Estimados ciudadanos españoles no-valencianos:

Este día tenía que llegar. Sí, soy valenciano. Esta semana el Tesoro Español (es decir, el dinero de todos los ciudadanos del Estado) ha tenido que salir al rescate de la Comunidad Valenciana, avalándonos para poder pagar 123 millones de euros en préstamos que vencían con el Deutsche Bank. Y probablemente no sea la última vez que tengamos que echar mano de vuestros dineros para poder pagar, pues aún adeudamos miles de millones a las farmacias, residencias de ancianos (como La Molineta de Petrer), dependientes, becas de libros y de comedor, obras (Plan Confianza), Correos, y un largo etcétera.

Soy uno de los millones de valencianos que nos sentimos orgullosos de serlo, pero no de quienes nos gobiernan. En esta comunidad, el presidente Fabra (aunque nos haya tocado de rebote) no puede echarle la culpa a la herencia de otros, y si así lo hiciera, en todo caso fuese a la herencia de Camps. Os digo todo esto para que lo tengáis en cuenta a la hora de juzgarnos. Ya sé que pensarás que este es el resultado de muchos años despilfarrando, viviendo por encima de nuestras posibilidades. Pero lo cierto, es que yo no asistí a la Copa del Mundo de Vela, no pisé nunca la Fórmula Uno (entre otras cosas porque no la podía pagar), ni estuve en la visita del Papa. No tenía ninguna necesidad de macroinversiones como Terra Mítica o el aeropuerto de Castellón. Mi Educación y mi Sanidad no mejoraron tanto en los últimos años, e incluso llegaron los barracones a colegios de mi ciudad. Muchas de las personas mayores que me rodean continúan esperando la ayuda a la Dependencia a la que tienen derecho. Te cuento todo esto para que sepas que la gran mayoría de los valencianos no disfrutamos de esa fiesta cuyos platos rotos pagamos ahora vosotros y nosotros. Sólo podemos hacernos responsables de no haber elegido bien a quienes nos han gobernado.

Sirva esta carta de disculpa por el esfuerzo extra que tendréis que hacer para no dejarnos caer.