El Departamento de Justicia de EEUU, el FBI y otras autoridades estadounidenses cerraron ayer el portal de Megaupload, cercenando con ello los contenidos legítimos de cientos de miles de usuarios. Entre ellos, esta web, que alojaba en el popular servidor varios contenidos, como la versión en pdf de la revista Petrer Mensual (más de 50 números publicados), documentos anexos a artículos, y vídeos propios que habíamos colgado en Megavideo, otro de los servicios dependientes de la empresa ayer clausurada.

¿Qué pasa con todos estos contenidos ahora? Bien, no lo sabemos, ni nosotros ni nadie. Ni siquiera sabemos si toda esa información está definitivamente perdida, o si el gobierno americano ideara alguna forma para que sus usuarios legítimos, entre los que nos encontramos, puedan recuperarla -no parece probable-. En un principio, las entradas a los contenidos ahora eliminados se mantendrán en la web, mientras buscamos otros servidores donde colgar los contenidos. Gracias por su comprensión y disculpen las molestias.

Un polémico cierre

Bajo la acusación de «megaconspiración planetaria» para, básicamente, lucrarse con la distribución ilegal de contenido protegido por leyes de propiedad intelectual y blanqueo de dinero, el gobierno estadounidense ha descabezado al más popular servicio de alojamiento de archivos y descarga directa del mundo, la decimotercera página web más visitada, con 50 millones de usuarios directos, el 4% del tráfico de Internet. Ciertamente, la empresa alojaba -y se lucraba con ello- la mayor biblioteca mundial de contenidos (películas, música, videojuegos, libros, etc.) de la industria cultural, pero también es cierto que tenía cientos de miles usuarios legítimos que hoy se enfrentan a pérdidas irreparables: documentos empresariales, fotografías personales que no se recuperarán, tesis doctorales que no verán la luz, escritos y vídeos íntimos cuyos legítimos usuarios ya sólo podrán recordar, etc.

Esta forma de actuar es propia de una guerra, pagando justos por pecadores, lo que se llama «daños colaterales». Y este enorme perjuicio a millones de personas se produce en un contexto donde las autoridades occidentales tratan de redefinir la red de redes, ya sea con la ley Sinde o la ley SOPA. Una redefinición que, bajo el pretexto de la lucha contra la piratería y la defensa de la propiedad intelectual, amenaza con acabar con Internet tal y como lo conocemos.

La censura ya está aquí

A pesar de que las autoridades americanas (y pensemos en esto:  leyes americanas permiten arrestar a personas en Nueva Zelanda por páginas webs creadas en Hong Kong) niegan cualquier relación en este acción con la SOPA (siglas de Stop Online Piracy Act, la ley Sinde estadounidense, que se aprobará pronto en los States), y siendo cierto que la empresa llevaba mucho tiempo en la picota y había sido denunciada ya en otros países (como Francia o Reino Unido), se ha creado un oscuro precedente que en nada tiene que ver con la piratería y los derechos de autor. Parece ser el primer paso, para que, como se recoge en la SOPA, los proveedores de Internet «vigilen» a los usuarios impunemente y se puedan cerrar páginas sospechosas sin más razón. Por la mismas razones que han cerrado Megaupload, podría cerrarse Facebook, Twiter, Youtube o Google, pues es imposible revisar todos los contenidos susceptibles de indizarse. Incluso, con la ley en la mano, podrían acusar a usuarios particulares -que pueden enfrentarse a penas de cárcel- que en un mail incluyeran un link a contenido protegido.

Hemos estado tan cerca de disfrutar en libertad del mayor instrumento cultural de todos los tiempos…

Es, por tanto, un panorama alarmante en cuanto a recortes de intimidad y libertad. La ciudadanía ha aceptado antes estrechos límites en esta materia si se trataba de proteger algo superior a estos valores y si quien nos impone estos recortes tenía autoridad moral. Pero claro, ya queda muy poco de esa autoridad moral, con la supuesta entidad que velaba por las autores -SGAE- cometiendo estafas millonarias, con cientos de administradores públicos juzgados por corrupción, con una crisis mundial que sufre la mayoría de una ciudadanía que no ha provocado, … A veces uno, que no es supersticioso, tiene la sensación de que realmente viviremos en 2012 un gran cambio, como si realmente no nos estuvieran dejando otra opción…