Lo imposible de negar es la contundente y grandísima repercusión social que ha tenido y tiene el hecho de que España haya conseguido ser campeona en los Mundiales de Futbol de Sudáfrica. Bastantes, y con alguna razón, podrán manifestar su disconformidad con la indescriptible algarabía provocada, por aquello de la alienación. Algunos pocos estarán más que jodidos porque el acontecimiento ha venido a evidenciar la falsedad de sus artificiosas y fabricadas tesis sobre el sentimiento nacional del pueblo español, tan lejos de sus irreales entelequias. Para la inmensísima mayoría de los españoles ha resultado ser, desde algo agradable para unos hasta un acontecimiento importante de su sencilla historia personal, pasando para otros por infinidad de diapasones existenciales todos ellos positivos.
Y para los políticos, ¿qué debería suponer este fenómeno social? Porque en los tiempos difíciles que corremos y nos esperan, el hecho referido tiene muchas enseñanzas para ellos, si verdaderamente la Política la entienden como el arte de gobernar al pueblo. A poco que estudien las claves del “éxito” verían claramente que aquello de “la unidad hace la fuerza” no es un tópico; que para lograrlo se precisa alguien que sepa lo que se quiere y cómo conseguirlo; que haga la selección de los más apropiados y aptos para su objetivo, no solo porque “suenen” sino porque, además, hacen equipo; que busque apoyos y consensos de todos los implicados; que descarte lo que separa y potencie lo que aglutina; que administre sabiamente los recursos de que dispone; que encaje las adversidades tan pronto se presenten y modifique actitudes. ¿Se formulará nuestro Gobierno todo esto? Quisiera equivocarme pero, a fuer de sincero, creo que no: ni tiene talante y, lo más grave, no tiene capacidad.
De todas formas este Mundial nos deja muchas cosas positivas, buenas y convenientes para el estado de decaimiento y desazón generalizada que padecemos: Recompone mundialmente imagen de una España que andaba por los suelos (los gobernantes serán malos pero el Pueblo es capaz) y eso nos ayudaría a situarnos en el ámbito internacional. Internamente genera estados de ilusión en momentos de desesperanzas y conformismos (quién sabe si el “Podemos” se trueca en mantra permanente de nuestros rezos y al final lo conseguimos, quien sabe). Ah!, y algunos pueblos de España han podido ser más libres, perderle el miedo a los “nazionalistas” y manifestarse como son, españoles.
Vivan los españoles, que nos lo merecemos, y mucho.