*Nota: Artículo publicado originalmente en la Revista FORESTA. Asociación y Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales. Nº 64.
La fotografía desde escondites o aguardos es una técnica tradicionalmente empleada para poder fotografiar o filmar con detalle muchas especies de aves. La principal diferencia entre una imagen tomada desde un escondite y otra tomada mientras damos un paseo por el campo es la distancia a la que van a estar las aves. Trabajar en un escondite nos permitirá obtener detalles que de otra manera no conseguiríamos.
Para lograr buenas imágenes de aves es necesario estar muy cerca de ellas. El problema es que no suelen dejar que nos acerquemos, ya que son animales salvajes que están adaptados a su hábitat y que suelen percibir nuestra presencia como una amenaza.
Antes de su expansión como oferta de negocio, los escondites de fotografía eran preparados por los fotógrafos que querían obtener la imagen de una determinada especie, para lo cual había que localizar los ejemplares en su medio, estudiar su comportamiento y sus hábitos, y a partir de ahí, colocar un escondite camuflado con el entorno, próximo a sus lugares de caza, descanso, cría, vigilancia o a sus bebederos o comederos habituales, siempre respetando los nidos y evitando molestar a los animales.
Hay que tener en cuenta que al colocar un observatorio camuflado las aves se tienen que adaptar a los cambios producidos en su hábitat, para lo cual aquel debe permanecer en el lugar varios días antes de que podamos empezar a entrar en el mismo, a ser posible sin ser vistos. En general, se trata de un proceso lento y cuidadoso, en el que prima el más absoluto respeto por los animales que queremos fotografiar. No se trata de obtener la foto a cualquier precio sino de poder observar el espécimen sin molestarlo.
Sin embargo, en muchas ocasiones este esfuerzo no obtiene la recompensa esperada a causa del recelo y la desconfianza de los animales. Otras veces, en el mejor de los casos y por poner un ejemplo, puede llegar a costar años ganarse la confianza de una pareja de águilas reales para que acepten la presencia humana y se dejen fotografiar.
Por eso, este trabajo se basa en interminables horas de observación, unas veces desde dentro del escondite y otras desde fuera, para estudiar el comportamiento de la especie. Muchas de estas observaciones suponen permanecer en el escondite desde el amanecer hasta el ocaso para no ser descubiertos por las aves, siendo muchos más numerosos los días infructuosos que los exitosos.
Actualmente, los escondites para fotografía, también conocidos por su vocablo inglés hide, se han puesto de moda como una alternativa para aquellos amantes de la fotografía de la naturaleza, especialmente de la fotografía de aves, que no tienen tiempo o la posibilidad de trabajar una especie para poder acercarse a ella lo suficiente sin que recele.
En este caso, el trabajo de preparación, instalación, mantenimiento y gestión de permisos lo realizan especialistas que han encontrado en la fotografía de aves una fuente de ingresos. Sin embargo, nada garantiza el éxito por muy adecuado que sea el observatorio. Nada permite asegurar que las aves vayan a venir a las inmediaciones de nuestros escondites o a los posaderos colocados previamente, y en numerosos casos habrá que dedicar varios días para alcanzar el objetivo deseado.
No debemos olvidar que algunas de las especies que vamos a fotografiar están protegidas por la normativa medioambiental y, en otros casos, estaremos en espacios naturales protegidos, por lo que necesitaremos los correspondientes permisos. Tampoco tenemos que olvidar pedir permiso al propietario del terreno donde queramos instalar nuestro escondite.
Equipo y accesorios
El equipo necesario para este tipo de fotografía se basa fundamentalmente en el uso de teleobjetivos potentes, es decir, distancias focales a partir de 300 mm y lo más luminosos posible.
Es fundamental acoplarlos a cámaras réflex y montar el conjunto sobre trípodes estables y resistentes.
También se hacen imprescindibles los multiplicadores de focal, siendo los más adecuados los que convierten nuestra focal x 1,4 o x 2 aumentos.
Aparte del equipo técnico indispensable para este tipo de fotografía, hay que añadir accesorios como prismáticos, redes de camuflaje, ropa de abrigo, sillas plegables y, lo más importante, paciencia y respeto por la naturaleza.
El fotógrafo debe tener muy claro lo que va a hacer.
No se trata de tener el mayor teleobjetivo y más caro del mercado para hacer una buena fotografía. Es más importante el cuidado de los detalles en los escondites, su buena ubicación, la perseverancia en las observaciones, el conocimiento de los animales y el respeto por las especies que quiere fotografiar y su medio.
Una vez ganada la confianza de los especímenes, será la habilidad del fotógrafo, las condiciones ambientales y la suerte las que permitan captar la imagen deseada.
Tipos de escondites
En función de la especie que queramos fotografiar podemos encontrar escondites camuflados entre la vegetación o las rocas a nivel del suelo, elevados unos cuantos metros o flotando sobre el agua, hasta “hidrohides”, plataformas flotantes sobre las que el fotógrafo coloca su cámara mientras se esconde con el cuerpo sumergido, normalmente protegido con un traje de neopreno, para aproximarse hasta los lugares donde se encuentren las aves.
Otro tipo de escondite que pasa muy desapercibido es aquel que se levanta solo unos pocos centímetros del suelo y donde el fotógrafo tiene que permanecer tumbado durante horas. Este tipo de aguardos son muy discretos y apenas visibles, y permiten obtener imágenes con otra perspectiva.
En otras ocasiones, y siempre y cuando no nos detecten, podemos utilizar nuestro coche como escondite ya que las aves, en general, suelen confiarse más de los vehículos.
Especies
Podemos fotografiar todas las especies de aves que queramos, teniendo en cuenta siempre que unas son mucho más esquivas y recelosas que otras. En general, las grandes rapaces son las especies más difíciles de fotografiar, y pequeñas aves como petirrojos, carboneros y pinzones, de las más confiadas.
La fotografía de rapaces suele ser una disciplina difícil pero muy gratificante. Es fundamental el conocimiento exhaustivo de su medio y el comportamiento de la especie, épocas de celo, zonas de anidamiento, campeo y caza, sus posaderos habituales, desde donde vigilan y detectan a sus presas, las especies que cazan y horas a las que cazan o descansan.
Esta labor de documentación hay que complementarla con un largo trabajo de campo, elegir el escondite, diseñar el posadero y ponerles un cebo, normalmente comida, para atraerlas a las zonas adecuadas. Suelen ser lugares tranquilos y alejados de carreteras o caminos, lo que por otro lado supone otro inconveniente añadido al fotógrafo, pues ha de trasportar hasta allí el equipo de fotografía y la comida de las aves.
La manera de atraerlas dependerá del tipo de alimentación que tenga cada especie. Por ejemplo, las aves carroñeras como los buitres leonados, alimoches o milanos negros acudirán a comer la carroña que previamente se haya colocado.
Grandes rapaces como el águila real o el águila imperial acudirán a cebos como palomas o conejos, vivos o muertos.
Y rapaces más pequeñas como el cernícalo o el busardo ratonero acudirán atraída su atención con cebos menores, como ratones.
Otro grupo de aves que resulta relativamente fácil de fotografiar son las pequeñas aves del Orden Paseriformes, ya que acuden a los bebederos y comederos con bastante regularidad y suelen acostumbrarse rápidamente a los escondites y a la presencia humana.
Lo fundamental es que no les falte agua y comida para que adquieran la querencia de acudir al lugar regularmente. Al lado de estos puntos se colocan piedras, ramas u otros elementos desde donde las aves puedan comer o beber cómodamente, buscando en este caso composiciones bonitas y la ausencia de objetos que molesten a la hora de hacer la fotografía.
Y por último, tenemos el grupo de aves acuáticas, que además de poderlas fotografiar directamente, el fotógrafo dispone del agua como elemento compositivo que proporciona reflejos o brillos que pueden resultar muy llamativos.
Para capturar imágenes de este grupo de aves el fotógrafo debe acercarse a los lugares donde se encuentran. Este acercamiento se puede hacer bien mediante la instalación de un escondite fijo, al que las aves pueden aproximarse, o bien con escondites flotantes camuflados que permiten la movilidad del fotógrafo.
De una u otra manera, si se logra el difícil objetivo de fotografiar las aves, los resultados pueden ser imágenes espectaculares que nos permitan admirar aún más su belleza.
Enhorabuena por el artículo y gracias por compartir todo este conocimiento sobre la fotografía de aves. Los aficionados lo agradecemos bastante.
Gracias por el post, fue de mucha utilidad para las personas que estamos empezando. Actualmente tengo una afición con las aves ninfa, he leído todo de esta web mininfa.org y conozco todo sobre ella. Ahora con tus prácticas, me sirve de complemento para mi trabajo. Saludos.