Cuenta la leyenda, que los zorzales durante los fríos días de invierno y en especial después de las nevadas, ante la escasez de alimento se comen los brotes tiernos del enebro.
Entonces, como si de un hechizo se tratase, en el interior de la planta se producen una serie de reacciones químicas que transforman las nuevas ramas y hojas propias del enebro en las de sabina.
Con el paso del tiempo, estas ramas jóvenes de sabina van cogiendo fuerza y secan a las de enebro, convirtiéndose de esta manera la mata de enebro en una sabina.
Pero esta no es la única leyenda sobre esta curiosa modificación. Hay quien cuenta que la transformación se produce cuando el zorzal que comió el fruto de la sabina deposita un excremento en un enebro. Es en este lugar donde se produce la reacción química que transforman las nuevas ramas y hojas propias del enebro en las de sabina.
Moraleja
En realidad ambas especies son del género Juniperus y en sus primeras fases de crecimiento las hojas de las dos especies son aciculares y prácticamente idénticas. Conforme se va desarrollando la planta, en las sabinas empiezan a crecer las hojas definitivas escuamiformes, mientras que en los enebros continúan creciendo esas hojas aciculares pinchosas características. Por tanto, las sabinas agrupan a las especies de hojas definitivas cupresoideas y los enebros a las de hojas definitivas aciculares.
Y en cuanto a los tordos está claro que les gustan tanto los frutos como los brotes tiernos de enebros (Juniperus oxycedrus) y sabinas (Juniperus phoenicea).