La Semana de la Guitarra de Petrer arranca este sábado su decimoctava edición. Hasta el 25 de julio, el mundo de las seis cuerdas mira a la localidad en unos días con conciertos, concursos, charlas y conferencias, exposiciones, homenajes y hasta la presentación europea de una película biográfica sobre Mangoré. Un gran programa, como todos los años, que pueden consultar íntegro aquí.
El dúo argentino de Jorge Cardoso y Juan Falú tienen el honor de estrenar el festival este sábado a las diez de la noche, con un concierto gratuito en el parque El Campet titulado «La guitarra argentina de alto vuelo». Sonará la obra de los dos guitarristas y también clásicos del folclore argentino. El repertorio incluye solos, dúos, versiones libres y obras representativas de las provincias de Misiones y Tucumán.
Rescatamos también estas imágenes de un concierto que ya dieran en la localidad en 2010.
Hace un par de años, y con motivo de las bodas de oro del dúo (50 años desde que tocaron juntos por primera vez), Jorge Cardoso escribió un emotivo texto que define a la perfección su arte:
«Nos conocimos representando a nuestras respectivas provincias durante el “Primer Certamen Estudiantil Nacional del Folklore” llevado a cabo en San Miguel de Tucumán en julio de 1964.
Aunque tocábamos desde niños, fue 1963 el año que marcó, por distintos motivos, el comienzo de nuestra andadura como guitarristas. Fue la única vez que nos “enfrentamos” y fue Juan quien obtuvo el primer premio. En aquellos tiempos ganar era lo de menos; lo importante era participar, conocer y compartir. Allí nació nuestra amistad. Todo el mundo conoce lo que es ser amigos de modo que no entraré en detalles acerca de nosotros. Tal vez si el público nos torea, el día del concierto contaremos algunas anécdotas, que son abundantes y que nos permitirán hablar mucho y tocar poco, porque como imaginarán, a estas alturas de nuestras vidas lo que más anhelamos es volver a casa y quitarnos los zapatos. En la cultura sajona una sentencia señala que para triunfar en el arte hay que tener buenos codos, aludiendo a lo difícil que es abrirse camino y a cómo lograrlo. Juan y yo, creo, los tenemos bastante buenos. Pero en el sentido criollo, argentino, nuestro.
Cada vez que nos hemos juntado durante estos cincuenta años hemos sabido empinarlos con la máxima moderación exigida para poder seguir tocando. Y como lo han señalado nuestros grandes poetas del folklore, el vino es la mayor fuente de inspiración. A mi madre le escandalizaba la idea de que su hijo le saliera guitarrista. De esta relación triangular y de los pormenores de la vida nacieron nuestras maneras de tocar y componer. Ambas fueron puestas a prueba frente a públicos de diferentes, lejanas y exigentes culturas.
No podemos quejarnos. Dejando de lado los sinsabores, podemos asegurar que nos fue bien. Mejor de lo que imaginamos porque en realidad nos dedicamos a la música mucho más por gusto que -en aquellos tiempos- pensando en una carrera profesional. Tal vez ese placer que aún nos acompaña fue el secreto. A estas alturas podemos aconsejar a los jóvenes intérpretes que no desfallezcan, que lo más difícil son los primeros 50 años. Con respecto a lo que viene después, lo que más deseamos es poder contarlo. Por lo demás, prometemos hacer lo imposible para que el día del concierto pasen ustedes un muy agradable momento, con la esperanza de contribuir a que quieran aún más más nuestra música. No la de Juan ni la mía, sino la que nos nutrió y guió nuestros pasos, forjada por tantos excelentes cultores muchos de la cuales ya no están: la música folklórica argentina».