Así es, nos hemos acabado haciendo, los fotógrafos de la Asociación de Amigos del Valle de L’Avaiol, amigos de una culebra de herradura. Compartimos con ella guarida y esperas, siempre atentos a la vida animal que se despliega ante nosotros fuera del hide -aunque con distinta finalidad-. Vive en uno de nuestros escondites, como os cuento, haciendo uso también de las galerías subterráneas que los ratones de campo han hecho bajo él, y que enlazan directamente con la charca.

Es un ejemplar bastante grande, de 1’60 metros aproximadamente -también bastante gruesa-, con una rutina a la que ya nos hemos acostumbrado. Sale al exterior a media mañana, a eso de las diez y media, y tras otear el horizonte y cerciorarse de que no corre peligro, repta hasta un majano de piedra, a coger calor bajo el sol. Tras ello, y ya con un ritmo diferente, mucho más activa, se agazapa en uno de los muchos túneles -personalmente he visto más de una docena de salidas- que los ratones han hecho bajo la charca. Apenas asomando la cabeza, espera a algún incauto pajarillo para emboscarlo con un ataque fulminante.

Lo curioso es que recientemente también hemos detectado otra culebra de herradura, más pequeña, en otro hide. Se trata de lugares más o menos protegidos, oscuros, y de temperatura varios grados menor que la del exterior. También creo que vienen por el propio ciclo vital: hay comida y agua, que atrae a ratones y otras especies, de los que la culebra de herradura es un predador natural. Sea como fuere, todo indica que compartiremos esperas mucho tiempo…