Si no somos muy puristas con los conceptos, veremos claramente que lo que se viene haciendo en este país con la formación es exactamente, en términos generales, prostitución.
Pero, es curioso que todos los implicados, -políticos, agentes sociales y otros cargos institucionales- miran cada uno para un sitio, pero ninguno para el núcleo problemático que pueda aportar solución a lo que todo el mundo sabe y habla en privado, pero nadie quiere abordar en público.
La formación en países de nuestro entorno de la UE se ha convertido en el pilar diferenciador de políticas de creación de empleo y ha dado frutos completamente distintos al panorama que aquí tenemos con sectores completamente abocados a la marginalidad laboral, por carecer de una verdadera formación útil.
En nuestro país, en términos generales, ya sabe todo el mundo que se ha utilizado la asignación presupuestaria de la formación para el desvío de fondos a otros menesteres, en ocasiones convocando cursos de «adiestramiento de canes», «cata de vinos» ó de «patrón de yate», como ejemplos de formación práctica «necesaria» para la consistencia de nuestro mercado laboral, privándolo de la agilidad y capacidad de provocar un giro de adaptación a las nuevas necesidades y, en otras ocasiones, directamente simulando la existencia de cursos que nunca se han impartido ó directamente exigiendo «mordidas» a los encargados de impartir la formación, con el consiguiente deterioro añadido de la calidad y provocando la pestilencia inmediata de la manipulación interesada del dinero público.
En estos días todavía veraniegos, en los que hemos visto que las noticias todavía subían más la temperatura de nuestra etapa estival, debemos preguntarnos, ¿qué esperamos de organizaciones endogámicas que no son capaces de cambiar un dirigente en más de 30 años? ¿Representan verdaderamente a alguien que no sea a ellos mismos? ¿Permiten la participación de «otros» que busquen verdaderos cambios en los cauces y en el destino de los fondos? ¿Han aparecido todos los desmanes provocados por la formación en distintos agentes sociales de nuestra comunidad o por el contrario quedan millones de euros utilizados para fines distintos de los que nuestros impuestos nos justificaron, para detraerlos de nuestros bolsillos?
Las respuestas las conocemos todos. La diferencia radica fundamentalmente entre los que lo denunciamos y los que callan y lo ocultan. Los primeros, por desgracia, somos los menos numerosos y tenemos menos recursos, solamente el de la verdad y la razón; y, los segundos, siempre serán cómplices y responsables de lo que pasa, porque la verdadera acción necesaria para una regeneración no radica en callar y mirar para otra parte y sentarnos ahora en las sillas que antes se sentaban otros, para seguir haciendo lo mismo, la verdadera acción es la de ser proactivos y no permitir que, con dinero público, se apuntalen estructura obsoletas, carentes de sentido, sin visos de equilibrio presupuestario y sometidas al gobierno e interés de unos pocos que han hecho del servilismo de los agentes sociales una profesión.
No queramos pensar que estos problemas solamente se dan donde se han descubierto hasta ahora, tan sólo hemos de analizar que quien consigna de presupuesto una cifra anual y sus aportaciones ordinarias no llegan ni al 10 % de dicho importe, ¡de alguna forma tiene que buscarse la vida! Por favor no seamos inocentes o, lo que es peor, no seamos colaboradores.
Cuando descendemos al detalle y dejamos la generalidad, me resisto a pensar que en toda una provincia como la de Castellón, no hay nadie que en los últimos 30 años haya querido ser presidente de la CEC, aunque no tenga en su currículo méritos financieros como los de la SGR.
Me resisto a pensar que nadie ve que dividiendo el presupuesto de la CIERVAL entre las tres organizaciones provinciales, se subsana de un plumazo todo el problema financiero de éstas. Me resisto a pensar que nadie ve que tras la modificación estatutaria de COEPA está el intento de perpetuarse en el cargo, para hacer de esa función una forma de vida. Me resisto a pensar que los nuevos gobiernos surgidos de las urnas el pasado 25 de mayo, padezcan del mismo desenfoque que los anteriores.
Y, para no apartarnos del cometido de este artículo, no olvidemos que el dinero que malgastamos ó justificamos como formación profesional y destinamos ó permitimos que destinen a otros derroteros, es la gasolina que está quemando nuestro presente y que arrasará nuestro futuro.
Esa es la verdadera diferenciación con los países de nuestro entorno, más competitivos y adaptados a las nuevas necesidades y es lo que divide no solamente nuestra Europa en dos velocidades, la de los que tiran del carro con sus impuestos y contribuciones y la de los que únicamente quieren ir cómodamente a la velocidad que permiten los que producen, también es la que crea permanentemente desigualdades sociales irrecuperables y alimenta monstruos que en un futuro veremos de que se alimentan.
¿A qué estamos esperando para derogar la Ley de Participación Ciudadana que es un intento de legalizar lo que no es legítimo?
Por Cristóbal Navarro, presidente de Cepyme Alicante