Hay que ver la manera de implantar en nuestro colegios e institutos la posibilidad de completar la formación educacional de nuestros hijos con una mejor preparación emocional y social. Hoy no basta con darles materias como matematicas, lengua, quimica, es necesario formar a los niños en habilidades sociales que les permita interrelacionarse de forma positiva con su entorno. El saber asumir y controlar las emociones, el saber expresar las necesidades y sentimientos es básico para formarse como persona, un area que se ha olvidado, reprimido en las familias, obviado en los colegios.
Ya hay institutos pioneros en llevar a cabo una educación para la paz, un proyecto de prevención de conflitos, que evitan los hasta ahora frecuentes expedientes que pueden llevar a la expulsión del expedientado, algo que no reporta nada positivo a la educación y formación del niño. El educar a nuestros hijos en la empatía, en el ponerse en el lugar del otro, potenciarles su asertividad, darles confianza en su entorno social, facilitandoles herramientas recursivas de habilidad social que les permita enfrentarse a sus sentimientos negativos, como puede ser la agresividad, pues una agresividad reprimida lleva a una falta de atención, y esto a un seguro fracaso escolar.
Es claro que un niño que no sepa afrontar ni expresar sus emociones se halla sumido en un estado donde la interferencia negativa impide la concentración en el momento presente, por tanto, le incapacita para atender, donde su malestar emocional interfiere en su capacidad intelectual, e imposibilita el proceso mental por el que se elabora la memoria a corto plazo, cuya consecuencia es el fracaso escolar.
El proyecto que lleva a cabo el I.E.S. Azorin es pionero en este campo. Este proyecto se ha implantado tras la preocupación que profesores como Mariano Estevan, Rosa Francés, Ana Revert, entre otros, sintieron hace unos años. Decidieron prepararse para crear una educación para la paz, el compromiso y la responsabilidad. Hoy en día su logro es manifiesto: en el instituto Azorin han desaparecido practicamente las expulsiones, los conflictos se resuelven la mayoría al iniciarse, al haber implantado una base de prevención eficaz y efectiva, que implica a todo el elenco escolar: profesores, padres y, por supuesto, alumnos.
Es un buen comienzo, pero el proyecto no debe acabar ahí. Existen otros aspectos educacionales que permanecen sin atender y, para ello, hay que hacer un analisis profundo que nos permita potenciar lo mejor de nuestros hijos, lo mejor de nuestros alumnos, en resumen, lo mejor de nuestro futuro.
Me parece correcto el planteamiento que se hicieron hace años algunos de los profesores del I.E.S Azorín y que se está comprobando que «hoy en día su logro es manifiesto».
Ante este resultado positivo cabe preguntarse el porqué nació de unos profesores (sin mediar ordenes desde arriba), qué formación humana e inquietudes llevaban consigo quienes han hecho posible esta experiencia y a partir de ahí ver de que forma es posible trasladarla a otros Colegios e Institutos, o quizás debe nacer de los propios profesores de otros centos.
Soy de las personas que experimenté en su día, junto con otras personas, la implicación real de padres y profesores que teníamos unos objetivos claros e inquietudes de participación, que estaba claro que se trataba de «compartir» más que de dirigir. Lo iniciamos desda la guardería, luego en los colegios y finalmente en el Instituto. Organizábamos charlas, exposiciones de libros y juguetes, cursillos para padres, convivencias y viajes. Tambien es cierto que lo hicimos motivados desde el compromiso humano y social.
Queda en el aire ahora ¿quién ha de iniciarlo en los otros centros?