Conocíamos, por la Historia, de la perversidad de las dictaduras de derechas y de izquierdas, de las dictaduras del silencio y de la miseria, pero todavía nos quedaba una por descubrir: la dictadura financiera.
Es esa que no te permite tener acceso a tus derechos constitucionales: al trabajo, a la vivienda, a casi nada que no quieran los nuevos gobernantes del mundo, los grandes bancos sistémicos. Mientras, la torpeza de la mayoría de nuestros políticos les lleva a utilizar buena parte de su tiempo planificando su modo de vida después de la política.
Hemos descuidado la vigilancia de un engendro que se creaba en la oscuridad, sin luz ni taquígrafos, jugando a caballo entre la economía pública y la privada, entre la empresa y las finanzas. Me estoy refiriendo a los grandes bancos, a los que se denominan sistémicos. Esos que, aunque nuestra economía esté milagrosamente entre las veinte primeras, tenemos dos entre los cinco bancos más grandes del mundo, ¿cómo puede ser?.
La respuesta es sencilla: le hemos hecho trampas al Mercado y el Mercado nos devuelve el engendro a modo de maldición de leyenda. Porque estos bancos de gran tamaño no están en ninguna parte. Su completo desarraigo les hace tener intereses cambiantes por los territorios, pasando incluso por encima de lo que nosotros creemos «nuestros gobiernos» legítimamente constituidos. ¡Qué pena!, creemos que tenemos libertad y ni siquiera somos dueños de nuestro dinero ni de qué hacer con él. Antes de haber cobrado nuestras facturas ó nuestras nóminas, los bancos en los que hemos depositado nuestra confianza ya están sacando partido de ese dinero que debería ser la savia que riegue el árbol de nuestra economía, pero que se ha convertido en alimento de estos “vampiros” insaciables.
Estos poderosos operadores no tienen límite. Tras “tragarse” las Cajas de Ahorros y, además, con dinero público como condimento, para digerirlas mejor; ahora, de postre, quieren también al sector cooperativo, el único libre y sano que queda. No hay problema, mientras se “lanzan” unos cuantos botes de humo, nuestro legislador, esclavizado por un poder ejecutivo carente de sentido común, se encargará de dar la receta. Un festín financiero que terminará transformando nuestra economía en un páramo carente de vida.
No nos engañemos. Al igual que sucede en todas las dictaduras, siempre hay interesados en ese modelo y nuestro país no es una excepción. Por eso los apoyos que se reciben son verdaderamente aplastantes. Por eso ahora se ha puesto proa contra las pequeñas cooperativas de crédito que cumplen varias funciones sociales. Por eso la vertebración financiera de los territorios, la independencia económica de inversiones extranjeras, el mercado de libre competencia, la lucha contra la exclusión financiera, las obras sociales de impagable valor, etc… están en vías de extinción.
Pero, todo esto ¿a quién importa? Únicamente a las Pymes, las pequeñas y medianas empresas, los talleres y comercios, y a los ciudadanos. Pero estos ya no cuentan para nada. Bueno, si…. cada cuatro años nos llaman a votar, nos siguen dando algo -antes era un bocadillo y una gorra y, ahora, un poquito más de tele basura-, y a votar al que más nos entretenga. Da igual, salga el que salga, seguirámandando la dictadura financiera desde la sombra.
Por Cristóbal Navarro, presidente de CEPYME Alicante