El experto en avifauna y prestigioso anillador Toni Zaragozí, toda un referente naturalista de la provincia, ha pasado tiempo últimamente en los parajes de la localidad, sobre todo en la zona de L’Avaiol, invitado por la Asociación de Amigos del Valle de L’Avaiol. Zaragozí ha podido conocer in situ la infraestructura que para el estudio y la captación de la fauna salvaje ha levantado en los últimos años este colectivo, y nos ha dejado sus impresiones en este artículo.
Un lugar maravilloso, por Toni Zaragozí
No he querido dejar de largo la oportunidad que me ofrecen desde la Asociación de Amigos del Valle de L’Avaiol para expresar en esta página mi experiencia con ellos y con todo el dispositivo de bebederos, comederos y escondites que han realizado para preservar la vida salvaje del entorno, a la par que lo estudian y lo fotografían y filman. Ha sido una experiencia muy grata, y quisiera reflejar en las líneas que siguen cómo lo he vivido, desde el punto de vista de alguien que llega de fuera por primera vez a conocer la maravillosa infraestructura, de vida y estudio, que han creado. Es esta la visión de alguien no acostumbrado a estar en escondites como estos (no se crean que hay tantos con esta finalidad por España, ni en estas condiciones de mantenimiento, lo que da más valor si cabe a su labor), ¡supongo que los miembros de la asociación lo vivirán de otra forma!
“Camino de la zona, vas admirando un paisaje noble que alcanza un bello culmen en la mismas casas de la finca, con el enorme pino centenario que preside la mayor de ellas y que se percibe integrado de manera orgánica con un paisaje en el que se imbrica de manera excepcional lo humano y lo natural, como si acaso formaran efectivamente parte de ese todo que en las grandes ciudades a veces no tenemos tan fácil percibir.
La amabilidad con la que me reciben y tratan los dueños de la finca, responsable con otros naturalistas de las magníficas condiciones de este rincón de Petrer, también te hace sentirte en casa. Me encuentro, para mi sorpresa, con que puedo disponer de varios escondites para la observación de los animales y a cual de ellos mejor. Pude ver varios y son, cada uno de ellos, una pequeña joya, totalmente fundidos en un mismo cuadro paisajístico. Si por fuera convencen, metido dentro uno tiene la sensación de ver la realidad a través de un cinemascope, por la amplitud y perfecta visibilidad de todos los cristales espía que tiene estos refugios de observación. Impresiona ver entrar a la primera especie, tan cerca pero a la vez tan lejos de ti, y realizar su vida con la más absoluta normalidad, mientras oyes los cantos de los pájaros y el paso del viento en la maleza baja. Poco a poco, las preocupaciones diarias son sólo ecos lejanos en la mente, mientras, de manera desapercibida, el paisaje se adueña de tu ritmo vital y te sumerges como espectador en otro mundo.
No obstante, rápidamente al primer animal le sucede otro, y a este otro más deprisa, y tu campo visual se inunda de la actividad que están llevando a cabo, y te lo transmite a ti que, cámara fotográfica en mano, ya anda frenético buscando tarjetas de memoria y pensando en mejores encuadres. La vida bulle, y fluye, con un aluvión de seres alados que se echan, se te echan, buscando saciar su sed y apetito. Necesitas agilidad mentales frenética cámara en mano.
Fácil es ver posando a un pinzón vulgar, cuando aterriza por su derecha un zorzal charlo, que todavía no ha tocado tierra cuando por encima suyo planea bajo un verdecillo que finalmente se posa sobre una rama más alejada. Al mirar a la rama donde ha descendido el verdecillo, te fijas en que un poco más arriba, en ese mismo pino, hay una ardilla inmóvil. ¿Inmóvil? Rápidamente asciende hasta la copa y salta a las ramas de otro pino, buscando a una compañera de la que también adviertes sus movimientos ahora. Cuando vuelves a mirar al pequeño lago que actúa como bebedero, ves a un zorzal común (pero ni rastro del charlo) mientras el pinzón vulgar (que te parece más grande que el que viste la primera vez) picotea, en busca de alimento, junto a un herrerillo capuchino. De verdad, el trabajo se amontona en esta primera visita, puedo notar la adrenalina, el pulso acelerado, un cierto júbilo ante esta visión en vivo y en directo, nunca mejor dicho, de todo un ecosistema.
Nunca olvidaré la primera jornada, en la que sentí que me venían a visitar mis viejos amigos el pinzón vulgar, el zorzal charlo, el común, el verdecillo, el carbonero común y el garrapinos, el escribano soteño, el montesinos… Yo soy perro viejo en esto de meterme en escondites, pero he sentido que asistía a algo distinto en esta ocasión, en este sitio, ante lo que se ha desplegado ante mí. Nunca había tenido tal variedad de especies ante mí. Para los que tenga experiencia con los comunes hides de tela sabrán de lo que hablo: ¡lo que he visto en dos horas requiere de por lo menos ocho o diez en uno de tela!
No sólo eso, a la hora de fotografiar también es un salto evolutivo importante respecto a la labor que se puede realizar en un hide de tela. Aquí pues seleccionar las imágenes, asegurarlas, buscar esos detalles ocultos al vistazo rápido, congelar esas reacciones asombrosas que nunca imaginaríamos de tal o cual ave. Por supuesto, no se te mueve el pájaro por desplazar el telex. Otra ventaja palpable es el horario, la exquisita ubicación de estos escondites, donde en la mayoría entra el sol al poco de asomar por el horizonte.
Cuando acaba la sesión, la experiencia prosigue con la charla que siempre te brindan Luis Villaplana y otros fotógrafos colaboradores de la asociación. Su esfuerzo ha ayudado a preservar y fortalecer la vida del entorno, y eso es lo más importante, pero es que además han aportado, aquí os lo he contado, importantes innovaciones en los sistemas de refugios de observación, con méritos destacables, yo creo, por mi experiencia, a nivel nacional. Todo esto es aún mejor cuando nos brindan, hoy a mí, ayer a otro y seguro que mañana a muchos más, la oportunidad de venir a conocer y participar en esta experiencia que vienen realizando. Creo que esta zona será sin duda un importante punto de encuentro a nivel provincial de naturalistas, estudiosos y fotógrafos del medioambiente. En definitiva, sólo se necesita ser tan amable, respetuoso y deferente como quienes te han acogido. Y tener cierta paciencia en las esperas; además de estar luego ágil cuando la vida se abra ante la pantalla.
Quisiera también felicitar públicamente a este diario digital, Petreraldia, que ha tenido la feliz idea de ceder y mimar este espacio para la naturaleza. La calidad de las fotografías, y lo revelador de los vídeos, con el enorme mérito de ser todos de la zona, está mereciendo el aplauso de muchos foráneos de esta tierra. Una imagen de vida y belleza que se está colando en hogares de muchos puntos de esta aldea global en que vivimos, y que debe hacer sentirse orgullos a todo el pueblo de Petrer por saber apreciar éste y otros esfuerzos que se realizan en pos del entorno y el medio ambiente, tan bien defendido históricamente, y tan respetuosamente disfrutado, por esta ciudadanía. Hago este reconocimiento extensible a otras localidades de la comarca del Vinalopó, y les animo a todos a seguir este camino de crecimiento sostenible, el único viable, creo, que podemos emprender”.
Muchas gracias por tus comentarios sobre la labor de la asociacion de amigos de l ´Avaiol
Me parece sorprendente pero muy en positivo, que, en una estacion depuradora de aguas residuales ,se pueda fotografiar a la garcilla cangrejera y una pollada de fochas.
Un saludo toni
Como integrante de la ASOCIACION DE AMIGOS DE LAVAIOL queria darle las gracias a Toni Zaragozi por todos los halagos recibidos a la página y sobre todo a la asociación. Totalmente de acuerdo con todo lo que menciona Toni sobre lo que uno siente cuando llega a este entorno, desconectas del mundo y de tus preocupaciones, más que un lugar maravilloso para mí es un «lugar mágico» donde se respira paz,tranquilidad y la amabilidad de sus gentes.UN SALUDO.