Con una duración aproximada de una hora, el desfile infantil no tuvo nada que envidiar al homónimo adulto: espectaculares trajes, mucha música, con la participación de varias collas, y un homenaje final a los cargos, en este caso las rodelas. Con la puntualidad que ha hecho gala siempre la localidad, a las doce en punto de la mañana, un niño montado en caballo encabezaba el desfile, arropado por la colla del colegio de la Foia. Tras ellos, marcharon el futuro de los berberiscos y un imponente barco pirata. Los seguía, a ritmo de batukada, otra de las atracciones de este desfile, un grupo de danzas que, simulando también movimientos de lucha, levantó al público de sus asientos por su dinamismo y vistosidad.

El bando cristiano también tenía guardado su as en la manga, y este no era otro que Copi, la mascota de la comparsa de los Estudiantes, y la participación, la primera vez en este desfile, de la Jarana, que pusieron ritmo a un grupo de niñas del ballet de Dori Andreu, que disfrutaron y supieron hacer disfrutar al respetable.. Con sus trajes de gala, dos filas de niñas de los estudiantes cerraron el boato y dieron lugar a los menudos de las comparsas cristianas.

Todos, entre los aplausos del respetable y en una mañana muy soleada, se enfilaban hacia la Plaza de Baix, en el que se encontraron con un espectáculo de entretenimiento. Cuando todos los protagonistas llegaron, se procedió al tradicional homenaje a las rodelas, donde recibieron un obsequio los cargos del año pasado y los de éste. Antes de las dos del mediodía, la contribución de los más pequeños a las Fiestas había terminado, con la satisfacción del público y los festeros y el júbilo de sus protagonistas, que se fueron marchando de la Plaza de Baix tan felices y contentos como habían entrado.