El desierto electroluminoso

La copiloto de pelo azul sonreía a través de su ventanilla, mientras el vehículo se detenía delante nuestro. Las puertas se abrieron, se intercambiaron los saludos, se ordenaron los bultos y los humanos dentro del coche,  y se subió la música hasta un volumen que rozaba la insensatez… Era cuestión de ir acostumbrando el oído.

Así dio comienzo la misión con objetivo Creamfields Andalucía 2010 (festival internacional de música dance y electrónica que tiene sus orígenes en la sala Cream de Liverpool,  inagurada en 1992 y que a dia de hoy se celebra en varios países alrededor del globo), un viaje de unos 350 Km., con destino a El Ejido, Almería, mas concretamente a la playa Guardias Viejas, en donde iba a celebrarse el evento. Cinco personas en un coche de solo cuatro plazas, una sesión de Minimal Techno a todo trapo y muchas ganas de estar bailando ya, esas más de 15 horas de música ininterrumpida que prometía el festival.

32 artistas nacionales e internacionales de gran renombre en el mundo de la música electrónica repartidos en 4 escenarios era lo que nos esperaba tras varias horas de carretera, pero todo viaje tiene su propio funcionamiento y éste no iba a ser menos; aparte del overbooking voluntario que sufríamos y de que ya llegábamos tarde a las primeras actuaciones, un peligroso reventón de rueda en la autovia, que nuestro conductor resolvió de forma majestuosa, nos hizo retrasarnos, todavía más, a la espera de algún buen samaritano que nos pudiera ayudar logísticamente: nos faltaba una llave para cambiar la rueda. El samaritano apareció en un tractor, y una vez arreglado el asunto, y calmado el susto, continuamos el trayecto ya deseosos de acabarlo.

Serían cerca de las 21 h. cuando recorríamos las calles de El Ejido preguntando el mejor modo de llegar, comprando los últimos avituallamientos, y sorteando, como mejor se podía, los muchos controles de la Guardia Civil, que nos separaban en los últimos metros para llegar a aquel mundo paralelo que es el Creamfields. Cientos de coches buscaban su lugar en los inmensos descampados que hacían de zonas de parking, miles de personas se movían solos o en grupo con una dirección común, y, en el horizonte, con el sol hundiéndose ya en el mar, se levantaban las carpas y los escenarios, y se veían las primeras y tenues luces que pedían la oscuridad total para mostrarnos todo lo que nos podían ofrecer.

Ya estábamos allí.

Entrada en mano, caminamos por la playa, que ya era un hervidero de alegría y emoción, puestos de comida rápida y bebida fría, las primeras raves y los saludos desconocidos a mi persona, supongo, por llevar un atuendo que, en un primer momento pensé que pasaría desapercibido en la algarabía festiva, pero que acabo convirtiéndose uno de los puntos de mira de la noche… Quién me iba a decir que una toga tendría tanto éxito…

Natanael y su toga acabaron convirtiéndose en un atractivo más del Creamfields
Natanael y su toga acabaron convirtiéndose en un atractivo más del Creamfields

Una vez ya dentro del recinto, dimos una vuelta para conocer la distribución de carpas, escenarios, barras y aseos, y es aquí donde comenzaron las dolorosas decisiones. Teniendo en cuenta que ya habíamos perdido unas horas de actuaciones, entre las que se encontraban el concurso de Dj’s que había organizado el festival y Bloody Beetroots como destacados entre varios artistas más, elegimos que nuestra primera parada obligatoria tenia que ser “Vitalic! V Mirror Show”, que es el nombre de este Dj cuando presenta su repertorio propio en vivo, y lo hizo en lo que sería la pista central del festival, el escenario “ Barceló Stage”. Un sonido espectacular que apenas te dejaba respirar, unido a pantallas gigantes proyectando animaciones y visionarios juegos de luces, nos acompaño en esta iniciación mágica de todo lo que nos depararía esa noche. Un paseo por sus mejores canciones como “Poison Lips” o “One Above One” nos condujo en un baile cada vez más frenético a momentos de gran éxtasis colectivo al ritmo de revientapistas como “Le Rock”, este tema en particular pinchado varias veces en otros dj sets a lo largo de la velada.

Para cuando había acabado nuestro primer contacto con las emociones más primarias, unas sonrisas de oreja a oreja se dibujó indeleblemente en nuestros rostros acompañándonos a la “Carpa Alhambra”, donde en las siguientes horas (bastantes de hecho) nos sometieron a un cautiverio electrónico a base de bombos ultrasónicos y toda una gama de sonidos psicodélicos de la cual era imposible escapar (en fin, tampoco queríamos); así que “encontramos la felicidad en esa esclavitud”, nuestros cuerpos se rindieron a los grilletes del baile y, luces, sudor, sonrisas y conciencias atravesamos juntos los “calvarios” de grandes como “2 Many Dj’s”, “Erol Alkan” o “Digitalism”, que nos transportaron por lo mejor de la música electrónica propia y ajena con guiños a temazos como “You gonna want me” de “Tiga”, “Kids” de “MGMT” o “We are your friends” de “Simian Mobile Disco” entre muchos otros que yo recuerde… No quiero imaginar lo que se queda en el tintero. De hecho, metido de lleno en el bucle de la danza, ni siquiera era totalmente consciente de los cambios de artistas en el escenario, que se sucedían con asombrosa rapidez y sin dejar a la muchedumbre en ningún momento sin su dosis de bombeante trance.

Todos los escenarios, a reventar.
Todos los escenarios, a reventar.
¿A quién le importaba el mañana o el pasado en esos momentos?
¿A quién le importaba el mañana o el pasado en esos momentos?

Así nos engañó el dilatado tiempo, hasta hacernos creer que nunca acabaría ese frenesí, pero las leyes de la Física no acompañaron y en el firmamento las estrellas fueron reemplazadas gradualmente por paletas de hermosos colores que nos anunciaban la mañana mientras “Benny Bennassi” nos ofrecía “Satisfaction” con los últimos minutos de su actuación. Llegaba el astro rey y se instalaba en lo más alto del escenario a la par que el “Rey” del cartel , “David Guetta”, que había atraído a madrugar a gran parte de la audiencia allí congregada… No a mí precisamente, pero bueno, cierto es que no esperaba mucho más que los típicos superhits a los que nos tiene acostumbrado, pero la sesión fue mucho mas allá y, aparte de sus éxitos más comerciales hubo momentos musicales muy cañeros secundados por una congregación de mas de 20.000 acólitos que saltaba eufórica, y mentiría si dijera que no lo hice lo mismo y disfrute haciéndolo. Con un remix de “I Got A Feelling” de “Black Eyed Peas” se dio por concluida la ceremonia y notifiqué varias cosas. Uno, que era totalmente de día, el sol empezaba a quemar sobre la piel y había perdido mis gafas de sol. Dos, que las barras ya no vendían ni siquiera agua, que había gastado prácticamente todo mi dinero en ellas (a unos precios bastante abusivos), había perdido varios litros vía sudoración y comenzaba a notar como me deshidrataba. Tres, la música había acabado y ahora podía percibir las posibles lesiones en el tímpano que había sufrido durante una noche pasada de decibelios, y cuatro, que de 32 actuaciones simultáneas en cuatro escenarios, sólo pude ver unas siete, y todo por no poseer el poder de la polilocalización… Aún.


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