¿Es el 8 de marzo una fiesta?

No es una fiesta, no es motivo para un carnaval o un regalo. Hay una diferencia profunda entre un festejo y una conmemoración. El 8 de marzo no es la fecha para  realizar consumo de rebajas, ramos florales y tarjetas coloridas con frases de lugares comunes.

La tendencia, cada vez más enajenante, de eliminar el contenido histórico de las fechas conmemorativas solo sirve a un propósito: la asimilación y, como consecuencia , la desaparición. Cuando algo pierde su contenido simbólico, deja un espacio hueco en el que luego se puede colocar cualquier cosa, por absurda o insultante que sea. Y es precisamente eso lo que no queremos  que suceda con el 8 de marzo. No es un día para celebrar el esencialismo o para que algunos tengan ocasión de pasarse de listos. El 8 de marzo es un día para que la memoria reviva y la dignidad se sacuda.

Después de  100 años de esta conmemoración, las condiciones laborales de la gran mayoría de mujeres en el mundo entero siguen siendo deplorables. La división sexual del trabajo perdura y mantiene a muchas mujeres y niñas en una situación que bien podemos llamar de esclavitud. Las mujeres que han logrado incorporarse al mercado de trabajo formal ganan un 70% del salario de los hombres, a pesar de realizar las mismas funciones y de estar, en muchos casos, mejor cualificadas. Los derechos laborales de las mujeres se sostienen en el papel, a punta de uñas y dientes, pero en la vida cotidiana es todavía más difícil, al punto que ya parecen solo un puñado de buenas intenciones.

Y de la violencia. Solo basta con mirar los titulares en los diarios. Los “femicidios” aumentan a un ritmo tenebroso. Y el ensañamiento de los agresores se usa como materia prima para el amarillismo de algunos medios de comunicación. Así terminan muchas mujeres en este país y el mundo: como carne de portada.

En todos los rincones del mundo, la violencia, la pobreza, el tráfico de personas (700 mil por año, fundamentalmente, mujeres y niñas), el analfabetismo siguen teniendo, en mayor proporción, rostro de mujer.

Las depredadoras políticas neoliberales, con su maximización de ingresos y concentración de capital, en manos de cada vez menos, contribuyen a ello con sus recortes presupuestarios y el progresivo desmantelamiento del Estado de Bienestar.

Se arbitran medidas para conciliar vida familiar y laboral, cuando las quisiéramos de corresponsabilidad -reparto de las cargas domésticas y cuidado de las personas dependientes- y de re-conciliación, en general, con la vida misma…

Las discriminaciones encubiertas y los micromachismos están a la orden del día.

Se gestiona y controla nuestra salud reproductiva, nuestro derecho a disfrutar de una sexualidad satisfactoria…, en definitiva, la libre disposición de nuestros cuerpos.

Área de la dona de EU

Es preciso insistir en la necesidad de fomentar -desde la educación, la publicidad y los medios de comunicación- valores de respeto e igualdad, otros modelos y maneras de relacionarnos, otra mirada sobre las mujeres, otra representación nuestra en el espacio público y en el espacio privado. Por un mundo más justo y equitativo contando con tod@s,  el 8 de marzo no es una fiesta es una conmemoración.

2 thoughts on “¿Es el 8 de marzo una fiesta?”

  1. No se por que Esquerra Unida sigue firmando como Eu-Els Verds. Señores no engañen a nadie en Petrer los unicos Verdes que existen son Los Verdes de Petrer que se presentan en solitario a las proximas elecciones municipales.
    Por favor dejen de utilizar un nombre que no les pertenece.
    Gracias

  2. Repásate el acuerdo firmado en el 2007 para las elecciones municipales y autonómicas. En todo caso, cuando firmen Los Verdes de Petrer que firmen como «Els Verds-Esquerra Ecologista», el acuerdo que se tiene es con Els Verds del País Valencià.
    Un saludito, (y de nada).

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