¿Quién no ha tenido en casa alguna vez a este bonito e incansable cantor? Ese ha sido su principal problema, cazado y comercializado sin escrúpulos durante toda la vida. Se vendían en todas las pajarerías e incluso en los mercadillos. Por suerte, esas costumbres pasaron a la historia y en la actualidad están protegidos y «sólo» se cazan con «control» durante unas fechas determinadas y con licencias expresas para ello, con fuertes sanciones a los infractores y furtivos. Me consta que hay asociaciones silvestristas responsables y muy respetuosas con la normativa; se realizan incluso sueltas de aves al finalizar la temporada de caza, a las cuales yo he asistido personalmente. Mi padre, gran aficionado y amante de este ave, nos ha inculcado a mis hermanos y a mí con sus maneras y cuidados hacia sus jilgueros la devoción y respeto hacia los pájaros y animales en general.

Pobladores de casi toda Europa, son muy abundantes, sobre todo en campos ricos en cardos, su principal alimento, de ahí su forma del pico. Suelen crirar dos veces al año, con una puesta de unos 5 huevos que eclosionan a los 12 ó 15 días de su incubación. A los 15 días abandonan el nido, aunque siguen siendo atendidos por los padres durante una semana más aproxidamente. En estos momentos, los jóvenes jilgueros todavía no tienen la cara característica cara roja, la cual consiguen tras la muda otoñal. Afortunadamente, han pasado de unas temporadas de escasez (sequías, caza abusiva y descontrolada, etc.) a una abundancia saludable, que espero continúe.