Ayer, jueves 30 de abril, pasadas las ocho y media de la tarde, y acomodados ya los numerosos vecinos y representantes políticos de Monóvar y otros pueblos vecinos en la Casa de la Cultura, dio inicio la reunión informativa en torno a la proyectada instalación de la planta de residuos en el polígono del Pastoret, a kilómetro y medio del centro urbano de la localidad monovera.
Las expectativas se cumplieron y, con el aforo de la Casa de la Cultura de Monóvar casi lleno (unas 140 personas), comparecieron, por orden de intervención, los siguientes ponentes: Yves Bannel, representando a la empresa constructora Global Plasma, Carlos Arribas, presidente de Ecologistas en Acció en la Comunitat Valenciana y profesor de física, Irene Falcó, representante de la Plataforma Ciudadana Contra la Incineradora, bióloga y experta en temas medioambientales, y Nacho Gómez, ingeniero químico.
Yves Bannel, vicepresidente ejecutivo de Solena Group, que suministra la tecnología de arco de plasma a la planta de Global Plasma, tomó la palabra y, ayudado de diapositivas, trató de convencer al público asistente de la bondad de su tecnología. Para ello, y utilizando un lenguaje técnico que no conectó en ningún momento con los oyentes, trató de diferenciar la tecnología que emplea la planta de Monóvar de lo que se hace en una incineradora tradicional, insistió en que habían sido sometidos a numerosos test, controles y reglamentaciones y que cumplían holgadamente con todos los requisitos, y negó tajantemente que se produjeran dioxinas (reconocida como la sustancia más cancerígena conocida), emisiones contaminantes estimables o que hubiera peligro para la población por residuos de metales pesados.
Todo y disponiendo de media hora de exposición, a pesar de que se había pactado diez/15 minutos para este ponente, el representante de la empresa Global Plasma se quedó a mitad de su exposición cuando, a petición del público, el moderador intervino para cerrar su turno y darle la palabra a Carlos Arribas. El destacado miembro de Ecologistes en Acció denunció en su intervención “las numerosas omisiones” de la documentación entregada por la empresa, y se preguntó qué pasaría con sustancias peligrosas como el cromo o con qué residuos se alcanzaría la producción de 120.000 toneladas anuales proyectadas para la planta cuando la industria del calzado y el curtido –para la que se supone se ha diseñado- sólo genera 30.000 toneladas en toda la Comunitat Valenciana. También objetó la viabilidad de esta forma de tratar los residuos, poniendo ejemplos de otras plantas de similar tecnología que habían fracaso en otras partes del mundo, y expuso ante el público las alternativas que existían.
Este es el momento en que las protestas del público cortan la intervención del representante de Global Plasma, el primero por la derecha de cara al público.Irene Falcó, muy aplaudida, y Nacho Gómez se expresaron en términos parecidos, añadiendo a la crítica el molesto ruido que genera la fábrica (50 db de forma constante) y los pocos empleos que iba a generar. Yves Bannel pudo, brevemente, responder a las dudas y acusaciones vertidas por los otros ponentes, y en ese momento el público asistió a un cruce de estudios a favor y en contra de la tecnología que utiliza la planta entre los representantes de ambas posturas. Las personas allí reunidas estaban deseosas de tomar la palabra y sin más se pasó al turno de preguntas. En ellas, el representante de la empresa reconoció que también tratarían “otros residuos, como los derivados del cartón o el plástico sin reciclar” y defendió la creación de “40 puestos de trabajo directos y 50 indirectos” ligados a la planta, empleos para los que, dijo, “es necesaria sólo una mínima formación”. La jornada se había alargado mucho y la reunión informativa acabó de forma algo abrupta, y dejando en los asistentes la sensación de que no se había aclarado nada o casi nada y de que las dudas en torno a las consecuencias medioambientales y sanitarias que podría tener la planta seguían estando ahí. El representante de la empresa, visiblemente molesto en algunas partes de la reunión, lamentó el “alarmismo injustificado” de muchos detractores del proyecto y no pudo convencer a prácticamente ninguna de las personas allí reunidas, quienes, eso sí, ya estaban en su mayoría posicionadas en contra.