van contreure matrimoni en 1939. Al nascut li posaren de nom José María, com al seu pare. Tant la mare, como el bebè, es trobaven de excel-lent estat de salut, pel que van decidir regressar al seu domicili de costum en la prospera partida de Santa Bàrbara. La casa, juntament amb les terres confrontants, eren d’arrendament i el pare cultivava hortalisses i fruites en el petit hort, a més de posseir algunes gallines i conills. A diari es traslladava a peu a la veïna Elda per treballar de sabater en la fàbrica de calçat de Paco Vera i Remei, durant dos anys, va deixar el seu ofici d’enfranquidora en la fàbrica de Luvi a Petrer.

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Casa de labradores del valle de Puça

La familia aumentó con el nacimiento de dos niñas, Reme y Loli. En esta ocasión, habían adquirido una casa en el pueblo, en la calle Rafael Duyos. El pequeño José María Bernabé Maestre con cuatro años asistió al colegio público Primo de Rivera. La maestra dona Encarna Payá no salía de su asombro, ya que la criatura aprendió con facilidad a leer y escribir. Laura Iñesta fue su segunda maestra, estaba maravillada con él, por su disciplinada atención a la lectura, una curiosidad impropia de un niño de tan corta edad. La nostalgia de vivir en el campo hizo mella en el matrimonio. Por lo que en 1948 decidieron marcharse al valle de Puça. Una casa en la finca de la Capellanía de propiedad familiar paterna. Con seis años empezó a sentir de cerca la naturaleza. La distancia con el pueblo era distante, por lo que su asistencia a las aulas se reducía a la zona rural, conocida por les Cases de la Senyora, clases impartidas por José Mª Brotons «Garnacheta».

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José María con su hermana Reme en 1946. (Rico, 2001)
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José María Bernabé Reig, su mujer Remedios Maestre Rico con sus hijos José María y Reme, 1943. (Rico, 2001)


Las aficiones de un alumno

Los padres se percataron de su interés por acrecentar sus conocimientos por lo que decidieron enviarlo a casa de su abuelo paterno, a las afueras de Petrer, en la salida del Guirney. Con nueve años acudía andando a la academia de don Jesús Andrés en la plaza Sagasta de Elda. Debido a sus progresos el profesor departió con sus padres para que siguiese en la academia eldense de don Emilio Maestre, permaneciendo hasta los 16 años, finalizando sus estudios de peritaje mercantil. Con sus compañeros de academia, en particular con Vicente Martí, se aficionó a la música clásica. Y con Rafael Maestre, inclinó la balanza por el teatro, la literatura o la historia.

Círculo de Amigos de la Cultura

Finalizada su primera etapa estudiantil, entra de administrativo en calzados Karina. Durante años estuvo vinculado a los movimientos culturales de Petrer. En torno a 1975, con los amigos de siempre, Luis Navarro Sala, Juan Ramón Montesinos Máñez, Eduardo Ibáñez Juanes, Társilo Serrano López, Joaquín Maestre Maestre, Antuliano Rico Beneit y Manuel Sarabia Castelló crean el «Círculo de Amigos de la Cultura». Adquirieron libros a través de la venta de papeletas de lotería, logrando establecer una pequeña biblioteca. Cada fin de semana, cada uno de ellos preparaba un tema para debatirlo en la sede cultural de la calle de Petrer, era la casa de Juan Ramón. Veamos a continuación las impresiones de un componente del Círculo Cultural sobre José María Bernabé:

Nos gustaban, como a todo joven, la diversión, los guateques de los domingos y festivos, la excursión al campo; hay que decirlo para no extraer conclusiones equivocadas; pero si algo le era prioritario, y hasta con perfiles obsesivos diría yo, era saber, él quería saber, necesitaba saber. Fueron muchas tardes en mi casa e interminables paseos nocturnos dándole vueltas a la Bassa Perico hablando de mil cosas. En casi todas aquellos encuentros, como enamorado obsesivo que hace girar todo su mundo alrededor de su amada, no puede deja de hablar de ella, se buscaba el resquicio, la excusa argumental para ratificar y ratificarse en lo fundamental, en lo vital para él era estudiar, ir a la Universidad, en unos tiempos que pensar siquiera ser universitario resultaba para gentes, como él y como yo poco pudientes, algo menos que utópico (Montesinos, 2009, 2).

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