Cada vez que me encuentro con noticias del bus guiado que pretenden hacer en Petrer y Elda se me viene a la cabeza el sensacional capítulo de los Simpson –que sin duda habrán visto numerosas veces la gente de mi generación- que habla sobre el monorraíl. Para los muchos que ya han visto este capítulo poco hace falta añadir, para los que no les explico que en éste los ciudadanos de Springfield se dejan seducir como catetos por el megaproyecto de construcción de un monorraíl, que queda calamitoso el mismo día de su inauguración mientras su constructor desaparece cargado con un maleta llena de fajos de billetes.
Pero más allá de paralelismos fantasiosos lo que de verdad me preocupa son los errores en torno a dicho proyecto que los ciudadanos estamos pudiendo constatar. El primero, por parte del Gobierno Valenciano fue redactar y aprobar este megaproyecto –eso sí sin consignación presupuestaria real, lo más importante es la propaganda- sin previamente encargar un informe de movilidad de dichas ciudades que avalara este proyecto y aquellas medidas adicionales que permitan mejorar la circulación de peatones y conductores por nuestras dos ciudades. Quiere esto decir que los políticos de turno de nuestro gobierno valenciano se sacan proyectos de la chistera sin estudiar su viabilidad y las opiniones de los técnicos. Qué fácil es jugar con el dinero ajeno -35 millones de euros-.
A alguien se le debió encender el sentido común y con el proyecto ya aprobado es entonces la Mancomunidad quién decide encargar dicho informe. Si el primero de los errores que he comentado podría llegar a perdonárseles por la incompetencia de quienes están al frente de las responsabilidades de gobierno en Valencia, el segundo tiene una más difícil justificación. En el citado informe de la Mancomunidad los técnicos, no sólo no avalan, sino que desaconsejan dicho proyecto. Cualquier persona responsable habría llamado la atención sobre este hecho y habría pedido a Consellería que retirase el megaproyecto, nuestros alcaldes, Pedrosa y Díaz, decidieron guardar el proyecto en un cajón desde 2009 y que continúe la propaganda, total si no es dinero propio. La incompetencia, como he dicho, podría llegar a perdonarse pero la mala intención de intentar engañar a los ciudadanos es una muestra de falta de honestidad mucho más difícil de pasar por alto.
Hace unas semanas conocimos de la existencia de dicho informe y desde entonces los ciudadanos continuamos esperando un pronunciamiento de Pedrosa y Díaz. Si nuestros responsables se empeñan aún en continuar con este megaproyecto –se le estima un coste de 35 millones de euros- cometerán un tercer error y nos obligarán a pensar que detrás de él no se encuentran los intereses del conjunto de ciudadanos sino los intereses económicos particulares de los “amiguitos del alma” de alguien.
Y si quienes nos gobiernan se empeñan en demostrarnos cada día su incompetencia, su deshonestidad y su falta de preocupación por nuestros problemas, queda claro, dejando de lado las ideologías y tirando del sentido común, que estos no deben de continuar siendo nuestros gobernantes porque no se lo merecen.