Los días para la designación de la ciudad y, por ende, del país, que vaya a organizar los Juegos Olímpicos de 2016 se van consumiendo con toda celeridad. Hace escasos días nos visitó el llamado Comité de Evaluación, inspectores que tienen que informar al COI del estado de las obras y otros tantos aspectos de las ciudades candidatas, y parece que no se llevaron mala impresión … ¡No podía ser de otra manera! Madrid se esforzó de lo lindo por conseguir los Juegos de 2012; no fue posible y el dedo, los votos, beneficiaron a la City de London. Ahora puede ser diferente y repito: lo adelantado en infraestructuras y otras puestas a punto nos pueden venir de perlas para conseguir que España–Madrid pueda ser la anfitriona de otros JJ.OO. tras la maravillosa e inolvidable experiencia de España–Barcelona’92. Claro que, pese a las referencias anteriores y lo obsequiosos que estuvimos con estas gentes, Reyes, políticos y Jamón de Jabugo incluidos, veo DIFÍCIL o MUY POCO PROBABLE que nos veamos agraciados con el 1er premio, el único que se sortea. ¿Razones? Dos principales: Chicago y la Obamamanía que nos sacude y la ley “no escrita” de otorgar la organización a Continentes alternativos y tras Londres 2012, Europa NO toca. ¡Ojalá me equivoque!, y no tengamos que esperar a 2020 para poder disfrutar “in situ” de las hazañas de los deportistas más brillantes, más competitivos que a la vez producirían un aporte energético al conjunto de la ciudadanía española, que falta nos hace.

¿Y qué tiene que ver lo anteriormente reseñado con el título de este artículo? Pues todo… o nada. Me explico. He decidido colaborar con voluntad de perseverancia en PETRERALDIA y tenía que encontrar una cabecera, un titular para la sección. Pretendo trasladar mis reflexiones personales, puntos de vista y opiniones sobre todas aquellos temas que puedan merecerlo y/o puedan suscitar a su vez la coincidencia o discrepancia con otros lectores, pues soy de los convencidos del valor del diálogo y del derecho de expresión, como factores de progreso y de enriquecimiento integral de la persona.

La vida, la lectura diaria de periódicos y otros medios de expresión–comunicación, la mera observación de lo que pasa, presenta en cada instante un arsenal de asuntos de toda índole que merecen nuestra mayor o menor atención, nuestro aplauso o rechazo, el enaltecimiento o el vituperio, el ORO o la HOJALATA… Pues aquí nos detenemos hoy. Cada semana pienso someter a consideración de los lectores un par de asuntos que, a mi juicio, hayan destacado por su esplendor o aportación positiva –ORO– o por su necedad o carga destructiva –HOJALATA–, sin temario previo ni encasillamiento alguno, pues lo que importa, como decía  el Barón de Coubertain, es PARTICIPAR EN BUENA LID.