La economía está virando desde un modelo de crecimiento basado en la deuda a uno en el que prima el principio de eficiencia. La plasmación oficial de tal viraje la encontramos en la controvertida reforma del artículo 135 de la Constitución, cuyo objetivo principal es “garantizar la sostenibilidad económica y social de nuestro país”. Y para ello, lo prioritario es pagar el dinero que las Administraciones Públicas deben: “los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta”. Con estos mimbres, cabe considerar lo siguiente:
1. La deuda pública española supera el billón de euros…”y su pago gozará de prioridad absoluta”. No hace falta recordar qué medidas se están tomando para garantizar tal prioridad. Y lo que falta, pues estamos hablando de una cantidad de deuda que algunos economistas como Niño-Becerra consideran, a todas luces, impagable.
2. Sin ser la única causa de tales niveles de endeudamiento, por supuesto, acaso sí sea la más significativa: nos referimos a la consecución de obras de “interés público” como puedan ser aeropuertos fantasma (Castellón, Huesca, Ciudad Real) , líneas de alta velocidad sin apenas pasajeros (la que unía las capitales de Castilla la Mancha), pagos millonarios por maquetas cuya obra jamás llegó a ejecutarse (las torres de Calatrava en Valencia) o, por poner fin a tan infame lista, la
obra faraónica de la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela, que tuvo que ser interrumpida con el estallido de la crisis.
3. Resulta un sarcasmo que quienes fueron responsables o, al menos, auspiciaron tal orgía de derroche , ahora nos recuerden, para garantizar la “sostenibilidad finaciera o eficiencia en el uso de los recursos públicos locales” (Ley 27/2013, de 27 de diciembre, de racionalización y sostenibilidad de la
Administración Local), que lo más urgente es pagar la deuda desorbitada que ellos mismos contribuyeron a crear. ¿Quién puede creer a esta panda de despilfarradores austeros? O de pirómanos bomberos, como quieran. Ajustar presupuestos, eliminar duplicidades y gastos superfluos no está mal; de hecho, siempre debió ser así. Y si esta ley pretende poner fin al abuso de los poderes públicos a través del endeudamiento, entonces, necesariamente, debería ir acompañada de medidas punitivas contra quienes contravinieron desvergonzadamente en un pasado reciente tan urgentes principios de austeridad. ¿Por qué no se produce tal depuración de responsabilidades? Sencillamente porque quienes despilfarraron y comprometieron impunemente las arcas públicas son los mismos que en plena crisis económica nos piden sacrificios (curioso eufemismo para designar las subidas de impuestos).
4. Esta agónica llamada a la estabilidad presupuestaria y el control del déficit no se hubiese producido sin un previo tirón de orejas por parte de la Unión Europea, patentizando con ello la ineptitud de nuestros despilfarradores austeros.
Conclusión: quienes abusaron del modelo de crecimiento basado en la deuda no deben liderar la transición hacia un modelo económico basado en la eficiencia.
Para ello, extendiendo nuestra reflexión al ámbito local, es imprescindible una política de transparencia que facilite a los ciudadanos el acceso a cuantos documentos o contratos comprometan el dinero público: contratos de basura (publicación en la web del Ayuntamiento de Petrer del contrato firmado con la empresa
Fobesa), contratos con diferentes empresas para la realización de obra pública, documentos en los que se se muestre las razones de una determinada adjudicación, publicación de los presupuestos locales, publicación de los sueldos del alcalde y los concejales… se trata, en definitiva, de que la actuación de nuestros representantes se vea sometida a un continuo escrutinio por parte de cualquier petrerense interesado en conocer pormenorizadamente en qué se gasta el dinero su Ayuntamiento y en base a qué razones o argumentos emprende tal gasto. Desde la Delegación Local de Unión Progreso y Democracia trabajamos para lograr una democracia más transparente y sensata y, por supuesto, estamos abiertos a debatir cuantas propuestas vayan encaminadas a mejorar esta maltrecha democracia bipartidista de bisagras nacionalistas y
corrupta a la que muchos miramos con el desdén de quien se siente engañado día tras día.