La llamada “izquierda” ha cerrado filas entorno al error. No se atreve a presentar alternativas, prefiere seguir sumida en su error, comerse sus propios ideales a trabajar para conseguir nueva militancia, nuevas ideas que den impulso a la gestión nacional. Siempre lo he dicho, nuestro sistema de partidos, hoy ya convertido en bipartidismo, se ha vuelto sectario, todos cierran filas entorno al líder, todos se inmolan y sacrifican aún sabiendo que no es lo adecuado, anulando la conciencia personal por lo que les han convencido que es el bien del grupo que está siendo atacado por el exterior. Pero esto también se da en el partido en la oposición, ya demostrado al perder las anteriores elecciones el actual presidente de partido, al que se atrevió a lanzar nuevas candidaturas o alternativas se le corto la palabra en aras de demostrar una imagen de unión ante la opinión pública, de mostrar un grupo unido, sin fisuras. Falacias, mentiras y dogmatismos, todos los seres humanos, por suerte o por desgracia, somos iguales, nos movemos por los mismos intereses e incurrimos una y otra vez en el mismo error. Supongo y espero que de algo nos sirva la experiencia y aprendamos de la actual situación, que sepamos entre todos mover nuestra conciencia individual y ponerla al servicio del grupo sin vendernos por 30 monedas de plata.
Pues en esta andamos, creando enemigos ficticios, mirando nuestro ombligo, lamentando nuestro presente, mientras el enfermo se muere sin que nadie le dedique una sola mirada. Ya no se reúnen los grupos para buscar soluciones a la situación, se reúnen para crear estrategias y cerrar filas, están sumidos en su propia guerra, en su lucha, y se olvidan de los ciudadanos que les votamos para que gestionen los recursos de todos, no para embarcarnos en ninguna discusión intelectual y de lavado de cerebros para militar en uno u otro grupo.
Aquí no hay mejores ni peores, aquí todos llevamos lo bueno y lo malo en nuestra mochila, de nosotros depende saber discernir lo que es adecuado al momento, pero no deleguemos la responsabilidad en el grupo, la responsabilidad es personal, el error y el aprendizaje del anterior es personal, la capacidad de salir del atolladero también debe ser tomada individualmente y luego, tras haber recapacitado y visto cual es la solución acercarse al grupo para exponerla, consensuarla y si procede manifestarla.
La individualidad nunca se debe perder, es la base de la conciencia personal que es la que verdaderamente marca nuestras pautas de actuación. En la conciencia de grupo se diluyen las responsabilidades personales y da lugar a errores y horrores cometidos por la masa, como nos muestra la historia. Ya no es hora de revueltas como las hemos conocido, eso en nuestro mundo ha pasado a la historia, es hora de lo que llamaremos Revolución Mental, y esta solo se produce desde el individualismo, un individualismo que como he reseñado, nos rige la conciencia a la que no podemos engañar, a la que presentamos nuestros pensamientos, actos, y va cribando, discerniendo cual es lo más adecuado. Desde esa conciencia individual nos acercaremos al grupo para solucionar los asuntos de la comunidad, sin volvernos sectarios, sin defender a capa y espada ninguna posición, sin obligar a nadie a que comulgue con nuestras ideas, sin hacer guerras santas en pro de nuestra religión para convertir al infiel, sin quemar a nadie en la plaza del pueblo porque sus ideas no coincidan con las nuestras; todo esto toca a su fin.