El lunes 7 de Diciembre a las 08,20h. recibía una llamada de teléfono de una trabajadora, la cual me hacía saber que, al presentarse en la empresa a trabajar, lo que se encontró fue la entrega de la carta de despido, dicho lo cual hasta aquí todo “normal” si se aceptara como “normal” la pérdida del puesto de trabajo a la vista de la realidad que nos envuelve socialmente bajo el manto de la tan traída y lleva crisis. Crisis provocada por cierto por el afán especulativo del sistema financiero y que en verdad no hemos provocado los trabajadores/as, ni en España, ni los/as trabajodres/ras en ningún otro país del planeta; pero que tristemente, sí son los trabajadores quienes se están llevando la peor parte de la crisis porque son los que padecen los despidos y los abusos de los empresarios (en algunos casos de personas que gustan ser considerados “empresarios” y realmente son todo menos empresarios).
Volviendo a la llamada de teléfono recibida de la trabajadora, ella me hace saber que la empresa, como digo, ha cerrado sus instalaciones, y esa misma mañana me encuentro y reúno con con un grupo de los trabajadores/as despedidados/as para mantener una entrevista. Ya reunidos, me comentan la historia de la empresa en la que trabajaban hasta la entrega de la carta de despido. Entre otras cosas, además de haber trabajado sin dar de alta en la misma en algunos momentos, les han hecho contratos de la Modalidad FIJOS DISCONTINUOS (los cuales nunca se han cumplido en los términos en los que se habían firmado, por lo que la empresa ha recibido varias visitas de la Inspección de Trabajo como consecuencia de las denuncias realizadas cuando no se respetaban los derechos laborales de los/as trabajadores/as en la empresa).
Y hoy, tras tantos y tantos avatares sufridos por los trabajadores/as, que con toda seguridad no son diferentes a los que otros tantos y tantos trabajadores/as padecen en empresas gestionadas por “gestores empresariales que gustan ser considerados como tales empresarios”, llego a la conclusión de que estos empresarios no dejan de ser ¡mediocres y malos gestores!, y, en definitiva, ¡malos empresarios! Y que solamente saben especular y derivar sus responsabilidades por ejemplo al FOGASA en el caso de las deudas de los trabajadores.
Ahora, siguiendo con la entrevista con los/as trabajadores/as, me dicen que, si bien la empresa cerraba y abandonaba las instalaciones en las cuales hasta ahora había tenido su domicilio social, el fin de semana que va del viernes 4 al domingo 6, habían trasladado toda la maquinaria a una nueva nave y la nueva criatura (digamos “empresa”) quedará instalada de nuevo en el Polígono Industrial Les Pedreres en Petrer. Los cerca de 30 trabajadores/ras hasta ahora pertenecientes a la empresa DALVENO, SL, que hoy ha muerto, dan paso a una nueva empresa que iniciará su andadura, o al menos así parece ser la intención de los “nuevos gestores” (que en realidad no son tan nuevos, sino más bien serán los mismos camuflados en la nueva empresa, con nuevo gerente –digamos, por ejemplo- de paja).
El interrogante que siempre queda ante hechos como el comentado y las innumerables situaciones que de forma reiterada se producen en los diferentes sectores económicos e industriales a lo largo y ancho del Vinalopó. No nos damos cuenta del enorme daño que se está generando. Sus consecuencias serán tremendamente graves y negativas para las economías de la zona y de sus ciudadanos. ¿Cómo se puede explicar que la empresa citada cierra, según dice la carta de despido entregada a los trabajadores, por falta de trabajo y por problemas económicos -vamos lo que dicen la práctica totalidad de las cartas de despido (que elaboran los asesores de las empresas)- y que vuelva a surgir una “nueva empresa” con la pretensión de seguir con su actividad prácticamente con los mismos trabajadores? ¿Qué explicación lógica y coherente pueden tener este tipo de situaciones? ¿Cuándo las autoridades laborales pondrán punto y final a estas malas prácticas empresariales?