Buscando la financiación colectiva, el famoso sistema de crowdfunding que está en auge para sacar adelante todo tipo de proyectos, se ha presentado en la localidad una iniciativa sorprendente: la de crear una finca autosostenible en la rambla de Puça, a la altura del Molí de la Polvóra.

La iniciativa, que necesita recabar 3.500 euros para que se ponga en marcha (a falta de once días, lleva 36 contribuciones y el 66% recaudado), parte de dos jóvenes que abandonaron una cómoda vida en Barcelona para «llevar una vida coherente con nuestros principios». Ellos son Javier Gracia y Maider, ingeniero industrial y diseñadora gráfica respectivamente, que han dedicado su último año a iniciar un proyecto de permacultura, «un proyecto de vida autosuficiente y sostenible».

El lugar elegido es todo un desafío: por su degradación «por malas prácticas agrícolas de los últimos años» (explica Javi), por la aridez del terreno (una pluviometría de entre 250-300 l/m2, de las más bajas del país), por las lluvias torrenciales que de cuando en cuando se presentan, generando fuertes escorrentías que erosionan la tierra, etc. El premio es igual de grande: «queremos poner freno a la desertificación, regenerar el terreno degradado y crear un centro para la formación y difusión de la permacultura como medio para frenar la desertificación. Queremos crear una finca autosostenible gracias a la gran biodiversidad que proyectamos en ella. Esperamos una alta productividad gracias al diseño consciente de un entorno fertil, eficiente y ecológicamente sostenible».

El agua y su retención, aspectos vitales

¿Puede la permacultura revertir la situación actual? » Necesitamos un sistema autónomo eólico-solar de extracción de agua, basado en un molino y una bomba solar. Apoyándonos en esta fuente podremos dar comienzo a la vida de las plantas. Una cobertura vegetal protegerá el suelo, dará estructura y activará la vida microbiológica y las condiciones para facilitar la sucesión de plantas», explican. «Sin una fuente de agua independiente de la red este proyecto no podría ser viable. Es por ello que el agua es la piedra angular de “el Molí Verd”, como han bautizado al proyecto.

«Para hacer uso de ese agua y frenar la erosión», prosiguen, «hemos diseñado un sistema formado por una zanja de captación y distribución, dos swales -o zanjas de infiltración a nivel-, y un montículo de retención en todo el perímetro sur del terreno. La primera zanja captará el agua que baja por el key-line de la ladera y la distribuirá a una poza para infiltrarla en la tierra. Los dos swales retendrán el agua que viene de la carretera y el agua que rebose de la poza. Y el montículo de retención frenara el agua sobrante de los rebosaderos de los swales, frenando la erosión en el barranco».

 El molino y el pozo

Una de las sorpresas que nos llevamos en la finca fue la posibilidad de sacar agua de un pozo perforado en los años 60. Este se encontraba cubierto y por alguna razón que desconocemos nunca se le dio uso.

Tras comprobar que aún contenía agua decidieron poner en marcha el diseño de un molino para extraerla, «pero sin hacer un uso irracional de ella, ya que nuestro proyecto se basa en investigar y desarrollar técnicas experimentales de agricultura en entornos áridos con escasez de agua».

Los 40 metros de profundidad del pozo más los 15 m a los que se encontrarán los depósitos han sido la clave «para decidir el tipo de molino que necesitamos: el modelo multipala americano es el más utilizado para bombeos de altas profundidades». Y añaden:  «en verano no hay tanto viento, por ello necesitamos un sistema de apoyo con un bombeo solar. Dos placas solares y una pequeña bomba solar sumergible apoyarán al sistema eólico. Principio básico de permacultura en el que una función importante debe estar soportada por diferentes elementos».

Para el futuro, quieren transformar el molino en un híbrido, con un generador eléctrico de fabricación propia que permita el bombeo mecánico y la producción de electricidad.

Una casa-cueva en la zona de hogar

Se da la circunstancia,a demás, de que esta pareja de emprendedores ha decidido construirse su hogar en la misma ladera del terreno que pretenden transformar. «Aprovechando la ladera hemos cavado una casacueva dándole forma como hacen las hormiguitas por el interior de la montaña. Es una casa que se integra perfectamente en el paisaje, minimizando así el impacto visual y ambiental». En la casa-cueva, la temperatura se mantiene constante proporcionando todo el año una sensación de confort.

Los costes

Todo lo expuesto tiene unos costes que son los que están pretendiendo conseguir mediante financiación colectiva. Si quieres participar, lector, puedes hacerlo aquí, en diferentes contribuciones, desde los diez a los seiscientos euros. Por esta última cantidad, y además de contribuir a evitar la desertificación en la zona, el molino llevará una placa con el nombre del contribuyente, que está invitado un fin de semana a la casacueva y a descubrir otras experiencias agrícolas en la zona.

Sobre los costes, Javier y Maider detallan lo siguiente:  «Un molino similar en el mercado, según lo presupuestado por una empresa catalana, tendría un coste superior a los 12.000 €. Hemos elaborado un diseño propio, sencillo y orientado a la autoconstrucción que nos permitirá materializarlo por un importe seis veces menor».

Sistema eólico: 2.500€

– Estructura: 482€

– Cimentación: 118€

– Torre de giro: 343€

– Conjunto aspas: 700€

– Veleta: 150€

– Pala de desorientación de emergencia: 204€

– Sistema biela-manivela: 189€

– Bomba de pistón: 164€

– Grúa para el montaje: 150€

Sistema solar: 1.000€

– Regulador electrónico: 100€

– Placas solares: 300€

– Bomba solar: 600€

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Sistema eólico-solar Total: 3.500€

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