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En otro día de sol y buena temperatura, como ya lo había sido el domingo, ayer por la mañana las comparsas emprendieron una última subida a la ermita, disparando al alardo los capitanes, “bailando” las rodelas y sonriendo las hermosas abanderadas a los vecinos y festeros que seguían el recorrido. San Bonifacio marchó el último, recordando a los presentes que vivíamos el último día de Fiestas, el acto que ponía el punto y final a cinco días de muchas emociones. Así, la talla del santo fue saludada, gorro en mano, por todos los festeros, siendo vitoreada especialmente en la plaza de la ermita, a la que accedió al son de la Marcha Real entre una gran cantidad de vecinos, muchos de los cuales acompañaron al patrón en la Misa de Acción de Gracias que se realizó a continuación.
La ermita estaba abarrotada durante la misa, con muchísima gente de pie, escuchando las palabras del párroco Antonio Rocamora, que no se extendió más allá de los cuarenta minutos, y la despedida del alcalde Pascual Díaz, que agradeció la implicación y el buen hacer de los festeros durante estos días, con una mención agradecida también a los vecinos y visitantes que con su presencia y apoyo “hacen que las Fiestas tengan un sentido pleno”. En el exterior, mientras tanto, iban llegando las capitanías del año próximo (en las que no falla ni repite ninguna comparsa), tan contentos e ilusionados como hemos visto a las de este año. Finalmente, tras la misa, se procedió al cambio de capitanías, con el intercambio simbólico de regalos. Con San Bonifacio como testigo (y su reliquia), y arropados por festeros y comparsistas, descubrimos los rostros que serán protagonistas en la edición de 2011, porque si algo representa este acto final, que se ve acompañado luego con el primer desfile de estas nuevas capitanías en la bajada de regreso al templo parroquial, es la promesa de la continuación, de que la Fiesta se mantiene viva y ya trabajando para hacer del año que viene unos días tan especiales como los vividos.