Del Banco ‘malo’ al banco ‘bueno’: las pymes toman la palabra

Las necesidades de financiación de las PYMES no pueden esperar. Nadie está deteniendo la hemorragia de destrucción empresarial a la que estamos siendo sometidos. Ni siquiera lo intentan. ¿Tejido empresarial? Cada vez queda menos músculo y, a este paso, no habrá ni huesos. Dos tercios del dinero disponible para ello lo acaparan las empresas del Ibex 35 y las Administraciones Públicas y, del tercio restante, hay que descontar las hipotecas de todos los ciudadanos de éste país. Es con el sobrante con el que deben trabajar las PYMES. Éste es el entorno que nos queda.

Las PYMES no son una prioridad para las grandes corporaciones financieras y para nuestros políticos. La prioridad, realmente, es que ellos superen el incendio de cada día y se preparen para el siguiente. Con este “cortoplacismo” es imposible que, verdaderamente, se pueda pensar en las PYMES. A los ciudadanos nos entretienen con “chorradas” y utilizan cortinas de humo que, rápidamente, se disipan y en las que detrás no hay absolutamente nada.    Finalmente, cuando fallan una y otra vez las supuestas campañas para favorecer el tejido de las pequeñas empresas se nos queda cara de idiotas.

CAM, Bancaja, Ruralcaja, Banco de Valencia. El sistema financiero de la Comunidad Valenciana ha desaparecido por completo. Únicamente nos quedan las sucursales de políticas decididas en otros territorios y que, evidentemente, es normal que no tengan el grado de implicación social con nuestra tierra que requieren nuestras empresas, ciudadanos e iniciativas.

Además, el banco “malo”, el SAREB, está siendo un fiasco, porque nuestro toque hispánico hace que intentemos un plan imposible con esa herramienta, es decir hacerlo rentable. No se puede hacer rentable esa ruina, únicamente descongestionarla cuanto antes, vendiendo ya y sin contener los precios, porque el fin que se perseguía con el banco malo no se conseguirá y tan sólo hemos cambiado el problema de manos, pero su influencia sobre la falta de crédito persiste todavía y seguirá, hasta que la herramienta se utilice para su verdadero fin: limpiar los activos tóxicos de la banca lo antes posible.

Por todo ello, y porque la llamada economía social debe venir a poner un poco de sentido común a los distintos modelos sistémicos que se han generado, modelos de los que dependemos las PYMES, es por lo que es precisa y urgente la creación de un ‘banco bueno’.   Un modelo de entidad acorde a los intereses, preocupaciones y necesidades de la pequeñas y medianas empresas.

Durante el intervalo de los años 1850 hasta 1950, se crearon todos los grupos financieros que existen en la actualidad. Fueron entidades que nacieron como pequeños proyectos empresariales: la fundación del Banco de Sabadell se gestó a iniciativa de 127 empresarios y comerciantes de esa ciudad para poder financiar la industria local y proveerla de materias primas (lana y carbón) en condiciones más favorables. En ese mismo periodo, la Unión de Comerciantes de Cantabria fundaba el Banco de Santander, surgido alrededor del negocio de las exportaciones de trigo y cereales de Castilla que se efectuaban por el puerto cantábrico, además de las importaciones de América. Igualmente, en la misma época, se creaba, por un pequeño grupo de comerciantes e industriales, que componían la Junta de Comercio de Bilbao, el que hoy conocemos como BBVA y que, además, cuenta con la particularidad de que se nació como banco emisor y de descuento.

Hay que hacer memoria y saber que han sido los empresarios los que han creado los bancos desde siempre. En su momento no eran grandes entidades, se trataba de pequeños comerciantes e industriales. En aquellos años no existían las multinacionales ni las corporaciones. Eran estos pioneros los que, con su carácter emprendedor, se aventuraban a financiar su dinero en misiones comerciales marítimas que tenían un alto índice de siniestros, porque la navegación de la época era más sistémica que nuestra economía de hoy día.

Más difícil todavía: algunas de estas entidades, como el BBVA, comenzaron como banco emisor ¿Se imaginan la escena? “Entrégueme Vd. sus monedas de oro que yo le voy a dar estos papelitos que dice: se pagará al portador” Risa me da imaginarme las primeras caras pero, indudablemente, la necesidad superó al miedo y a la desconfianza.

Indudablemente es el momento del ‘banco bueno’.  En cuanto a la forma, no hay nada que tenga mejor encaje “estratégico”, desde el punto de vista de Responsabilidad Social Corporativa, que una Cooperativa, que puede ser la receptora de los crecientes planes que entidades más pudientes están implantando por distintos motivos.

Ello, junto con el refuerzo estatutario que aportará la exclusión de los productos tóxicos y la concentración de riesgos, dará un motivo más para la confianza; además, encaminará los fondos captados, al amparo de Fondo de Garantía de Depósitos, a financiar los micro-proyectos que se puedan valorar desde un punto de vista de criterio de riesgo diversificado y asumible. Todo lo que, con la miopía del pasado más inmediato, se ha perdido.

Las PYMES deben toman la palabra ante el mutismo al que les someten las Administraciones. Es hora de alzar la voz, de que nos oigan, de que respeten los años de esfuerzo y dedicación a una labor empresarial diaria, callada y continua. A una voluntad que sostiene familias, crea puestos de trabajo y alimenta este país. No se olviden, señores, si somos el 90% de la piel del territorio, deben cuidarla o, al menos, respetarla.  El ‘banco bueno’ es nuestro pulmón de subsistencia ante un oxígeno que se nos niega.

Por Cristóbal Navarro, presidente de Cepyme Alicante

 

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