Con sus cinco puertos de montaña, incluyendo el “muro” de Xorret de Catí como ascensión final, esta etapa, octava de la vuelta, estaba marcada en rojo por corredores y equipos para empezar a clarificar lo que va a ser la lucha por la general. Y lo cierto es que la carrera no defraudó, en una jornada con muchos incidentes que dejó un nuevo líder y descartó a un par de aspirantes.
La misma salida, en Villena, dejó el primer titular, con el abandono al completo del equipo Team Sky, tras el repentino fallecimiento de su masajista Txema González, un profesional de gran trayectoria en el mundo ciclista, que recibía este homenaje póstumo de sus compañeros y la decisión del pelotón de donar todos los premios de las etapas a su familia. En el Team Sky militaban ciclistas importantes como Thomas Lovkvist o Kjell Calstrom, a los que ya no veremos en esta Vuelta.
El segundo suceso importante en el devenir de la etapa no se hizo esperar, y vino motivado por una caída masiva en el pelotón en el kilómetro 10, en el que se vieron envueltos 30 corredores, incluyendo primeras espadas como Cavendish, Arroyo o Gilbert. A partir de aquí, y durante muchos kilómetros, el pelotón avanza muy fragmentado, con nuevas caídas, pinchazos e incidentes, mientras que en cabeza de carrera se impone un ritmo fuerte. Muchos corredores pagarían estos esfuerzos en los últimos kilómetros de la etapa, en una jornada que ha tenido la primera hora y media más entretenida y peleada de todo lo que llevamos de competición.
En el kilómetro 55 se forma una sólida fuga que ya va a aguantar hasta el final, compuesta por Johann Tschopp, Assan Bazayev, José Luis Arrieta, David Moncoutie y Serafín Martínez. Entre el alegre ritmo de estos escapados y un pelotón que baja un peldaño su pedalada, recuperándose de los incidentes iniciales y con muchos corredores visitando a los doctores de la carrera, los fugados van ascendiendo Tudons, Torremanzanas y La Carrasqueta con una ventaja bastante estable entorno a los cinco minutos y medio. El pelotón ha reservado fuerzas para las ‘paredes’ del Xorret de Catí que dictarán sentencia, y en Castalla, una decena de kilómetros antes para la ascensión final, el ritmo se aligera y todos los hombres importantes tratan de tomar posiciones.
Cuando llegan las rampas del paraje compartido entre Castalla y Petrer, con muchísimo público y un sol de justicia, hay dos focos de atención: la lucha por la etapa y la lucha por la general. En la primera batalla, el francés Moncoutie impone su clase y veteranía y se marcha en solitario del resto de fugados en las rampas más duras. Al final, gana la etapa sacándoles casi un minuto a Serafín Martínez y compañía.
La segunda batalla la protagonizan Carlos Sastre, Xavier Tondo, Vincenzo Nibali, Igor Antón y “Purito” Rodríguez. En las primeras cuestas ya quedan muy atrás Schleck, Gilbert, Schleck y Menchov, tres candidatos a la victoria final que cedieron, respectivamente, 1:07, 2:10 y 2:15 con los mejores. Más arriba, Nibali, Igor y Purito se retan en el terreno más escarpado, con un desnivel de hasta el 22%, haciendo duros cambios de ritmo, pero el grupo no se rompe. Igualados a tiempo en la general Purito e Igor Antón, el primero esprinta al final para tratar de sacar algún segundo y enfundarse el maillot de líder, pero pese a abrirse un hueco de varios metros en la línea de meta, cosa que pudo apreciarse claramente en directo, la dirección de carrera decidió no picar tiempo, así que fue Igor Antón, tras aplicarse el puestómetro (mejores posiciones en anteriores jornadas), el que se erigió en nuevo líder de la general. El enfado de Purito era notorio: “No entiendo por qué no soy el líder. El equipo debe poner una reclamación, ya que al entrar en meta he visto un hueco tremendo con Antón y no han picado tiempo. Además, han anulado el sprint especial donde bonifiqué. Mira lo que pasa cuando los jueces no se fijan. Lo que hicieron es feo y sólo me queda resignarme». Igor Antón, por su parte, celebraba su actuación: «Ir líder de una grande me hace una ilusión tremenda. Sin embargo, no quiero marcarme objetivos a largo plazo, las cosas saldrán como hasta ahora, día a día, sin presión, pero con responsabilidad. Aunque cobremos una renta importante con gente como Menchov, Mosquera o Frank Schleck, falta mucho y seguiré en esta línea».
Una jornada festiva
Convertido en un lugar muy conocido por los ciclistas, donde de hecho entrenan varios equipos, en la quinta ocasión en que La Vuelta hacía meta en Xorret de Catí la afición volvió a dar el do de pecho acudiendo en masa al paraje natural. Venían de toda la provincia, a pesar de que el pelotón pasara más cerca de sus casas, porque “sabemos que el espectáculo está aquí, en esta dura subida, y además podemos echar el día en el campo”, nos confesaban unos jóvenes de Orihuela. Con las carreteras cortadas por las fuerzas del orden desde la noche anterior, muchos aficionados han hecho noche en el enclave, otros muchos han subido andando y en bicicleta. Agrupados en torno a los últimos 7 kilómetros, componían una miríada de entregados seguidores que por su número y fiel apoyo fueron muy destacados durante la retransmisión por televisión de la carrera (en la que, por cierto, y como ha ocurrido en años anteriores, no se nombró a Petrer ni una sola vez).
Con visos de convertirse en una cima mítica, David Moncoutie se convirtió en el cuarto corredor en conseguirla, tras el llorado Chava Jiménenez (dos victorias), Eladio Jiménez y Gustavo César Veloso el año pasado. El Xorret de Catí cumplió las expectativas, en una jornada movida y con una gran batalla final en esos casi cuatro kilómetros durísimos que componen la ascensión, y es prácticamente seguro que la serpiente multicolor volverá a visitarlo el año que viene.
Tras los 190 kilómetros de ayer, hoy la etapa, también bastante rompepiernas, transcurre entre Calpe y Alcoy, en la despedida de La Vuelta de la provincia de Alicante, que con 55 municipios visitados en tres etapas se convierte en la provincia con más representación de España en esta 65 Vuelta Ciclista a España.