Soy del Real Madrid y gocé y disfruté como gorrino en un charco con el futbol magistral de Xavi, Piqué, Busquets, Capdevila y… ¡cómo no!, con el impresionante golazo a pase de Xavi del inconmensurable Pujol, levantando sus melenas de león al viento, zarpeando el balón con su garras para asestar el mortal golpe del gol: la víctima era abatida para garantía y supervivencia de la camada. Verdaderamente épico. Pero sobre todo, lo más sobresaliente de este partido es el magistral conjunto que resultó ser la Selección Española bajo la sabia e inteligente batuta de su director, el charro Del Bosque, evidenciando a las claras la decisiva importancia que tiene para los resultados finales conocer a todos los jugadores, limando las posibles asperezas que entre ellos pudiera generar la larga concentración, conjuntarlos y motivarlos para el objetivo final, ahí está la clave. (Qué fueron Messi o de Ronaldo, por ejemplo, nada, pasaron sin pena ni gloria, la diferencia es que a ellos les dirigían Quiroz y Maradona respectivamente, que no entendieron ni de conjuntos ni de convivencias, desaprovechando así los inmensos valores de ambos). No solo España ganó a Alemania, demostró en conjunto ser superior, si hubiese perdido practicando el futbol que practicó, más tendríamos que achacárselo a una irreparable y cruel decisión de Némesis que habría confundido el comportamiento de algún “ilustre” español con el de los españoles en general, pero ahí estaba el “pulpo Paul” para evitar la injusticia.
Insisto en la línea de mi anterior colaboración: la Selección Española está siendo un ejemplo a estudiar por los políticos serios de cómo aplicar soluciones para superar una asignatura social que siempre hemos llevado mal los españoles y que tantos retrasos nos trae: la vertebración de España. Si con solo la esperanza en el triunfo ya vibró toda España, de ser campeones –que ya lo somos- aún tienen más ratificadas las causas del triunfo para convencerse definitivamente de lo que queremos el 99,9% de los españoles, serlo y vivir en España, que además de un agradable privilegio resultaría ser todo un cúmulo de posibilidades para el desarrollo personal. Y percatarse es muy simple, solo consiste en que piensen algo más en el Pueblo y menos en engañarnos comprando con nuestros votos los de minorías a muy altísimo precio, creyendo erróneamente que con la picaresca se aseguran mejor sus poltronas. Bueno, siempre quedará algún “iluminado nazionalista” que se cabree, pero no crean, los otros, los razonables, somos muchísimos más… y también podemos cabrearnos.